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¿El conservadurismo recupera posiciones?

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¿Asiste Europa a una ola de conservadurismo social de la mano tanto de la Iglesia católica como de ciertas fuerzas políticas?

La Iglesia católica y las posturas conservadoras han formando un buen tándem prácticamente desde que ambas tuvieron el placer de conocerse. Estamos quizás ante la amistad que ha dejado la huella más profunda sobre este rincón del globo.

¿Es esto algo que ya sólo pertenece a los libros de Historia?

Desde hace ya mucho tiempo se ha tendido a asociar a los países de la cuenca mediterránea, en especial a Italia, España y Portugal, con unos valores tradicionales muy fuertes, en gran medida debido a su herencia religiosa, que a la larga han determinado el papel que las mujeres desempeñan en sus sociedades. Otros países como Irlanda o Polonia también son portadores de esta marca. Mientras, en el subconsciente colectivo de los europeos del sur, los países escandinavos son vistos como el El Dorado del liberalismo y la igualdad social, algo a lo que en cierta manera deberíamos todos aspirar, pero que en gran medida parece estar fuera de nuestro alcance. Si bien es cierto que durante las dos últimas décadas las sociedades del sur de Europa han avanzado mucho a la hora de equiparase al norte, lo cierto es que aún quedan polémicas sin zanjar, y durante los pasados meses hemos asistido a algunas de ellas.

Reproducción asistida, aborto y familia

Portugal y España comparten una legislación sobre el aborto muy similar, pero mientras que en el último el debate por ahora parece zanjado y ya no preocupa a casi nadie, en el primero la cuestión sigue azotando al gobierno de turno como un boomerang envenenado listo para generar la mayor de las polémicas.

En 2006, el recién elegido gobierno socialista portugués convocará una consulta popular para permitir que las portuguesas puedan interrumpir el embarazo, y si la Iglesia y los conservadores lo permiten, pasarán a la Historia los abortos clandestinos en condiciones insalubres, los barcos pro-aborto holandeses amenazados con ser expulsados de sus aguas territoriales por la armada o los millares de portuguesas cruzando la frontera para abortar. El debate promete volver a ser encarnizado, y es probable que el No, respaldado tanto por la iglesia como por los conservadores vuelva a triunfar.

Otro escenario en el que hemos podido ver a los conservadores de la mano de la Iglesia luchando por una causa común ha sido a propósito del candente matrimonio homosexual en España. De nuevo la Iglesia, junto con el Partido Popular y con el autodenominado Foro Español de la Familia, consiguieron movilizar a decenas de miles de personas en contra de su aprobación, con el beneplácito del propio Papa Ratzinger, al que sólo le ha faltado calificar a España como el nuevo reinado del maligno sobre la tierra desde que estas medidas iniciaran su periplo parlamentario.

Otras cuestiones en las que las elites eclesiásticas han volcado todo su fervor respaldando las posturas sostenidas por los partidos conservadores han sido la lucha contra la investigación con células madre o la reproducción asistida. No hay más que recordar el reciente referéndum italiano en el que el Vaticano tomó parte activa por la abstención, abstención que a la postre invalidó el resultado de la consulta.

¿Todo sigue igual?

Definitivamente no. A algunos países europeos les cuesta conseguir lo que otros ya alcanzaron hace ya muchos años, pero algo se mueve y el inmovilismo no puede durar siempre. Quizás Portugal el año que viene consiga dejar atrás "su gran polémica", y pasado un par de años ya ni se acuerde de las pasiones que levantaba. España por su parte, tras ocho años con los conservadores en el poder parece estar viviendo una edad dorada para el liberalismo social, e Italia, que hasta no hace tanto tiempo era el país más adelantado de los citados en estos temas parece haber caído en un letargo, si bien hay que tener en cuenta que el Vaticano está demasiado cerca y que Berlusconi sigue en el poder, pero indudablemente vendrán tiempos mejores.