El mito de la mujer más bella del mundo
Published on
El mito de la mujer más bella del mundo: Una reflexión sobre la sociedad venezolana
(Autor: Antonio Ríos)
(Artista visual: Oscar Olivares)
Cuando aún no había cumplido los doce años vivía en un pequeño pueblo en el centro de Venezuela, Valle de la Pascua, una población más bien pequeña y rural, sobre todo llena de gente muy humilde. Había una cosa que ahora de grande no me encaja pero en aquel momento con nueve o diez años todo parecía encuadrar perfectamente, como en un sueño donde todo parece normal y luego al despertar uno se da cuenta de las cosas fuera de lugar. En un pueblo tan sencillo como Valle de la Pascua una idea de una notable arrogancia revoloteaba libremente: La mujer venezolana es la mujer más bella del mundo.
Este concepto me fue martillado en la cabeza durante todo el tiempo que viví en Valle de la Pascua, más adelante cuando me mudé a Cumaná con doce o trece años la idea continuaba a girar en todos lados, en la boca de mis compañeros de clases, familia, televisión, radio. Finalmente cuando me mudé a Caracas con diecisiete años ya la idea para mí era una realidad indiscutible, así como la gravedad o la certeza de que todos mueren algún día.
Venezuela es conocida por haber triunfado repetidas veces en diversos concursos de belleza. Recuerdo que mi familia se sentaba alrededor de la televisión para ver los certámenes, pero siempre había algo fuera de lugar, efectivamente las mujeres que desfilaban en las pasarelas eran muy hermosas y bueno esto es una afirmación atrevida visto que depende de los estándares de belleza de cada quien, país o cultura, pero simplifiquemos. Mujeres muy altas, delgadas, con medidas perfectas, casi siempre cabellos lisos o rulos, variedad de tonos de piel pero con prevalencia de un tono “blanco mediterráneo” como dirían coloquialmente en Cumaná “quemaitas”. Estas eran las representantes de ese poderoso eslogan “La mujer más bella del mundo” la venezolana, ¿O no?
De pequeño era bastante asocial así que no conocía mucha gente pero cuando me mudé a Caracas me vi obligado a aprender a sobrevivir. Al hacer nuevos círculos sociales me di cuenta de la cosa que no encajaba: pero si las de la TV son las representantes de la belleza venezolana ¿Porque las venezolanas que conozco no se parecen ni siquiera remotamente?. Pues me tomó un tiempo conocer mujeres que asemejaran ese prototipo, siendo un poco más directo, cuando empecé a juntarme con círculos sociales caraqueños de más alto nivel fue que comencé a conocer mujeres que tenían un prototipo similar a ese de las modelos.
Apellidos tipo Vecchiotti, Bottoni, Texeira, Greco, Cohen, Pedersen adornaban la mayoría de los nombres de estas chicas, apellidos en su mayoría extranjeros, principalmente de Italia y Portugal (también de España, pero estos últimos son indistinguibles de los apellidos criollos). Aquí llegamos al meollo del asunto ¿De qué porcentaje de la población hablamos? ¿Cuántas personas tienen al menos remotamente el estereotipo de las representantes venezolanas de los certámenes de belleza?
Esta construcción social de la belleza de la mujer está basada en los estándares occidentales típicos de Europa y Estados Unidos, y es que -en media-, ese es el estereotipo de las mujeres de estos países, no me refiero a ser delgada o el asunto de las curvas, se trata más bien de la “infraestructura” de base. Nariz más bien perfilada o prominente más que narices rechonchas típicas de muchas poblaciones africanas. Tez de piel clara o al menos “lavada”, cabello generalmente liso o rizado, nada de “pelomalo”, una complexión más bien delgada de caderas y dimensiones contenidas.
