El gran oso ruso se prepara para el invierno
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Eztizen Sánchez MontesEs hora de acabar con la ilusión de que Vladimir Putin desistiría de realizar su gran sueño, revivir el Imperio ruso. Sus osados objetivos políticos no tienen límite y no descansará hasta que los haga realidad.
Vladimir Putin quiere devolver a Rusia a su antigua gloria zarista, eso es innegable. Michel Heller, el científico y lector de la Universidad de la Sorbona, declara en su libro Historia del Imperio ruso que el reino ruso no existe sin Ucrania. Devorar Ucrania no solo permitiría que Rusia tuviese un acceso directo al Mar Negro y a las interminables riquezas de la tierra ucraniana, sino que demostraría que Moscú es el heredero legal del Rus de Kiev, la antigua federación de tribus eslavas orientales.
"¿De qué os sorprendéis?", pregunta la UE
Es difícil buscarle lógica a algo que consideramos ilógico. Por eso mismo Occidente no entiende las maniobras de Putin. Las políticas del Kremlin buscan tanto el beneficio económico como saciar su ambición, curar su orgullo herido y llenar el deseo de un reinado autocrático. Los líderes de la UE han demostrado su terquedad al continuar obviando las alarmantes operaciones rusas, y todo por el dinero. La ceguera y la falta de juicio afecta especialmente a Alemania y a Francia, que se niegan a cambiar los contratos de armas que firmaron con Rusia. Reino Unido y Estados Unidos, que son junto a Rusia (sí, increíble) quienes protegen la independencia ucraniana, también sufren esta curiosa enfermedad.
No deberíamos olvidar que en 1992 Ucrania fue obligada a desarmar su ejército, además de deshacerse de su equipamiento militar y arsenal (el nuclear también) a cambio de una frágil independencia que le concedieron tres de los países más poderosos del mundo: Russia (que solo era una sombra de la antigua Unión Soviética), Reino Unido (el enviado de Europa) y Estados Unidos (la policía del mundo). ¿Y ayudó en algo a Ucrania? El "convoy blanco" que ha entrado recientemente en el país demuestra que el tratado de 1992 no fue más que una promesa vacía.
Nueva Rusia, el imperio renacido
Rusia quiere reconstruir la llamada Nueva Rusia, un término utilizado a finales del siglo XVIII para referirse al sureste de la actual Ucrania, cuando Catalina la Grande comenzó a colonizar estas tierras. Nueva Rusia es independiente solo en teoría, ya que en la práctica no es más que una marioneta del Kremlin. Si Rusia controlase esta región estaría afirmando su dominación económica, política y cultural. Como dice la propaganda rusa, incorporar Nueva Rusia al territorio ruso no es más que traer a un niño de vuelta a casa: recuperar el patrimonio perdido de los zares a su madre patria. Sin embargo, esta conquista tendría un resultado mucho más beneficioso, ya que abriría una puerta al "Noroeste", hacia Kiev, para el ejército ruso. Putin y Lavrov (el Ministro de Asuntos Exteriores ruso) nunca han ocultado que su meta es apoderarse de la capital ucraniana, la primera provincia del Rus de Kiev. Sin embargo, la presencia de tropas rusas en Ucrania nunca ha conseguido conservar nada para nadie.
Parece ser que Putin quiere dividir Ucrania en dos estrechos trozos de tierra: Ucrania Occidental y Transcarpatia, que le interesan tan poco como a la Rusia zarista le importó la división de Polonia en la segunda mitad del siglo XVIII.
Ucrania libre: ¿epílogo?
¿De qué sirven las promesas echas en 1994 en Budapest por parte de Reino Unido y Estados Unidos? Puede que Estonia, Letonia y Lituania, los antiguos satélites soviéticos, sufran lo inútiles que fueron esos tratados más pronto que tarde. Al igual que Ucrania, los países bálticos no tienen ninguna posibilidad de enfrentarse al gran oso ruso sin ayuda. Su insuficiente equipamiento militar les deja indefensos frente a un hombre que no dudaría un segundo en lanzar una bomba atómica sobre Varsovia. Como se dice en inglés, si vas a Roma, compórtate como los romanos. Pero este hombre no está en Roma, y los romanos deberían darse cuenta de ello de una vez por todas.
Desafortunadamente, los estados miembro de la UE no ven los hechos que tienen delante de las narices: la política rusa no nació en Grecia, Roma o en los estados italianos, ni la inventaron los pueblos de la Liga Hanseática o los filósofos franceses. La política rusa fue creada en Asia. Rusia estuvo dentro del área de influencia mongola, y por ende China, durante años. Mientras Reino Unido pasaba por la Revolución inglesa los colonos rusos se vieron aislados de Occidente al conquistar las vastas tierras de Siberia, hasta el Océano Pacífico. Las adversidades de Siberia determinarion tanto la cultura como la política rusa. Cientos de años más tarde, este mismo poder autocrático que reinó en Siberia está siendo confundido con el carisma y el ingenio político de un afable gobernante actual. Esperemos que el Viejo Continente aún pueda cometer otros grandes errores más, ya que deberíamos recordar que si dejamos a Ucrania a su suerte, esta sucumbirá al Gran Oso Ruso, al igual que lo hicieron Abjasia, Osetia y Georgia. Un consejo: incluso Alemania debería estar atenta. Quién sabe, incluso la más pequeña comunidad rusa de un pueblo perdido alemán puede decididir que está siendo discriminada por su etnia y pedir ayuda a su querida Madre Patria.
Translated from Rosyjski niedźwiedź musi się najeść przed zimą