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El danés que limpia los océanos de plásticos

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De no actuar ahora, en 2050 los océanos del mundo tendrán más plásticos que peces. Una realidad de la que Europa no se perjudica de forma directa a pesar de producir millones de toneladas al año. Quedamos con Henrik, un biólogo, marino y buceador danés que, ante la gravedad del asunto, ha decidido ponerse manos a la obra.

"Yo también" es un proyecto editorial realizado por jóvenes periodistas europeos en colaboración con el Yo!Fest @the EYE2018, el encuentro anual de jóvenes más importante de Europa. A través de cinco reportajes abordamos algunos de los temas que más preocupan e interesan a la generación milenial. Esta semana hablamos de igualdad de oportunidades.

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Camino junto a Henrik Beha Pedersen al lado del canal en Islands Brygge, en el centro de Copenhague. A pesar del frío, el sol brilla con fuerza. Una suave brisa lleva pequeños objetos esparcidos por las rocas negras junto al agua. "Deberíamos organizar una limpieza", dice Henrik. A pocos metros de nosotros, una plataforma de hormigón está ocupada por un cisne mudo, el ave nacional de Dinamarca. En el agua, junto a él, flota una bolsa de plástico.

"¡Mira cuánto plástico!", exclama. Mientras caminamos por el pintoresco puerto, Henrik habla sobre lo irritante que es que pensemos que la basura solo termina en las calles de los países menos desarrollados. "Solo míralo", insiste, señalando todos los objetos de plástico que flotan en el agua y entre las rocas.

Que no se vea no significa que no exista

En la mayoría de las ocasiones, Europa exporta a los países en desarrollo los desperdicio con los que no sabe qué hacer. "Como no se ve, es como si no existiera" explica. En 2016, de los 8,5 millones de toneladas de residuos plásticos producidos por ciudadanos europeos, alrededor de 1,6 millones de toneladas acabaron en China.

Pero Henrik no es solo un tipo que habla sobre el cambio. Él predica con el ejemplo. A sus 54 años, es un héroe que lucha contra los residuos plásticos. En mayo de 2014 fundó Plastic Change, una organización danesa con la que organiza misiones de limpieza en todo el mundo y crea conciencia sobre las consecuencias provocadas por el aumento de la contaminación plástica en los océanos y el medio ambiente en general.

En medio de nuestra conversación sobre las exportaciones de residuos de la UE, Henrik decide bajar entre las rocas. "Francamente deberíamos limpiar este lugar", dice de nuevo, con la cabeza inclinada sobre una bolsa de plástico amarilla que ha encontrado entre las rocas. Mientras, se le escucha decir "qué desperdicio" para sí mismo varias veces. A medida que observa, va encontrando más y más basura junto a las rocas, por lo que comienza a meterlo todo en la bolsa. Una pajita, una bolsa de farmacia, una taza roja, algunos envoltorios brillantes de caramelo... Hay cosas por todas partes.

Dos hombres con camisetas negras pasan a nuestro lado. Llevan grandes bolsas de basura y herramientas de limpieza. Henrik los mira desde las rocas: "Es increíble. Buen trabajo chicos". Los dos trabajadores parecen ligeramente sorprendidos por el ánimo que han recibido de Henrik, pero todo es parte del cambio que él quiere ver. Mientras los hombres caminan, Henrik vuelve de las rocas y otra bolsa de plástico flota detrás de él en el canal.

"Somos responsables de lo que le dejamos a la próxima generación"

Mientras comemos pan de centeno danés, Henrik me cuenta cómo terminó trabajando con plástico. Estudió para ser biólogo ambiental, especializado en los efectos de los productos químicos. Después de terminar sus estudios, trabajó para Greenpeace, primero como gerente de campaña y luego como el líder del programa de Greenpeace Dinamarca.

