El gran desastre de los bonos en Italia
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Melisa Laura DíazLos bonos laborales nacieron para evitar la economía sumergida y terminaron favoreciendo la precariedad laboral. A partir de 2018 no podrán utilizarse, ¿pero qué son, cómo funcionan, cuáles son las posibles alternativas?
Pretendían ser una solución para la legalidad, pero en lugar de eso, se volvieron uno de los síntomas de la trampa de la superprecariedad: los bonos. En otras palabras, la gente recibía por su trabajo papeles que debían cambiar por euros. Actualmente, estos fueron eliminados para evitar un referéndum, ¿pero cómo es la situación en la que han dejado a Italia?
Esta extraña modalidad de pago continuará siendo viable hasta el 31 de diciembre para luego ser eliminada en toda Italia. A través del decreto legislativo 25/2017, el Comité de Ministros está buscando nuevos métodos para la reglamentación del trabajo ocasional.
Se trata de unos papeles que pueden tener un valor de 7,50, 15 o 37,50 euros. A partir del momento en que se retira el bono, el portador cuenta con un año para cambiarlo por dinero. De hecho, los bonos no son una moneda de cambio, sino que hace falta siempre cambiarlos por euros en un estanco.
Los bonos laborales nacieron como una modalidad de pago en situaciones de trabajo ocasional con el objetivo de reglamentar aquellas prestaciones de servicios irregulares que no podían ser inscritas en ciertos contratos de trabajo. “El propósito era específicamente el de crear un instrumento para luchar contra la ilegalidad en los trabajos irregulares", explica la docente de Derecho Laboral Anna Zilli. Es decir, incluso por una sola jornada de trabajo, el empleador estaba obligado, gracias a los bonos, a no pagar en negro y a abonar automáticamente el 25% del total como tasas, porque por ejemplo comprando un bono de 10 euros, 7,50 son para el trabajador y el resto son aportaciones y cobertura de seguro y accidentes.
La idea era crear un sistema legal contra el creciente fenómeno del trabajo en negro en el sector de los pequeños trabajos y, a través de los bonos, permitir que al trabajador le reconozcan las contribuciones al régimen de pensiones, sin que esta pequeña remuneración afecte de ninguna manera su situación de desocupado.
Los datos
Para comprender mejor el impacto de los bonos laborales en el mercado del trabajo es útil echar un vistazo a las estadísticas publicadas por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INPS) y el Instituto Nacional de Estadística (ISTAT): antes de la reforma laboral (2002-2003) el INPS realizaba casi ciento cincuenta mil inspecciones al año. Las cifras relativas al trabajo irregular crecieron significativamente de un año a otro, pasando de un 53% a un 61%, y se observó un aumento alarmante del número de trabajadores ocasionales e ilegales en el sector agrícola, casi el 90% de las personas empleadas.
En el año 2004 se realizaron menos inspecciones, y cerca del 75% de los trabajos ocasionales tenían alguna irregularidad. En el 2005 se realizaron aún menos inspecciones (134.067), notando, sin embargo, un incremento del 19% en tales irregularidades. A partir del 2009, se ve el comienzo de una tendencia positiva en la disminución del trabajo irregular. Al mismo tiempo, la cifra de trabajadores afectados por los bonos laborales comenzó a crecer, duplicando los valores del año precedente (59.206).
“En el período 2014-2015, en cambio, el uso de los bonos experimentó un boom, debido a la relajación de las normativas. Desde 2014, más de un millón de personas han trabajado a cambio de bonos. Por un lado, ayudaron a combatir la ilegalidad, pero por otro, crearon más irregularidades”, explica la profesora Zilli.
Entre la irregularidad y la precariedad
Los problemas surgieron cuando los empleadores comenzaron a preferir contratar por medio de los bonos laborales, en vez de utilizar los contratos al uso. La solución terminó por convertirse en problema. Los bonos les sirvieron como garantía contra las inspecciones por sorpresa, las financieras y los accidentes laborales, eliminando además todos los costes del contrato regular. Un auténtico abuso que con los años sustituyó a algunos tipos de contratos como el contrato temporal y el de media jornada.
Lo que debía ser “una herramienta útil y una verdadera alternativa al trabajo en negro para las familias, pequeñas asociaciones y emprendedores se convirtió en una alternativa, para los empleadores, al mercado normal”, asevera la docente de Derecho Laboral.
