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El leopardo en la ruta de la seda

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SociedadPolítica

Kazajstán tiene una posición estratégica en la red de autopistas euroasiáticas que recorre 32 países. En su mercado de coches de segunda mano Barys se comprueba la cadenciosa fusión entre Asia y Europa.

Caluroso domingo de agosto. En la autopista internacional Almaty-Bischkek-Taschkent que une la antigua capital kazaja con Kirguizistán y Uzbekistán hay como siempre un tráfico denso. Una caravana de hojalata y acero se dirige desde Almaty hacia el oeste. Tras una hora de viaje, llega por fin mi autobús a su destino: Kaskelen, a 30 kilómetros de Almaty. Es un pueblo destartalado, una tierra de nadie llena de basura y polvo. Sólo hay un motivo que atraiga a los viajeros aquí: Barys, el mercado de coches de segunda mano que tanto seduce a los conductores del Asia central.

El orgullo del país

Barys ocupa una posición estratégica a medio camino entre Almaty y Taschkent, una ruta de la Asian Highway Network, la red de autopistas que recorre 32 países euroasiáticos y cada vez más conocida como la nueva ruta de la seda. La red, cuya construcción acaba de comenzar, debería contar a su finalización con más de 140.000 kilómetros entre Europa y Asia. Skail Semembaew, el director de este mercado de automóviles, tiene grandes esperanzas puestas en la “nueva ruta de la seda, que contribuirá a acercar los pueblos europeos y asiáticos, beneficiando también a Barys”, afirma.

El director aclara sobre su mercado: “Barys significa en kazajo ‘leopardo de nieve”. Este animal es el símbolo de Kazajstán y el monumento característico de nuestro mercado”. Skail Semembaew me enseña periódicos en los que Barys es presentado como el “orgullo del país”: “nuestro leopardo de las nieves es el mercado de automóviles más grande de Asia central. Cada día, más de 5.000 coches esperan aquí a su comprador, pero el fin de semana hay incluso más gente”, explica el director. “La mayoría de los coches provienen de Europa”.

Un Mercedes por 30.000 dólares

Europa, para las gentes de Barys y para todo Kazajstán, es una palabra mágica. Los vendedores de coches con los que me encuentro evocan la amistad entre Europa y Asia. En los numerosos cafés del mercado se ofrece “cocina europea”, la gente lleva ropa de marca italiana, alemana y francesa. Skail subraya que “los dos continentes están muy próximos no sólo en lo económico, sino también en lo cultural”.

Mientras el director hace de guía para mí, resuenan los reclamos en los altavoces del mercado: “¡Por 17.000 dólares un Renault casi nuevo con climatizador, por 30.000 dólares hay un Mercedes en excelente estado!”. Skail aclara con un guiño: “todos se vuelven aquí locos por los coches alemanes. Mercedes es la marca preferida”.

Entre algunos Jeeps japoneses un grupo de hombres han extendido un toldo. Bajo el mismo se sienta Hassan, un fornido kurdo que espera un comprador para su Toyota. En cuanto tiene noticia de que provengo de Alemania, me llama a su mesa, y me ofrece un pincho de carne y una cerveza. Hassan aprovecha la oportunidad para demostrarme su notable dominio del alemán: “Voy con frecuencia a Alemania y compro coches allí. La calidad es extraordinaria”, opina. Hassan me invita a fotografiarle junto a su colega turco Muhrad: “Aquí en el mercado somos todos amigos, turcos y kurdos”, exclama Hassan. “Este es un lugar para la amistad cultural”.

Dos rutas y las dos caras de Europa

Paseamos por las 30 hectáreas del mercado, entre los humeantes pinchos de carne y los puestos de helados. El director me explica el funcionamiento del mercado de coches usados: “Los comerciantes viajan hacia Europa, donde los vehículos son más baratos que en Asia central, y aquí se revenden. Muchos clientes vienen de Kirguizistán o Uzbekistán y luego se llevan los coches a sus países.”

Entre Europa y Asia central hay dos rutas para los coches de segunda mano: “O llegan directamente de Alemania a través de Polonia y Ucrania” explica el director, “o vienen de Lituania a través de Rusia”. Dos rutas diferentes para dos clases de coches, las dos caras de Europa. “Directos desde Alemania llegan los coches caros, de gama alta. Están bastante nuevos y en buen estado. Mercedes, BMW, Audi“, enumera Skail con los ojos abiertos como platos. Para los vehículos que llegan a Kazajstán de Lituania no demuestra el director tanto entusiasmo, pero sí gran respeto. “Los lituanos son maestros del bricolaje. Compran en Europa occidental coches viejos, que luego ellos arreglan y dejan relucientes, convirtiendo en ocasiones tres coches viejos uno nuevo”, ríe Skail, quien a su vez hace algunos años se dedicaba a transportar coches desde Europa a Kazajstán.

Para Lituania, el comercio de coches usados se ha convertido mientras tanto en un sector económico relevante. Donatas Askinis, portavoz de la Embajada lituana en Astana, se muestra satisfecho de que su país sea una referencia importante en el comercio de coches usados: “El 52% de las exportaciones lituanas hacia Kazajstán son coches usados de Europa occidental. Para nuestro país esto es excelente. Desde la Embajada protegemos el comercio tanto como podemos”, afirma. Cada día, la Embajada expide entre 150 y 300 visados, de los que el 90% son para los comerciantes de coches de Kazajstán y otros países asiáticos.

Nikolai es uno de los que hace poco han adquirido un coche usado en Lituania para venderlo en el mercado de Kaskelen. Este ruso nos presenta un Honda que trasluce a las claras el arte del bricolaje lituano. Observa la construcción de la nueva ruta de la seda con sonrisas y lágrimas: “Para la unión entre Europa y Asia, la autopista es una oportunidad en toda regla, pero dudo de que sea una ventaja para este mercado. Se instalarán numerosos pequeños mercados a lo largo de la autopista que le harán la competencia. Quizá suponga la muerte del gran leopardo de las nieves.”

Translated from Der Leopard an der Seidenstraße