"El medio ambiente y su protección han sido para mí el principio clave de todo lo que he hecho durante estos últimos 20 años", cuenta. Pero hace cinco, Henrik decidió separarse de Greenpeace y seguir su propio camino. "Tras abandonar Greenpeace, dediqué un tiempo a reflexionar sobre lo que quería hacer. Trataba averiguar dónde podría tener más influencia mi trabajo", explica, mirando hacia la lejanía del canal.

¿Por qué decidió Henrik ir por este camino (atestado de plástico) de baldosas amarillas? Con una sonrisa en su rostro, recuerda la vez que hizo autostop a través de Europa y el norte de África con un amigo y tropezó con una pila de plástico en el patio trasero de un hotel en Túnez. Me dice que la pila tenía unos dos metros de altura y veinte de ancho, extendiendo los brazos para indicar el tamaño. "Comenzamos a jugar con el plástico, haciendo esculturas con él. Fue la primera vez que veras comencé a pensar lo fantástico que es este material. Yo solo lo había usado una vez, y ahora estaba ahí en abundancia frente a mí, en el jardín", explica.

Como marinero y buceador, además de defensor del medio ambiente, Henrik ha dedicado buena parte de su vida (20 años para ser exactos) a la conservación de océanos y mares de todo el mundo. "Comprendí el serio problema del plástico en la naturaleza y los océanos. Había que hacer algo y, en ese momento, Greenpeace estaba centrado en otros proyectos", confiesa. Después de dejar la ONG, comenzó a preguntarse cómo podría él influir positivamente en el medio ambiente. Para dar con la respuesta, le preguntó a sus dos hijos. "Papá, necesitas trabajar con plástico", le respondieron sin pensarlo un minuto.

El tono de Henrik se vuelve más serio. "Somos responsables de lo que le dejamos a la próxima generación. Esa es la base [...] de Plastic Change. Lo más importante es entender que existe un vínculo entre el plástico y el clima: el consumo excesivo. No podemos simplemente consumir. También hay que pensar que es necesario reducir nuestro consumo", explica.

"Podemos hacer mucho"

Después de nuestra caminata a lo largo del canal, regresamos a las oficinas de Plastic Change. Al entrar, dos cosas llaman mi atención. La primera, la gran bola de plástico que cuelga del techo, decorada con botellas de plástico reutilizadas, blancas y de diferentes formas y colores que forman un globo con montañas y árboles. La segunda, la perrita de la oficina, Else, que curiosamente se acerca para comprobar si los recién llegados tienen algo de comer para ella. Henrik saluda a la perra, aunque para pesar del anima, no le da nada. Me lleva a una oficina tranquila mientras el resto del equipo almuerza.

Nos sentamos y Henrik continúa hablando energéticamente, a pesar de que es un tema bastante desalentador. "Nuestro mayor desafío es descubrir cómo podemos hacer de esto algo que esté al alcance de todos en el día a día, y que aprendamos a poner nuestro granito de arena. Tenemos la capacidad, como seres humanos, de hacer mucho" afirma, y acto seguido comienza a mencionar algunos ejemplos. Llevar tu propia botella de agua, separar la basura o reutilizar las bolsas de las compras son pequeños gestos con los que se consigue mucho.

Como organización, Plastic Change organiza muchas actividades. Publican materiales de aprendizaje e información académica acerca de los deshechos de plástico, organizan eventos de limpieza, han diseñado un banco hecho de plástico reusado del océano, organizan competiciones de fotografía e incluso han desarrollado una aplicación llamada Beat the Microbread (Lucha contra las micropartículas de plástico, en español) en la que los usuarios pueden revisar si un producto contiene estas partículas o no, con tan solo escanear el código de barras. Sin embago, para Henrik, no es suficiente: "Pienso que es importante que nos enfoquemos también en la responsabilidad que tienen la industria del plástico y los políticos. Solamente podremos resolver esto juntos". Él espera que un día, Plastic Change sea la organización a la cual recurrir cuando se trate de deshechos plásticos.

