El lobby en Europa: grupos de presión a plena luz
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Clara Fajardo TriguerosLa figura del ‘representante de intereses’ forma parte del panorama político de Bruselas. Grupos que desempeñan un papel consultivo en el proceso legislativo. ¿Madurez democrática o déficit competitivo para Europa?
Según el informe Stubb del comité de asuntos constitucionales del Parlamento Europeo, unos 15.000 lobistas y 2.500 organizaciones animan la vida de las instituciones europeas. Por concentración de ‘representantes de intereses’, es decir, lobistas, Bruselas es la segunda ciudad del mundo, únicamente superada por Washigton DC.
Burbuja europea: ¿transparente por dentro y por fuera?
El número puede impresionar pero está avocado a subir hasta 100.000 personas, como calcula el veterano de profesión y cofundador de la plataforma de consulta Clan Public Affaire, Daniel Guéguen; si consideramos a todas las personas involucradas profesionalmente, aunque solo sea a tiempo parcial, en la actividad de “representante de intereses” o “recolectores de información”.
Según la Comisión Europea, a esta categoría pertenece todo aquel que ejerce “la actividad con la finalidad de influir en el proceso legislativo y decisorio de las instituciones europeas”. Sindicatos, oenegés, multinacionales y organizaciones cuya ambición implica tener un representante que defienda sus intereses haya donde se necesita que se escuchen. Todo ello, aquí, en Bruselas, ciudad que condiciona hasta en un 75% la legislación nacional.
Pero, ¿qué es un lobista? La imagen que envuelve al lobista de falta de transparencia en toda una trama sombría debe dejarse a un lado para comprender realmente su papel. Todos los que participan en el proceso legislativo europeo se conocen. Entre ellos se encuentra el analista político Tom Huddleston, el cual define todo este proceso como “burbuja bruselense”. “Dentro de la burbuja europea hay transparencia”, sostiene este joven americano. “Las personas, los ejecutivos y las diversas posiciones tienen mucha visibilidad para todo el mundo”.
En Bruselas, todo a la vista
Los que trabajan en Bruselas consideran esta ciudad un escenario mucho más transparente que el del resto de las naciones. De ello está convencido Lorenzo Morselli, asistente parlamentario: “¿los lobistas? Sin ellos no podríamos legislar. Parece una paradoja, pero la Unión, acusada normalmente de gran burócrata, sufre de enanismo cultural. El tiempo escasea, el trabajo no”, indica Morselli. Por ello, todo aquel que realiza sugerencias para resolver un problema es bienvenido y escuchado. “Lo que no debe tomarse como una esclavitud hacia esas personas”, añade, “sabemos quiénes son, a quiénes representan y conocemos sus intereses. Un buen legislador debe saber escuchar a todos y decidir”. El lobista forma parte integrante del proceso decisorio. “Un contrapoder que aporta soluciones”, definición que defiende el gurú del sector, Daniel Guénguen, el cual reconoce a un buen lobista según si sus propuestas son, técnica y económicamente, razonables y credibles.
El funcionamiento del lobista
¿A quién representa un lobista? Su financiación y mantenimiento corren por cuenta de los grupos a los que representan. Es precisamente este hecho la causa del problema que acompaña irremediablemente a la figura del lobista, una falta de confianza democrática entre la población. El comisario europeo de asuntos administración, Sim Kallas, intentó resolver esto en 2005, con la iniciativa de transparencia europea, la cual produjo en junio del año pasado un registro voluntario de lobistas. Datos que se pueden comprobar en Internet y que corroboran la invitación, más que afectuosa por parte de la Comisión, a la perpetuación de esta nueva forma de hacer Lobby. El modelo es sin duda Estados Unidos, donde la actividad del lobista, sus clientes y patrocinadores es pública.
La financiación privada de los lobistas es una de las principales causas de la desconfianza que despiertan en la sociedad
Sin embargo, este rumbo que ha tomado la acción lobista no parece gustar a todo el mundo. De hecho, no satisface a Yiorgos Vallalos, miembro del Coorporate Europe Observatory, oenegé dedicada a la mejora de transparencia del proceso legislativo. “Queremos saber quién financia a los lobistas y pedimos una escala de valores para estudiar el peso económico de dichos parámetros”. A lo que añade: “lo que gasta un lobista durante una campaña, por ejemplo para demostrar hasta que punto las emisiones de Co2 son dañinas o no, es algo que necesitamos saber”.
Guéguen exige incluso más transparencia y se muestra dubitativo con respecto al orden establecido del lobista. “Hay demasiada incertidumbre”, sostiene. Qué se debería registrar y qué no, qué debería ver la luz y qué no… “Mi actividad como lobista es la de un analista. En definitiva, ¿por qué preocuparse solo por los lobistas?. La Comisión Europea se rodea de comités de expertos para legislar”, continúa, “¿Qué formación tienen estos expertos, quién les influye? No lo sabemos.”
‘Comitología’
Según Alter EU, una coalición de organizaciones dedicada a la mejora de transparencia, existen más de 1.200 grupos de expertos, formados por la propia Comisión, con el fin de que estos le ayuden en el proceso legislativo. Aunque eso sí, los criterios aplicados para determinar el sueldo y los nombres de estos expertos no son públicos.
Adquiere tal importancia la fase de ‘comitología’ (referido al funcionamiento a base de comités de la Comisión Europea) que Daniel Guéguen en su libro European Lobbying, un verdadero manual para lobistas, hace un especial hincapié en los consejos y tácticas de acercamiento con éxito de estos grupos. Estar en el comité o influirlo significa legislar. Según Yiorgos Vassalos “el 55% de los expertos son jóvenes y un 35% proviene del mundo de la industria”, aunque señala que “en algunos sectores, como la biotecnología o el cambio climático, el porcentaje de estos últimos supera el 50%”.
Vassalos pone como ejemplo la cuestión del carbón limpio, testimonio de la ventaja con la que cuentan ya compañías como Enel, Edf, Siemens, frente a un escaso porcentaje de representantes de asociaciones medioambientales.
"Las preocupaciones en torno al lobby son un síntoma de déficit democrático"
Comités, lobistas envueltos en el anonimato: para quien vive fuera de esta burbuja la génesis de la legislación europea es un verdadero enigma. “Las preocupaciones en torno al lobby es un síntoma de déficit democrático”, explica Tom Huddleston. “Si nos fiásemos más de los parlamentarios electos, la gente no se preocuparía del problema, incluso si los lobistas permaneciesen en escena”, apunta.
Más transparencia “a la americana”, pero los lobistas y los parlamentarios prefieren reservarse cierta parte de verdad. Es posible que un parlamentario europeo no agradezca que su simpatía y empatía por los lobistas que sostiene que la energía nuclear es limpia se haga de dominio público, exactamente igual que el que trabaja en una industria nuclear y no quiere que se sepa el nombre de su cliente. “Sobre el hecho de que la gente tema ser asociada a algunas personas…”, sostiene Morselli, “quizás culturalmente no estamos aún preparados para aceptar que algunos detalles de nuestras vidas privadas deben ser reveladas públicamente en este oficio”.
A la espera del salto cultural, se puede matar el tiempo con el Worst Lobby Awards 2008 (los premios anuales al peor lobby). El pasado año lo obtuvo la BMW, Daimler y Porsche. La presentación de candidaturas de esta edición está en curso...
Translated from Le lobby in Europa: gruppi di pressione alla luce del sole