El Museo Nacional de Sarajevo cerca del cierre
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Por Saša Draganić. Traducido por Xabier Ojer Nieto
“El 28 de Diciembre de 2011, tras 130 años de existencia, el Museo Nacional cerrará”. Es una frase que está circulando por las redes sociales en las últimas horas. El Museo Nacional no es simplemente un edifico que sirve para que los turistas saquen fotos o para que se organicen visitas.
Durante 130 años se ha convertido en parte del colectivo espiritual de Sarajevo y una de sus atracciones principales.
Sin este Museo, Sarajevo es menos Sarajevo, Bosnia es menos Bosnia y a este paso todas las rutas nos llevarán a los centros comerciales que no son más que la suplantación del patrimonio cultural con edificios enormes sin personalidad ninguna. Tras esto, Sarajevo será lo mismo que el resto del mundo, no hará falta ni viajar físicamente. Las exposiciones temáticas y colectivas de cierta entidad serán historia por desgracia.
Lo más triste de todo es que el Museo Nacional funcionó durante las dos guerras mundiales, y ahora, que estamos en paz, va a ser cerrado. Nuestra identidad, nuestro certificado de nacimiento sepultado mientras ingentes cantidades son invertidas en festivales, nuestras tradiciones están cayendo en el olvido junto a nuestra educación y cultura.
Para los no iniciados diremos que esta institución ha salvaguardado por muchos años nuestra historia, toda, independientemente de la clase social a la que pertenecieras. Y es que la cultura es transaccional. Así que antes de pensar en esos tres marcados grupos y mirar hacia otro lado pensad en nuestro pasado común. Si hubiéramos sido más listos nadie hubiera planeado nuestro futuro por nosotros ni hubieran decidido qué era apropiado y qué no. Hubiéramos tomado las decisiones por y para nosotros.
El Director del Museo, Adnam Busuladžić durante una rueda de prensa celebrada el 28 de Diciembre, explicó claramente el problema en sí. Los veteranos dirigentes de estos centros ya no tienen la motivación de antaño, los jóvenes trabajadores hace meses que no cobran y, mientras, nosotros seguimos viendo a diario coches oficiales por la ciudad a toda velocidad para llegar a donde sus importantes reuniones tienen lugar. Votamos por políticos con calculadora en vez de por políticos con educación. Por tanto estamos destinados a sufrir si no estamos dispuestos a realizar un esfuerzo por algo mejor.
Estos días, las clausuras de otros centros culturales como el Museo de Historia, la Biblioteca nacional o la filmoteca han sido resaltadas en diversas comparecencias. El máximo responsable del Museo Nacional, el Dr. Munib Maglajlić ha querido resaltar que los políticos tienes que despertar de manera urgente (una vez el gobierno sea creado, obviamente) y prevenir el colapso de la cultura en Bosnia y Herzegovina. Cuando los partidos que gobiernan dejen de comportarse como avestruces la gente despertará y el apoyo moral a los políticos también será mayor. El número de personas que se dedican a la cultura a día de hoy es mínimo y a pesar de que el dinero existe, no es invertido en beneficios reales para la sociedad.
Mientras mencionamos a esta institución y atizamos a los señores que ostenta el poder también debemos pensar sobre nosotros. “Cientos de personas, cientos de caracteres”, como solemos decir en este país. Mientras algunos esperan ansiosos las protestas de los próximos días a otros ni siquiera les interesa el Museo. En nuestro pequeño país las cosas importantes siempre han sido quién ha engañado a quién y quien maneja más pasta. Durante años hemos estado sumidos en un bucle mientras el resto del mundo avanzaba. Algo así como si estuviéramos enterrados en vida.
Bosnia necesita un cambio en varios aspectos y hay decisiones que tienen que ser tomadas por el pueblo y no por figuras que se erigen en importantes sin serlo y que no harán otra cosa que acabar con las tradiciones que todavía perduran.
Mientras bebemos innumerables cafés a diario con amigos y vecinos sin darnos cuenta están pasando cosas bien importantes ahí fuera. Algunos se están enriqueciendo y otros se están riendo de nosotros escondiendo nuestro pasado lejos de nosotros y de nuestros hijos. De tal forma que en un futuro nadie podrá ni siquiera saber que existimos. Cuando pienso sobre todo esto creo que Franz Ferdinand está más en deuda con nuestra propia ciudad y la mencionada institución que nuestros propios políticos.