Todas estas características son típicas en su mayoría del pueblo europeo/blanco, pero en Venezuela no somos europeos, somos producto del mestizaje entre africanos, nativos y europeos. ¿Y cómo eran estos africanos y nativos? En resumen no cumplían la mayoría de las características citadas en el párrafo anterior y por consecuente el venezolano actual generalmente no las cumple.
No podría dar una estima precisa de cuantas personas en Venezuela encajan más o menos en este “modelo”, pero basado en mi experiencia se habla de una parte de la población pequeña, mucho menos de la mitad, ni siquiera una cuarta parte. Las mujeres que preservan este prototipo racial tienen normalmente un progenitor de origen europeo, les invito a wikipedear los siguientes nombres de modelos venezolanas: Mónica Spear, Alexandra Braun o Alicia machado y bueno si queremos extender el concepto y aceptando que Colombia tiene una composición étnica similar a la de Venezuela, ¿Por qué no wikipedear también a la célebre Shakira?
¿Ahora entonces porque estos triunfos en los certámenes de belleza? Bueno la explicación la podemos buscar en el sushi, sí, el sushi. Pescado crudo envuelto en arroz, visto así no parece la cosa más apetitosa del mundo, pero ¿Qué pasa con el sushi? ¿Por qué es tan popular?, ¿Qué tiene de especial? Pues, el sushi es exótico, un alimento típico de una cultura del lejano oriente de la cual no sabemos mucho pero aun así nos es familiar, ya que arroz y pescado son alimentos muy comunes para nosotros. Esta exoticidad “leve” es el balance perfecto, ¡Lo mejor de dos mundos! Llamativo e intrigante y a la vez familiar y cercano, esta es la clave, efectivamente el mestizaje en Venezuela ha engendrado bellezas muy interesantes (Siempre visto desde la lupa de la mentalidad tradicional occidental) sin embargo, como mencioné antes se trata de una exoticidad leve, al menos un progenitor de origen europeo, o al máximo un abuelo, es decir hijo de algún inmigrante “reciente” no descendientes de los inmigrantes europeos de antaño de los tiempos de la colonia.
En Venezuela fuimos criados para dar por sentado que la belleza venezolana era la más fantástica del mundo y existe algo de verdad en esa afirmación, pero no representa la media venezolana. Representa un sector muy particular de la población y esto trae como consecuencia un complejo de inferioridad intrínseco en la mujer venezolana media. Recuerdo que hace un tiempo hubo mucho furor con el tema de la muñeca Barbie y sus medidas irreales que imponen estándares de belleza inalcanzables para las chicas. Bueno esta es la versión macro de eso, ahora no se trata solo de la diferencia entre ser rubia o solo “blanca” o tener medidas perfectas, ahora ni siquiera la raza es la “correcta”, ¿Con que programa de dietas y ejercicios se puede perfilar una nariz? ¿Y para la estructura ósea? ¿O usar lentes de contacto verdes/claros toda la vida? Se trata de una población de mujeres que ha crecido viendo certámenes de belleza venezolanos con estereotipos que son aún más alejados de sus propios cuerpos, de lo que son, y esto conlleva a un “síndrome Barbie” aún más marcado y dañino, de alcance nacional, y si queremos extender el concepto, de alcance latinoamericano con sus excepciones particulares.
Esta idea de la Mujer venezolana como la más bella del mundo es un concepto venenoso y nocivo, un concepto que llena al venezolano/a medio de desconformidad, de una búsqueda interminable por un estándar de belleza que no es proprio de él/ella, como si un koala quisiera volar, o un pez caminar. Para madurar como pueblo tenemos que entender que estos son estándares prestados, traídos de Europa y Estados Unidos, y que es necesario crear e imponer nuestros propios estándares. Hasta que no consigamos descubrir cuál es la belleza propia del venezolano/a e internalizarlo en nuestra identidad cultural, el mito de la mujer venezolana como mujer más bella del mundo continuará a ser una pesada carga que nos anclará al subdesarrollo y al auto desprecio.