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El miedo a tener razón

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Europa por fin impondrá sanciones comerciales a EEUU. Sin embargo, la UE sigue teniendo miedo de hacer valer la legalidad y provocar con ello una guerra económica abierta con EEUU.

En el año 2000 la UE planteó sus quejas sobre la política de ayudas a la exportación de EEUU ante el Órgano de Resolución de Conflictos de la OMC. Grandes corporaciones como Boeing, Microsoft o General Electric podían llegar a recibir, en virtud del subsidio Foreign Sales Corporations (Corporación de Ventas Extranjeras), un ahorro fiscal de hasta un 30% del valor de sus productos. Desde entonces, cuanta más razón parecía ganar la UE, más flexible y comprensiva se mostraba.

"Amenaza por plazos"

En concreto el Comisario de Comercio Exterior, Pascal Lamy (1), que ha interpretado a la perfección el bíblico papel de padre del hijo pródigo. Su medida de "amenaza por plazos" ha ido dejando pasar la oportunidad que le planteó la OMC en sus resoluciones, siempre favorables a la "causa europea". De este modo, el comisario Lamy se decidió por la vía del perdón y el entendimiento, permitiendo que la política económica americana continuara tal cual, con tímidas reformas que no cambiaban el fondo de la situación.

En efecto, porque en su decisión del 2003 la OMC (no hace falta recordar que no se trata de un organismo anti-americano) permitía unas sanciones de hasta el 100% sobre los productos cuyos tramposos métodos de exportación estaban en litigio. Lo que serían, a día de hoy, casi 5.000 millones de dólares.

La "multa" que se le impone hoy, después de muchas palabras llenas de buenas intenciones por parte del Comisario Lamy -"presión gradual", "se busca la retirada, no la represalia", "contramedidas, no castigo"-, a la lista cerrada de artículos exportados por los EEUU es de un 5%. Y un 1% más por cada mes que se incumpla. Hasta un máximo del 17%, justo dentro de un año (3). Hace algún tiempo amenazó con que las sanciones podrían llegar a ser ese 100%. Hoy sólo serán el 5%.

"El miedo a la guerra comercial"

Se teme desde Europa que estas sanciones puedan degenerar en una guerra comercial abierta, cuando de hecho no causan gran daño al otro lado del Atlántico. Debido a la debilidad del dólar con respecto al euro estas sanciones no afectarán en gran medida al competitivo mercado americano. Y el Comisario Lamy lo sabía, se supone.

En las altas esferas del poder político americano se debate la situación. El secretario del Tesoro pide medidas para cumplir con la decisión de la OMC, pero sólo buscando la manera de evitar las sanciones y seguir ayudando a sus exportadores.

No es necesaria una política hostil hacia los EE.UU., ni tampoco una imposición de los mayores castigos. Pero a la hora de defender los intereses de las empresas europeas no se puede tener miedo. Miedo de enfrentarse a actos ilegales que atacan directamente nuestra economía. Allí no tienen miedo de promover lo suyo aunque sea de modo incorrecto. No les supondría ningún remordimiento levantar otro "telón de acero" (recordemos la fraudulenta política arancelaria que impuso sobre las importaciones de éste producto) (4) para fortalecer su economía.

Porque sin duda se trata de nuestro gran competidor. Y nos volveremos a encontrar en el futuro. Lo difícil de tener razón es hacerla valer.