¿Mareas ciudadanas? No, de plásticos

El héroe de plástico se pavonea por la oficina con una piel visiblemente más bronceada que la de sus colegas. Unos días antes, Henrik navegaba por el Océano Pacífico para ver cuán crítica se ha vuelto la situación de los deshechos de plástico. "Queremos ver, sentir y exponer el problema. Estar cerca del océano y recoger pedazos de plástico en medio de las llamadas "sopas de plástico" (extensiones con millones de piezas de plástico concentradas en ciertas áreas del océano que flotan en la superficie), y enviar fotos de lo que vemos, es una manera potente de despertar conciencia", comenta.

A inicios de este año, un joven cachalote fue arrastrado muerto a la costa de Cabo de Palos, en Murcia. Dentro de la ballena, los científicos encontraron 29 kilos de basura plástica, solo una fracción de los 8 millones de toneladas de plástico que estamos tirando cada año. Durante sus viajes, Henrik ha encontrado inmensas "sopas de plástico". En los últimos años, Plastic Change ha viajado a lugares como Hawai, donde Henrik y su equipo organizaron eventos de limpieza en playas y extrajeron plásticos de las aguas. "Me enfadé mucho cuando vi todos los micro plásticos. Es solamente un fallo del sistema", afirma Henrik entusiasmado. "Nos lo hemos pasado muy bien todos estos años con tanto plástico. Pero la fiesta ya se ha acabado".

A Pesar de todo, Henrik no quiere que el plástico desaparezca por completo. Una y otra vez, insiste en cuán fantástico es como material. "No valoramos lo suficiente que los productos pueden ser reutilizados una vez que han sido usados", agrega, refiriéndose a los programas de devolución como una forma de evitar el desperdicio. Es un gran admirador de la estrategia de la economía circular de la UE. Siendo danés, no es de extrañarse. En Dinamarca, los ciudadanos pagan pequeños depósitos para la mayoría de bebidas. Una vez que acaban, los consumidores pueden devolver las botellas de plástico y reclamar sus depósitos. Poco a poco comienza a haber más debate en torno a si introducir o no un concepto similar con las bolsas de plástico. Es un sistema simple y eficiente, que ha demostrado ser extremadamente exitoso en Dinamarca, donde por todo el país, el 90% de las botellas de plástico son recolectadas para su reutilización. "Necesitamos un movimiento de gente joven", agrega Henrik, "La próxima generación necesita preguntarse, cómo puede reducir su consumo de plástico, y cómo puede formar parte de una sociedad donde cada pieza de plástico es reutilizada y nunca termina en la naturaleza".

Mi día con Henrik ha llegado a su fin. Antes de cerrar las puertas de las oficinas de Plastic Change tras de mí, Henrik logra colar una última reflexión. Al contrario de su actitud ligera y energética, sus últimas palabras rebotan en mi conciencia: "Si no lo logramos, nos ahogaremos y comeremos plástico en el futuro".

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Cafébabel es medio colaborador del Yo!Fest, un evento juvenil que cada año organiza el European Youth Forum en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo. Durante dos días se organizan debates, talleres, conciertos y encuentros artísticos. El festival se enmarca dentro del European Youth Event - #EYE2018 y a él acuden más de 8,000 jóvenes de todos los rincones de Europa para expresar su punto de vista sobre temas que les interesan o preocupan. A través de una serie de reportajes, reflexionamos sobre los cinco temas del festival: Keeping up with the Digital Revolution (Revolución digital), Staying Alive in Turbulent Times (Vivir en tiempos caóticos), Working out for a Stronger Europe (Por una Europa mejor formada), Protecting our Planet (Medio ambiente) y Calling for a Fair Share (Igualdad de oportunidades). Sigue el evento en EYE y Yo!Fest.

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Story by

Translated from Copenhagen: The man who wants to save our plastic world