El barrio curdo de Estambul: niños con armas
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Virginia PanedaBalat es el barrio curdo-armenio de Estambul: el rechazo del gobierno de Ankara empuja a los habitantes a formas de resistencia que acaban en el rechazo a la integración
La pistola me apunta. Me sigue, no me deja nunca. Siento el clic del gatillo y la ráfaga de proyectiles me alcanza inmediatamente. No reacciono, inmóvil con el ojo en el objetivo de la cámara fotográfica sigo disparando. En frente no tengo a un peligroso miliciano de Al Qaeda, sino a un niño y su pistola de juguete. No estoy en las calles de Gaza ni en los suburbios de Bagdad, sino a pocos pasos de la plaza Taksim, el corazón comercial de Estambul.
Desde hace unos años, Estambul se ha consolidado como unas de las ciudades europeas más dinámicas. Al igual que París, Londres o Roma se ha convertido en un destino turístico capaz de atraer a extranjeros de cualquier parte de Europa. El rápido desarrollo de Turquía, dentro de la cual Estambul es la ventana privilegiada hacia Europa, ha aportado glamor y encanto internacional en las calles del centro. En Estambul he quedado con Kaan, un amigo de la universidad, que vive y trabaja en la ciudad. Le pido que me lleve a otra zona que no sea la del centro. Le explico que he venido a intentar relatar la ciudad a través de las fotografías y por eso estoy a la búsqueda del corazón auténtico de Estambul. Kaan no duda. En un instante estamos en otro lugar que no es la plaza de Taksim: pasada la fachada del milagro económico turco el paisaje cambia.
La enésima bolsa de basura tirada desde la ventana
Balat es el barrio kurdo-armenio de Estambul. "Aquí muchos son inmigrantes curdos y armenios que provienen de las regiones más pobres de Turquía", me explica Kaan. "Fue el principal barrio armenio hasta los setenta", continúa mi amigo enseñándome la sede del instituto escolar de lengua armenia. "Después, han llegado también los curdos desde sureste del país". Las calles están muy estropeadas y llenas de residuos. A pesar del aspecto descuidado, las vías están llenas de gente. A la enésima bolsa de basura tirada desde la ventana le pregunto a Kaan. "Es su modo de rebelarse ante la autoridad", me explica sonriendo. "Rechazan la autoridad del gobierno de Ankara y prefieren el deterioro y el abandono en su propio barrio antes que aceptar llegar a un acuerdo con las propuestas de integración promovidas por el gobierno".
Deterioro urbano y social van a la par en estas calles. Paro y abandono escolar son solo dos de los problemas que la comunidad curda afronta cada día. Son los niños los que me llaman la atención inmediatamente. Una muchedumbre caótica y ensordecedora de mocosos me asalta a cada esquina del barrio. "Muchos niños que ves son analfabetos, los padres no los mandan a la escuela y prefieren tenerlos en casa, antes que ponerlos en manos de la enseñanza publica turca", continúa Kaan. Lo que más me ha impresionado de estos niños es su familiaridad con armas y pistolas. Cierto, todos los hombrecitos de pequeños han jugado a la guerra, imitando a los adultos que veían en las películas americanas. Pero ellos, los niños de Balat no. Sus armas no tienen las luces y los colores con destellos de las pistolas de juguetes a las que yo estaba acostumbrado. No tienen nada de la inocencia infantil. Sus pistolas son réplicas fieles de las armas reales. ¡Y disparan!
Mi cámara de fotos atrae inmediatamente su curiosidad. En un momento yo me convierto en su objeto de atención, hasta ser su blanco. "Las que ves son las copias de las armas que muchos de sus padres tienen realmente en casa", me explica Kaan.
"Antes que jugar al balón o andar en bicicleta, prefieren imitar los comportamientos que tienen más cercanos. La comunidad curda está impregnada de valores tradicionales de las zonas más pobres de Turquía. El ideal de machismo que el hombre, desde pequeño, debe ostentar es fundamental". No es solo la comunidad curda la que se comporta así, formando guetos y rechazando cualquier posibilidad de integración que el gobierno de Ankara promueve. En el corazón de la ciudad anidan barrios como Tarlabasi o Kasim Pasha, donde miles de gitanos y armenios viven en condiciones muy similares. Donde casas que se desmoronan, deterioro urbano y social son la cotidianidad. Está claro que no solo en la economía tendrá el gobierno turco que hacer mejoras para presentarse a la UE como un posible futuro miembro.
Translated from Il quartiere curdo di Istanbul: bambini in armi