El fútbol europeo, entre deporte y negocio
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Alba María Soria CaseroSegún las famosas enciclopedias Treccani y Británica, el fútbol es, gracias a sus sencillas reglas y su extrema adaptabilidad, el deporte más popular del mundo en cuanto a practicantes y espectadores. Pero detrás de todo esto se abre paso una realidad cada vez más descarada: un negocio de millones de euros se extiende, lejos de la verdadera esencia de este deporte.
Estamos en vísperas del Campeonato mundial de fútbol organizado por la FIFA, el evento deportivo con más seguidores, sin duda. Un deporte muy difundido, pero cuyo origen es difícil de explicar: tomó su forma moderna en la Inglaterra del siglo XIX para extenderse, más tarde, por todo el continente europeo, en las colonias de América del Sur y, finalmente, el resto del mundo. La vasta definición que adoptan los autores de Wikivoyage en la página titulada Football in Europe, demuestra que, hoy en día, es un elemento imprescindible en nuestra cultura: "Cada año, el fútbol seduce a toda Europa de septiembre a mayo: los partidos se retrasmiten en los bares, los estadios se llenan hasta arriba, y los niños juegan en las calles mientras adultos obesos se retan en nombre de sus clubes en pequeños campos". Pero, si nos fijamos bien, más allá de esa visión "romántica", el fútbol de hoy es también (¿se podría decir sobre todo?) un complejo sistema enconómico que encuentra su máxima expresión en Europa.
Los negocios futbolísticos
Aparte de las discusiones sobre cuál es el país que desempeña el papel de líder de este deporte, es ya evidente que las sociedades futbolísticas se han trasformado en un negocio, en todos los sentidos. Un cambio explícito en la mayoría de los países: en el caso de Italia, a partir de 1996, a través del decreto ley 485/96, más tarde convertido en ley en noviembre del mismo año, las sociedades futbolísticas adquirieron el título de empresa. La producción en el mercado y la existencia de un riesgo general, son las características fundamentales que las hacen parecer verdaderas y propias empresas, además de una "pecurialidad típica", cuyo valor es único e inestimable: la pasión y el sentido de la propiedad. Un patrimonio sobre el que la mayoría de los clubes, tal vez el sector entero, han construido fortunas propias y han conseguido no ser destruidos por intereses conflictivos de usuarios, representantes, empleados en general y futbolistas.
Así, el espectáculo deportivo constituye el objeto al que va dirigida la actividad enconómica de la empresa futbolística, pero no es el único valor de la producción: los derechos televisivos, la explotación de la imagen y los patrocinadores, es decir, la expresión de sistemas económicos modernamente organizados y que derivan de una compleja lógica emprendedora, flanquean hoy las "clásicas" ganancias más unidas al deporte. Imagen y popularidad forman, después de todo, un interés psicológico que puede llegar a ser incluso más importante que un rendimiento económico inmediato. Gracias a estas características, la industria cuyo balance es, a menudo, negativo, ha conseguido mantenerse viva y vital.
Las dudas de la UEFA: ¿Juego limpio financiero?
La tendencia del fútbol por trasformarse en un deporte-negocio parece irreversible: en esta óptica, conviene introducir también el UEFA Financial Fair Play Regulations, un proyecto que, desde 2009, es el máximo órgano futbolístico europeo y está dirigido a extinguir las deudas contraídas por la mayoría de las sociedades futbolísticas. Entre los pocos ejemplos positivos se encuentran seguramente el Bayern de Múnich, el Arsenal, el SSC Nápoles y el ACF Fiorentina. El segundo objetivo, declarado en la oscuridad, es, en cambio, conseguir reducir los huecos entre los equipos que pueden permitirse costosas inversiones en el mercado porque están gestionados por emprendedores y multinacionales: el Paris Saint-Germain (PSG) de Nasser Al-Khelaïfi, propiedad de la Qatar Investment Authority o el FC Zenit Saint Petersburg de Aleksandr Dyukov, de Grazprom, por ejemplo, han sido sancionados, aunque esto no ha privado a la dirección del PSG de la compra, por 50 millones de euros, del defensa brasileño David Luiz.
Los recientes éxitos de sociedades como el Borussia Dortmund, el Bayern de Múnich y la proeza del Atlético de Madrid han acabado con los temores referentes al nacimiento de un grupo de equipos elitistas y exclusivos (como los "Big 4" de la Premier League entre 1996 y 2008, o el duopolio de la Liga Española), pero quedan irresueltas las lagunas sobre las proporciones fiscales: cada país tasa de forma diversa las sociedades, o la ausencia de claridad en lo referente a los sponsors y la implicación de terceras sociedades.
Permanece pues una cierta debilidad y un cierto caos en la gestión de estos casos por parte de la UEFA: por muy nobles y justas que sean sus intenciones, es necesario que Platini, Erzik y otros socios, encuentren modos más eficaces para hacer válidas sus razones; solo así será será posible encontrar la justa medida entre deporte y economía.
Translated from IL CALCIO EUROPEO, TRA BUSINESS E SPORT