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El Futuro Está en la Economía Social

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Los jóvenes manifestantes anti-globalización que protestan por la explotación ejercida por las multinacionales parecen no haberse dado cuenta de que lo que reclaman ya existe.

En el transcurso de la Segunda Conferencia Europea sobre Economía Social que tuvo lugar el pasado mes de octubre en Cracovia, descubrí que mi cosmético favorito lo fabricaba una cooperativa. Me sorprendió gratamente saber que una compañía que manufactura productos atractivos y competitivos pueda basarse sobre el principio “las personas antes que el beneficio”. Durante la conferencia se intentó demostrar mediante la muestra de productos fabricados por cooperativas que estas están funcionando bastante bien en Polonia.

Aún así, y pesar de que la propia conferencia podría haber supuesto un paso importante para fomentar el desarrollo de empresas con criterios sociales, la realidad es que este tipo de negocios todavía tienen mucho camino por recorrer, tanto en Europa oriental como central, para llegar a ser considerados como exitosos.

¿La gran solución?

Conversando con Thierry Jeantet, Director general del consorcio asegurador sin ánimo de lucro Euresa, da la impresión de que la economía social es la única salida posible: el capitalismo es un sistema viejo e injusto que necesita ser reemplazado por un modelo basado en la solidaridad que incluya principios éticos y sociales. Pero echándole un vistazo a la situación en Europa central y oriental uno podría dudar que la economía social sea realmente la gran solución.

En los 90' brotaron como champiñones montones de asociaciones, ONG´s y demás formas asociativas sin ánimo de lucro. La mayoría se estableció en las grandes ciudades, dejando a un lado las áreas rurales. A esto se le suma que los que se suelen implicar en este “tercer sector” son por lo general aquellos que tienen educación superior, por lo que al final el porcentaje de ciudadanos de a pie implicados en estos proyectos es ciertamente pequeño.

De todas las formas de economía social presentes en Europa del oriental y central, quizás sean las cooperativas* las que peor lo hayan hecho y han experimentado un rápido declive en estos últimos años. Durante la época comunista el número de cooperativas funcionando llegó a ser muy alto, pero hacían las veces de agencias cuasi estatales puesto que formaban parte de la estructura económica nacional y sus actividades estaban sujetas a la intervención del gobierno. Los altos cargos dentro de las cooperativas estaban ocupados por personas elegidas a dedo por la administración estatal, lo que junto con su posición monopolística terminó por generar una mala reputación que aún hoy persiste. Esta forma de economía social es vista como una reliquia del antiguo régimen, por lo que no encuentra demasiado entusiasmo entre la juventud.

Andrzej Cichon, miembro de la cooperativa polaca Saddlers, nos comenta que el negocio marcha bien pero que hace falta algo de savia joven ya que la mayoría de sus miembros rondan la cincuentena, y esto no augura un buen futuro.

Otro problema añadido para las cooperativas es que el sistema educativo ni tan siquiera comenta su existencia a los jóvenes, así que estos no saben qué es eso de una cooperativa, y los que lo saben no creen que ese tipo de negocio pueda competir contra las empresas normales. “Suelen creer que todo lo que no sea de propiedad estatal o social es bueno”, comenta Cichon. Sin embargo, también espera que el acceso a la Unión mejore su situación puesto que la mayor facilidad de acceso a los mercados comunitarios así como la percepción de algunos fondos adicionales podrían generar un mayor apoyo para las cooperativas.

Problemas de Imagen

La mala percepción pública de la economía social heredada del comunismo, junto con la ideología neoliberal adoptada después, ha hecho que las cosas no sea fáciles para las empresas con criterios sociales. Mientras se veneran las privatizaciones, la economía social no ha conseguido ganarse ningún apoyo político significativo. No es sólo que se le haya negado su papel y su importancia, como quedó de relieve durante la Conferencia de Cracovia, sino que además se le ha marginado debido a su asociación con el antiguo régimen. Como resultado, durante el periodo de transición, cuando se dejó a un lado a muchísima gente que necesitaba ayuda desesperadamente para encontrar la forma de abrirse camino en la nueva realidad capitalista, la economía social se enfrentaba a una seria crisis y fue incapaz de responder a sus necesidades.

De esta manera, la solidaridad, la cooperación y la ayuda mutua que desempeñaron un papel tan importante para derrocar el régimen comunista en Europa se desvanecieron una vez conseguida la independencia.

Phillipe Saffray, representante de la mutua aseguradora polaca MACIF, sostiene que el reto que su compañía tiene que afrontar no es otro que el de volver a ganarse la confianza de los polacos, que ahora tienen depositada en las aseguradoras netamente comerciales. Cuando Saffray expone al público que el principal objetivo de las mutuas no es vender productos sino responder a las necesidades de sus clientes lo suelen tomar por miembro de algún tipo se secta o por un vendedor demasiado avispado.

Tanto este como otros muchos problemas a los que la economía social se tiene que enfrentar en esta región de Europa me llevan a concluir que aún queda mucho trabajo por hacer para darle la oportunidad a la gente de reajustarse a la economía de mercado sin perder los valores de cooperación y solidaridad. Eso sí, tal y como descubrí en la conferencia, es factible.

*Una cooperativa es una asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para cubrir sus necesidades comunes económicas, sociales y culturales mediante una empresa de propiedad común y dirigida democráticamente.

Translated from Social economy is the future