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El hombre como norma, la mujer como excepción

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Default profile picture Carlos Suarez

Sociedad

¿Todo lo que se tiene que saber sobre gramática francesa y alemana se aprende en la escuela? En absoluto.

Érase una vez el año 1676, cuando Dominique Bouhours, un párroco jesuita y escritor francés, formuló una frase casi revolucionaria: “lo masculino domina siempre sobre lo femenino". El razonamiento que siguió fue que “cuando ambos géneros se encuentran, debe ganar el más noble”. El padre Bouhours no se refería, sin embargo, a las normas de comportamiento en los encuentros entre hombres y mujeres en la vida real (para estos casos, esta norma era probablemente indiscutible), sino que pensaba en la gramática.

Gramática francesa: el género masculino tiene preferencia

“335 años después de la reforma lingüística sexista”, Henriette Zoughebie hace un llamamiento en su blog a la recogida de firmas para su campaña “Que les hommes et les femmes soient belles” (“los hombres y las mujeres son bellas”). Como socia de la asociación L’égalité, c’est pas sorcier! ( la igualdad no es brujería], Zoughebie ha iniciado esta campaña. Para los no franceses es difícil de comprender tal indignación por unas normas gramaticales de siglos de antigüedad. El eslogan de la campaña muestra de qué trata: en un francés correcto, tendría que decir “Que les hommes et les femmes soient beaux”, pues, al ajustar el adjetivo, la forma masculina tiene preferencia. Esto lleva a situaciones tan absurdas como cuando hay 200 mujeres en una reunión y un solo hombre y, sin embargo, se utiliza la forma masculina del plural “ils” para referirse al grupo.

Esta norma gramatical marca un imaginario colectivo en el que lo masculino se ve como algo superior a lo femenino, constata Henriette Zoughebie. Recuerda que antes de la reforma de 1676 prevalecía la norma de la proximidad (en francés, proximité). Si un adjetivo se refiere a varios nombres, puede ajustarse al nombre que esté más próximo. Clara Domingues, secretaria general de L’égalité, c’est pas sorcier, menciona un ejemplo: “ces trois jours et ces trois nuits entières” (estos tres días y noches enteras). Puesto que “jour” (en español, día) es femenino, el ajuste tendría que haber sido el mismo: a través de "la norma de la proximidad", por el contrario, se ajusta a la femenina "nuit". La campaña exige la reposición de esta vieja norma.

Investigación de la gramática con relevancia político-social

Este problema francés es desconocido en Alemania, pues aquí tenemos una única forma del plural (“sie”), que se refiere tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, muchas feministas son de la opinión de que la lengua alemana discrimina a las mujeres. En una entrevista con la revista Taz, la lingüista feminista Luise F. Pusch dice que se dedica a “la investigación de la gramática con relevancia políticosocial”. Pide que el artículo se pueda elegir libremente: por ejemplo, la profesor o la canciller. La lengua alemana, asegura Pusch, “está enferma y es necesario sanarla”.

Si bien la propuesta de los adjetivos a libre elección es excesiva para muchas feministas moderadas, también ponen en tela de juicio el sobreuso del género masculino. Éste es el problema: el género masculino y el sexo masculino (la denominación de los niños y los hombres individualmente y, en correspondencia, los grupos de estos) son iguales normalmente. Por comodidad, se usa a menudo el género masculino: es más fácil decir “los alumnos” que “las alumnas y los alumnos”. En un artículo de la revista Standard (la versión femenina de la revista austríaca Standard), Dagmar Buchta hace la siguiente crítica: “La mayoría de los opositarios a la reforma esgrimen el argumento de que las mujeres ya están mencionadas de alguna manera, puesto que las formas de género son idénticas a las masculinas. (…) La forma masculina, que se pretende neutral, transmite la idea del hombre como la norma y la mujer como la excepción, que, debido a ese infraestatus negativo, queda sencillamente absorbida y disuelta (…).“Las feministas hablan de una male bias, esto es, una tergiversación y tendenciosidad masculina. El “indicativo-I” es para muchos la solución: a la forma plural femenina se añade una “I” (que en español equivaldría a una “A”) para indicar que se trata de un plural que engloba a ambos sexos (p. ej. LehrerInnen, SchülerInnen; profesorAs, alumnAs). Las críticas ven aquí un “female bias” (sesgo femenino).

La lengua es reflejo de la sociedad

“Pues la lengua tiene un efecto externo, esto es, en la sociedad, en la misma medida que interno, es decir, en la conciencia (…)”

Pero Alemania no está tan lejos de la batalla francesa por la norma Bouhours. Que la lengua es un reflejo de la sociedad es algo en lo que las promotoras de la campaña francesa y las lingüistas feministas alemanas están de acuerdo. “Pues la lengua tiene un efecto externo, esto es, en la sociedad, en la misma medida que interno, es decir, en la conciencia (…)”, escribe Dagmar Buchta. La feministas alemanas llevan, al menos, un pequeño éxito de ventaja a las francesas: ya en los 70 se abolió la forma de cortesía "Fräulein" ("señorita", en español) por considerarla discriminatoria, algo por lo que todavía se lucha en Francia.

Fotos : Portada (cc)OperationPaperStorm/flickr; Texto (cc)Gemma Bou/flickr

Translated from Der Mann als Norm, die Frau als Ausnahme