El bilingüismo en España, arma política
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En una Europa con 23 idiomas oficiales, no faltan quienes se quejan de la discriminación que sufren algunos en la política europea. Un caso español reciente ayuda a comprender el riesgo de politizar el multilingüismo
El diario El Mundo, mediante el llamado Manifiesto por la lengua común, publicado en julio de 2008, intentó defender el uso del castellano como idioma oficial en cualquiera de las comunidades autónomas españolas donde existe bilingüismo: Islas Baleares, Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana y País Vasco. ¿Apoyo al castellano o campaña política a través del lenguaje? Hoy, metidos en 2009, solo hay tiempo y preocupación para la crisis económica. Sin embargo, hablamos de un fenómeno típicamente europeo.
El manifiesto, apoyado por intelectuales españoles, denuncia que los castellanohablantes sufren una merma de sus derechos en las comunidades bilingües: en el trato con los funcionarios públicos, en la rotulación de carreteras, calles y edificios, y en el sistema educativo, especialmente en Cataluña.
Unos lo llevan mejor que otros
La administración regional catalana exige un conocimiento alto del catalán para quienes aspiran a un puesto de funcionario. En el terreno laboral se pone de manifiesto que el bilingüismo aún es una quimera. Javier Chicharro, interino de la asignatura de Educación Física en el Instituto Macarena de Sevilla afirma con rotundidad que le es “imposible” optar a una plaza en Cataluña porque no habla catalán. Sin embargo, añade, un catalán puede optar sin ninguna dificultad a una plaza en Andalucía, ya que “el idioma exigido es el español, lengua que debe dominar como nativo, ¿no es esto una injusticia?”, se pregunta este opositor.
Lali Cambra, catalana y corresponsal para El País en Sudáfrica, en cambio, explica que los trabajadores de la administración pública “sirven a los ciudadanos de una zona administrativa concreta”. En el caso de Catalunya (Cataluña escrito en catalán), añade, “entiendo normal que se incluya el catalán como requisito dado que los ciudadanos a los que se administra son catalanes”.
Volviendo al manifiesto, fue significativo el número de medios que se sumaron a este manifiesto, entre ellos Tele 5, Tele Madrid o el diario Abc, acusados todos de “centralistas madrileños”. Quizás, la utilización de la lengua española como bandera patriótica durante la dictadura franquista ha provocado que su defensa se asocie, por defecto, a un patriotismo “enfermizo”, aclara Sonia Cruz, redactora de la cadena de televisión Antena3.
La iniciativa, llevada a cabo por el filósofo Fernando Savater, la presidenta de Unidad Editorial (empresa a la que pertenece El Mundo) y el escritor de origen peruano Mario Vargas Llosa, no ha sido ratificada por la Real Academia Española, ya que su director, Víctor García de la Concha, no ha querido pronunciarse ante una polémica con alto grado de “politización”.
Lali Cambra, cree que esta iniciativa se llevó a cabo para crear un debate artificial iniciado por el propio medio de comunicación para hacerse oír y dar polémica. “No existen problemas en Cataluña por el uso del catalán o del castellano”, aclara. Según esta profesional, “los medios no deberían inmiscuirse en una trama política”.
La empresa privada en Cataluña no pone ninguna objeción a la hora de contratar gente competente aunque ésta carezca del conocimiento del catalán y por la calle raro encontrar alguna dificultad para hablar en castellano. La facilidad para saltar de un idioma a otro es “asombrosa”, indica Pilar Solís, periodista del Diario de Cádiz que acababa de realizar un curso de Fotografía en Barcelona.
Bilingüismo español, ¿un ejemplo para Europa?
Sophie Vanlommel, redactora del periódico local Het Belang Vanlimburg de Amberes, define el bilingüismo español como un “modelo” al que debería llegar su país. Ella, aunque es bilingüe, reconoce que nacer en el lado flamenco o francófono del país belga marca educativa y laboralmente a los ciudadanos. Esta periodista admira que en España la democracia haya conseguido que después de Franco no se haya llegado a una creación de circuitos escolares diferenciados. “Por fortuna”, añade Sophie, no se cometieron segregaciones y se respetó la convivencia de ambas lenguas. “Nosotros somos de un bando o del otro, no tenemos facilidades para aprender la lengua de la otra mitad del país y si lo hacemos siempre es como ‘lengua extranjera’, no propia”.
Jaime Smyth, corresponsal de The Irish Times en Bruselas, dice estar completamente habituado a leer y escribir en inglés y en irlandés indistintamente, aunque aún el irlandés, sostiene, no ha obtenido “el poder suficiente como para entrar en este tipo de polémica con el inglés”. El uso de la lengua inglesa como vínculo internacional con el resto del mundo hace que se “cuide mucho su difusión y uso”. El irlandés, explica, “es para la intimidad familiar, para la vida personal de cada cual, intereses que no chocan con las grandes empresas, al menos de momento…”.