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El deporte, en huelga: ¿Culpa de las estrellas millonarias?

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Carla Manzanas

SociedadLifestyle

Para los aficionados americanos y muchos apasionados europeos, el verano de 2011 será recordado como el verano del lockout. De hecho, hace pocas semanas que la NFL ha resuelto la controversia contractual entre propietarios y el sindicato de jugadores. Por lo que se refiere a la NBA, la situación se encuentra en fase de negociación y por el momento no hay luz al final del túnel.

Varias semanas después de las huelgas del deporte, es tiempo de analizar sus causas y consecuencias.

Un sistema enfermo

En España e Italia la opinión pública tiene la convicción de que la reivindicación de los futbolistas es simplemente un capricho de jugadores millonarios, defendiendo sus propios intereses. ¿Es justo poner al mismo nivel la figura del futbolista y del político? Esa figura que en tiempos de crisis y sacrificios comunes mantiene el sistema establecido para sacar beneficio.

No es justo. El problema es otro: el deporte en Europa está encarcelado en un sistema enfermo, que vive por encima de sus posibilidades y que se está colapsando porque, como en el caso de la crisis financiera y sus derivados, no es posible acumular débito infinito: un castillo de cartas está, tarde o temprano, destinado a caer. Pocos son los equipos que tienen un appeal suficiente para cubrir, entre merchandising, aficionados y derechos televisivos, los costes del club. Aún menos equipos pueden confiar en que las competiciones internacionales ayuden a dar un respiro al bolsillo y poquísimos son los que cuentan con una gestión capaz de cubrir anualmente con sus propios beneficios, el déficit acumulado.

El océano de los pequeños clubes sin recursos

Más allá de los nombres altisonantes y de los campeones bien pagados, el mundo del fútbol vive de jugadores menores, con retribuciones muy lejanas respeto a aquellas de los compañeros más famosos. En el caso de la vaga española, se trata de decenas de clubes con importantes retrasos en los pagos a sus propios jugadores. En Italia, donde desde hace un año el nuevo contrato espera ser firmado, la protesta gira en torno al famoso artículo 7, que si fuera eliminado haría saltar la protección sanitaria de los atletas en caso de lesión, daría la posibilidad a los clubes de cancelar el contrato con los jugadores e incluso de cederlos a otras sociedades aun con la negativa del propio jugador. La Asociación de jugadores no habla, en sus comunicados, de contrariedad a la contribución de solidaridad; en la valoración de la opinión del jugador, el lector no debería pensar a los tacaños del fútbol, sino a el resto de la galaxia compuesta por pequeños clubes que viven de expedientes, que se salvan gracias a decretos que extienden la deuda, a facturas falsas, a avales inexistentes. Y que oscila, además, entre los pocos ingresos publicitarios y un mercado hinchado que impone salarios estratosféricos imposibles de pagar.

El caso americano es también emblemático: un lockout resuelto (fútbol americano, NFL) y otro en curso (baloncesto, NBA). En la base de un bloqueo de las actividades por parte de los propietarios existe la falta de un acuerdo con los jugadores. ¿El problema? La redistribución equitativa de los ingresos entre clubes y jugadores, que premia a los primeros a expensas de los segundos. El en sistema “made in USA”, que respeto al europeo cierra en positivo los balances propios, no se reconoce a los atletas como piezas importantes en la creación de riqueza para el club cuando, en cambio, son ellos con su juego espectacular los que apasionan a los seguidores y por tanto –traducido a términos de marketing- a conquistar los derechos de televisión, abonados, venta de merchandising y torneos internacionales bien pagados por patrocinadores.

El aficionado no lo entenderá

El deporte no vive en un planeta aislado, sino que es hijo de los tiempos y de la sociedad en la que se desarrolla. Refleja los vicios de un sistema alabado durante mucho tiempo y del que ahora estamos pagando las consecuencias: endeudamiento descontrolado, falta de respeto por las reglas y un cierto apaciguamiento de los gobernantes que en muchas ocasiones han hecho ojos ciegos frente a los problemas de los últimos años. Manchas que ahora resultan difíciles de limpiar frente a un electorado con una gravísima crisis económica y al cual se intenta pedir un gran esfuerzo para compensar los débitos acumulados, por otros. El problema del deporte es un problema del sistema, sería simplista achacarlo a los caprichos de cualquier estrella mediática acostumbrado a contratos faraónicos.

Fotos: portada (cc) Singapore 2010 Youth Olympic Games/flickr; texto: Messi (cc) Globovisión/flickr, Tommasi (cc) Luca Volpi/flickr;

Translated from Europa e USA, lo sport si ferma: non è colpa delle star milionarie