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El exilio iraní: un mosaico de tendencias en torno a la libertad y la paz

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En Europa residen muchos exiliados iraníes en comunidades heterogéneas. No obstante, coinciden en algo: se debe alcanzar en Irán la libertad y el respeto de los Derechos Humanos por medios pacíficos.

En la tienda de alimentación iraní cercana a Kantstrasse, junto al pan, el arroz, los pistachos, los dátiles y las especias frescas, también es posible hallar música y libros de origen iraní. Todo el que a este negocio se acerca adquiere exquisiteces persas y puede sumergirse en una charla animada. Se bromea, se ríe y se comentan banalidades: aquí todos se conocen.

Tan sólo a unas calles de distancia, en la librería persa y oriental Hedayat, uno de los escritores iraníes más famosos, Abbas Maroufi, se encuentra sentado a una mesa, conversando por teléfono. Saluda asintiendo con la cabeza y con una mirada simpática. Su revista Gardoon –palabra que significa “los sótanos del cielo”- se convirtió en un importante portavoz político en Irán tras la Revolución de 1979. Sin embargo, sus críticas al sistema desagradaron sobremanera a los poderosos y Maroufi tuvo que expiar sus culpas con multas de cárcel y torturas a base de latigazos. El escritor abandonó Irán y desde entonces vive exiliado en Alemania. No se debería consentir que Irán haga uso de armas nucleares, mientras las violaciones a los Derechos Humanos sigan figurando en el orden del día. Por lo menos varios de sus compatriotas están de acuerdo con él. De hecho, en abril, un grupo de 20 personas se encadenó a las vallas de la embajada iraní en Berlín con pancartas con la frase: “No a las armas nucleares en Irán”.

De los aproximadamente 120.000 ciudadanos iraníes que viven en Alemania, multitud de ellos abandonaron su país al estallar la Revolución en 1979. Sin embargo, en Berlín no existe enclave o barrio iraní alguno, como tampoco en el resto de Europa. Al parecer, los iraníes están perfectamente integrados en el viejo continente. Esto se debe quizás a que su pueblo o comunidad es heterogénea; si bien es cierto que existen muchas organizaciones culturales y de refugiados, así como asociaciones que apoyan actividades políticas y en cuyas filas figuran seguidores y opositores al régimen de los ayatolás. Entre los exiliados iraníes no sólo se hallan médicos, ingenieros o empresarios, sino también artistas.

Dentro de éste último grupo se encuentra Abbas Maroufi, que se define a sí mismo como escritor y que tiene una idea clara sobre Irán. En su tienda se amontonan amplias colecciones de libros y fotografías, obras de importantes poetas iraníes como Rumi, así como también ejemplares de Persépolis, el cómic de Marjane Satrapi. Persépolis relata la historia de la propia autora, historia de una joven que sufre la represión en Irán y a los catorce años es enviada a Austria para huir de la guerra entre Irán e Irak. La heroína regresa a su país a los 18 años, sin embargo lo vuelve a abandonar, esta vez definitivamente: su sed de libertad es demasiado fuerte. Hoy en día, las ilustraciones de esta artista afincada en París se conocen a escala internacional, no en vano colabora con los diarios Libération y The New York Times. Del mismo modo, su colega Parastou Forouhar, artista conceptual exiliada en Frankfurt, ha vivido de cerca las violaciones de los Derechos Humanos en Irán. Sus padres, ambos opositores al régimen, fueron asesinados en 1998. En su obra, la artista pone de relieve la lucha por la libertad en su país y los derechos de las mujeres.

Enemigo Ahmadineyad

El nuevo Presidente de Irán –Ahmadineyad-, que provoca a la comunidad internacional con su programa atómico y que exige la extinción de Israel, es el paradigma de enemigo para la mayoría de los exiliados iraníes. “Este don nadie se atreve a representar a nuestro hermoso país”, dice Forouhbar con honda indignación. Con algo más de elegancia, pero con las mismas ideas en esencia, Bahman Nirumand, afamado periodista y editor del informe sobre Irán de la Fundación alemana Heinrich-Böll, escribía en un artículo para la revista Cicero: “Ahmadineyad es un jefe de Estado impredecible, de ideas completamente radicales alejadas de toda realidad, con poca formación y experiencia en política”. El que fuera primer Presidente de la República islámica ahora exiliado en Francia, Abdulhassan Bani Sadr, va aún más lejos en sus críticas, al sostener en una entrevista televisiva que Ahmadineyad participó, como miembro de los servicios secretos de la Guardia Revolucionaria, en ejecuciones de exiliados políticos. Bahman Nirumand no deja títere con cabeza e igualmente dedica críticas a la política europea: desde su punto de vista, la censura y la discriminación hacia las mujeres en Irán deberían ser temas centrales en Bruselas. En las marchas de Pascua en Berlín, el escritor le reprochó a los regímenes occidentales que Irán sólo les llamara la atención por su opaco programa nuclear. Según Nirumand, si no se hubiesen tolerado antes las violaciones a la democracia, la situación de la sociedad iraní no se encontraría como se encuentra ahora.

No a un segundo Irak

Mientras tanto, en Londres se está formando la oposición contra Ahmadineyad en Internet. Poco después de las elecciones presidenciales, la escritora y periodista Maryam Namezie publicaba en su blog las “Nueve razones que explican por qué las elecciones presidenciales son una auténtica vergüenza”. La periodista utiliza esta oportunidad de hablar abiertamente al público para afianzar aún más su postura a favor de los Derechos Humanos. En su blog, denuncia de forma deliberada el arresto de opositores al régimen y de periodistas; no obstante, también es crítica con un posible golpe militar contra su país: “no se debe replicar lo de Irak”, y se dirige concretamente al Ministro de Defensa americano Donald Rumsfeld. “Si existe alguien capaz de reinstaurar en Irán la libertad, la igualdad y el bienestar, ése no es usted, sino el movimiento revolucionario que lucha por el derrocamiento de la República islámica de Irán”. Asimismo, el escritor germano-iraní Navid Kermani advertía en un artículo en el diario Süddeutsche Zeitung de un eventual ataque a Irán, asegurando que esto sólo conseguiría reforzar el régimen de los mulás. En su discurso durante las marchas de Pascua, Bahman Nirumand declaró: “No a una nueva Guerra del Golfo, no a la guerra en Irán”.

La situación es tensa. El presidente Ahmadineyad ha anunciado que en junio visitará Alemania con ocasión de la Copa mundial de fútbol, campeonato en el que participará el equipo nacional iraní. En Berlín no desean su visita. De hecho, no sólo es rechazado por la comunidad judía, sino también por los exiliados iraníes. El miembro de la junta directiva de la Liga en defensa de los Derechos Humanos, Mahmoud Rafi, adoptó una posición clara: si finalmente Ahmadineyad acude a los mundiales en Alemania, no hay duda de que se sucederán las protestas masivas.

Translated from Exil-Iraner: Für Freiheit, gegen Krieg