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El cantante francés Captain Kid: oda a la belleza del folk

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El Capitán Kid es algo más que un músico. Es muy posible que el single de su primer álbum, que salió a la venta el pasado 30 de abril, sea partícipe también de la crisis de la eurozona. El que fue un tiempo patrocinado por un banco francés, este parisino de 34 años ha titulado su opus a pesar de todo, 67 songs. Una manera de callar a aquellos a los que les gustaría asociar todo a un solo título.

El folk de la calle en tres pasos.

La primera escucha me recordó a la comida precocinada. Un sonido falsamente alternativo con el pretexto de que las baladas folks te sumergen en paisajes de naturaleza muerta que ni los últimos hipsters habrían pisado. Un universo de camisas de cuadros-sombreros- ukeleles explotado hasta la saciedad por las emisiones de tele gancho. En pocas palabras, a mi parecer, Captain Kid estaba más cerca del capitán industrial que del pirata al abordaje de una nueva epopeya musical.

¿Paisaje de hipsters?

El verdadero trabajo

Y pensándolo bien, no estaba tan lejos de ello. El primer single extraído de su primer álbum, 67songs (67 canciones), fue elegido para alabar los méritos de un gran banco francés. Mientras que We and I sirvió de banda sonora primaveral de la nueva publicidad de la “Caisse d’Epargne”, Sébastien Sigault alias Capitán Kid prefiere, al igual que otros, hablar del “verdadero trabajo”. “Por supuesto que, el hecho de que una canción sea más utilizada por un banco, resulta un poco simplista. Es por ello que estoy impaciente por que la gente escuche el álbum entero, ya que ahí se encuentra el verdadero trabajo. Y pienso que hay mucha más diversidad de la que se puede imaginar solo escuchando esta pequeña balada folk que la gente conoce por la publicidad. Es un poco frustrante, pero es cierto”.

Con camisa blanca camuflada bajo un suéter con cuello en V, cara de niño y gafas de grandes monturas, el Capitán Kid podría ser perfectamente su asesor financiero. Pero entonces, Sébastien también tiene corazón. Ya que si la canción ha permitido “hacer un álbum en las mejores condiciones”, We and I procede como siempre de una historia de amor: “La escribí en 2010. Mi mujer me pidió que le dedicara una parte porque ya había una que tocaba y que había escrito para mi ex. Indudablemente, estaba celosa por no tener la suya propia. Le compuse esta parte que es un poco autobiográfica porque cuenta un poco nuestra historia, la dificultad de ser músico y que supone siempre que el “yo” esté por encima del “nosotros”. Pero bueno, ella es la primera que está encantada”

Las orejas de Mickey

En la segunda escucha, me imaginaba con mucho gusto 67 canciones como un paseo sonoro perfectamente adaptado al estilo de los héroes de Walt Disney. Había esta ligereza cándida, este apetito meloso para hacer que todo coincida. Un álbum, después de todo, más cerca del “Kid” que del “Capitán”: “pienso que hemos intentado concordar varios ambientes – el folk reflejado en We and I, y sonidos orquestados, más pop. Realmente tenía ganas de darme un gusto, para poder pasear por este álbum al agrado de los estilos. Que hubiera diversidad”

Pero imaginar a Mickey tocando la flauta en las baladas del capitán responde de la misma manera al problema imperioso de crear la melodía. “Es la base de este fragmento de la canción. Cuando pruebo alguna cosa, toco la melodía durante horas. Y si al día siguiente no lo he olvidado, es cuando sé que tengo una buen fragmento”. Sébastien rasga las mismas cuerdas, y toquetea las mismas teclas del piano hasta encontrar el motivo que le obsesiona, el estribillo que hará bailar a Mickey.

A sus 34 años, el Capitán Kid es de forma clara y evidente este guión entre la infancia y la edad adulta. Postrado en el sillón de su acogedor apartamento del distrito 18 de París, Sébastien fuma su cigarrillo mientras mira a su gato sentado sobre su Playstation 3. Después se evade: “Sabes, no conozco nada más apasionante. He adorado todas las etapas de este álbum. Nunca he hecho algo más bonito. Me gustaría hacer esto todos los días”

En la tercera escucha, el parisino de las afueras definitivamente no es más que este producto marcado de primeras impresiones. Los 12 fragmentos que forman 67 canciones se aprecian como una invitación a un viaje lleno de dulzura. Un tranquilo paseo por el río sobre la cama en el que el barco del niño-capitán boga para finalmente atracar en referencias tales como los Beatles, Simon &, GArfunkelPeter von Poehl. “Es decir, una parte preciosa con la clase de los arreglos” Una oda también a la música de los años 60 en los que, para él, Dylan fue el heraldo. “El descubrimiento de Dylan ha sido importante sobre todo porque me ha desinhibido a la hora de escribir los fragmentos. Ha sido como una revelación sobre los textos, el ambiente, el lado mitológico. Y verdaderamente fue en ese momento donde supe que quería hacer esto”.

El capitán ad-hoc

Quedaba por determinar el rumbo, sujetar bien el timón. Y, para ello, Sébastien Sigault navegó con uno de los grandes timoneros del pop francés: Julien Ribot. En primer lugar inspirador, después amigo, el autor de La Chambre renversé hizo arreglos en las tres cuartas partes del opus. Una intromisión lo suficientemente importante para preguntarse si el temperamento de Ribot – tachada de “intelecto-psicodélica”- no ha estropeado el pastel de su protegido. No, mi grumete. El Capitán Kid asegura que siempre ha sido ad hoc: “no tengo ganas de intelectualizar demasiado el propósito de mis fragmentos. Lo que quiero sobre todo es que sea un álbum agradable con bellas melodías y bellos arreglos. Quiero que suscite emociones. No hay más, sólo quiero ser libre. Pero también deseo que sea un álbum que dé un placer inmediato al oído. Porque es bonito” He necesitado 3 escuchas para afinarme. Sin duda, la nostalgia. Pero no se suele decir “ a smooth sea has never made a skilled sailor?”.

Fotos: todas, ©cortesía de Ivox-music, menos Captain Kid entre bambú,  ©cortesía de su página oficial de Facebook. Vídeos: 'We and I' et "Not reliable" (cc)  SavourySnacksRecords/YouTube

Story by

Matthieu Amaré

Je viens du sud de la France. J'aime les traditions. Mon père a été traumatisé par Séville 82 contre les Allemands au foot. J'ai du mal avec les Anglais au rugby. J'adore le jambon-beurre. Je n'ai jamais fait Erasmus. Autant vous dire que c'était mal barré. Et pourtant, je suis rédacteur en chef du meilleur magazine sur l'Europe du monde.

Translated from Captain Kid : « Parce que c’est joli »