Su eliminación y la nueva etapa
“Existe la necesidad de crear un reglamento serio para el trabajo ocasional y esporádico, sabiendo que este instrumento (los bonos, ndlr) se deterioró gradualmente, modificando las intenciones por las cuales fue introducido”, llegó a declarar el Primer Ministro, Paolo Gentiloni
Una respuesta equivocada, o que con el tiempo demostró estar equivocada, para una necesidad justa. Es necesario identificar herramientas eficaces y modernas que regulen el trabajo ocasional y esporádico, encontrar nuevos reglamentos y hacerlo rápido. El riesgo, de hecho, es el de dar un nuevo impulso al trabajo en negro o encubierto que amenaza con regresar con cifras elevadísimas. Sobre todo en aquellos sectores donde, como explica la docente, hay tantos negocios pequeños e irregulares que no logran ni siquiera establecer un contrato a tiempo parcial”.
Con la eliminación total de los bonos se volverá al trabajo en negro en el sector del servicio doméstico y los pequeños negocios, mientras que las grandes empresas se orientarán hacia los contratos por hora o los contratos por obra y servicio en los sectores donde así esté previsto por la ley.
Los bonos laborales en Francia y Alemania
Los instrumentos reguladores bajo la lupa en este momento son principalmente dos: el modelo alemán de los “mini-jobs”, para las empresas y negocios, y los bonos franceses para el trabajo doméstico.
Los bonos franceses pueden ser utilizados solamente por las familias para pagar de manera directa o indirecta a diferentes empleados domésticos tales como cuidadores, canguros o jardineros, y los mismos permiten realizar las necesarias contribuciones al régimen de pensiones. Sin embargo, estos bonos tienen un carácter más burocrático y mecánico en comparación con los bonos italianos: se encuentran constantemente bajo el control del centro nacional Cheque Empleo Servicio Universal (CESU), el cual, con el fin de poner un límite a los abusos, registra y rastrea todos los pagos realizados a través de los bonos para luego generar directamente la nómina y el cálculo de las contribuciones. Para acceder a los bonos es necesario registrarse en el portal general en línea, crear un perfil al cual asociar una cuenta bancaria y llenar constantemente diversos formularios y documentos. En pocas palabras, es muy diferente a ir al estanco.
En cuanto a los alemanes, el modelo de los “mini-jobs” establece un salario mensual máximo de 450 euros por 15 horas de trabajo a la semana, libre de impuestos y demás cotizaciones sociales, las cuales corren a cargo del empleador.
Sin embargo, no todo es color de rosa. El sistema de los “mini-jobs” en Alemania generó una intensa nube de abusos y pensiones bajísimas. Según indica el periódico italiano Il Sole 24 Ore, al día de hoy, más de siete millones de personas están empleadas con contratos “mini-jobs”, los cuales corren el riesgo de sobrecargar el sistema de protección social nacional. No es casualidad que el candidato socialdemócrata Martin Schulz haya declarado con firmeza que pretende modificar este instrumento de reglamentación para así limitar los abusos. “Una respuesta equivocada a una necesidad justa” opina el candidato.
Sea cual sea la solución que el gobierno esté planeando adoptar, no cabe duda de que Italia es un país estancado que no logra garantizar un empleo estable ni crear fondos de pensiones para los jóvenes. “Este sería un buen momento para reflexionar sobre qué es lo que una empresa debe hacer para sobrevivir en un país hiperburocrático como Italia. Si miramos hacia atrás, la edad de jubilación era los 45 años, y luego comenzó a crecer con la idea de hacer espacio para los jóvenes. Hoy nos encontramos de nuevo en el punto de partida. Quizás pensar menos en los incentivos y más en una revisión completa de la máquina pública podría ser la solución a largo plazo. Pero mientras tanto se nos venía encima el referéndum sobre los bonos y nadie quería salir demasiado perjudicado", considera la profesora Zilli.
Los bonos en Bélgica, Inglaterra y Austria
En Bélgica los bonos o títulos de servicios permiten pagar solamente algunas profesiones como la asistencia a personas con movilidad reducida, la limpieza doméstica o el cuidado de ancianos. Asimismo, los empleadores no pueden hacer uso de estos bonos para pagar por servicios dentro de su propia profesión. En Reino Unido, en cambio, desde el año 2005 existen los bonos para el cuidado de niños - deducibles de impuestos -, una verdadera ayuda para los padres con niños pequeños. Según esta reglamentación, es posible convertir hasta 243 libras del salario propio en bonos para el cuidado de niños. Los servicios disponibles a través de estos bonos incluyen enfermerías, cuidadores, guarderías, asistencia extraescolar, etc., y pueden ser utilizados también por empresas como una forma de asistencia y control para los hijos de los empleados durante el horario de trabajo.
En Austria existen los Dienstleistungsscheck (cheques servicio) que son utilizados solamente para pagar por servicios de asistencia familiar y actividades domésticas como servicio de niñeras, jardinería, cuidado de ancianos y personas con discapacidades. No son muy comunes y pueden tener una duración máxima de un mes (con posibilidad de renovación) con un pago que no debe exceder los 569 euros mensuales.
Translated from Il grande pasticcio dei voucher in Italia