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El ahorro de energía: ¿un mercado jugoso?

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Entre 1970 y 2002, el consumo energético de los Estados miembro de la Unión Europea aumentó en un 40%. Sin embargo, la tendencia actual es el ahorro.

¿Es el efecto combinado del alza de precios del petróleo y la idea de que los recursos energéticos tradicionales no son inagotables lo que lleva hoy a la industria a invertir en las tecnologías de bajo consumo? ¿O se trata acaso de un fenómeno coyuntural en el que los intereses vitales del paneta se corresponden por fin con los intereses financieros de los grandes grupos industriales oportunistas?

El ahorro de energía está de moda

Suecia, Inglaterra, Austria, Italia... etc. En Europa, las conferencias sobre vehículos limpios o de ahorro de energía se suceden a ritmo constante. Lo mismo ocurre con las iniciativas nacionales, que florecen en todos los rincones del continente. En el mes de julio, el gobierno español adoptó un plan trianual de ahorro de energía de 8 mil millones de euros, a lo que el gobierno francés respondió en septiembre con la adopción de una serie de medidas con el objetivo de reducir el consumo energético del país. La estrategia del país galo prevé, en especial, la adopción de un plan de investigación y desarrollo (I+D) de 100 millones de euros para los vehículos limpios (aquellos que consumen menos de 3,5 litros de gasolina por cada 100 km).

Estos planes anti-despilfarro, que incluyen también exenciones fiscales para las inversiones en tecnologías de construcción "verdes" como la calefacción solar, son más que necesarios. La Comisión Europea prevé, en este sentido, que la dependencia energética de la UE alcanzará el 90% de sus importaciones de petróleo de aquí al año 2030.

Casualidades del calendario?

Desde hace ya varios años la Comisión advierte a los Estados y las industrias sobre este problema. Casualidades del calendario o voluntad deliberada, se acaban de adoptar buena parte de estas antiguas propuestas. Es el caso, especialmente, de la directiva EUP (Energy Using Products), que fija límites estrictos a la elaboración de determinados productos (bombillas, equipamientos de despacho, aire acondicionado) afin de reducir su consumo energético. La Unión adoptó, ya en el año 2002, una directiva relativa a la eficiencia energética de los edificios, que obligaba a los Estados a tomar medidas antes del 4 de enero de 2006. Algunos verán en esto una explicación de la concomitancia de las recientes medidas adoptadas por Madrid y París en este ámbito.

En el mes de junio la Comisión iba más allá, publicando un libro verde sobre la eficacia energética. Este documento fija el objetivo de hacer que Europa vuelva a su nivel de consumo energético de 1990, reduciendo de esta manera en sesenta mil millones de euros las importaciones energéticas anuales de los veinticinco. Los proyectos propuestos, como por ejemplo el establecimiento de un sello europeo que indique de forma clara el consumo de los vehículos, o la optimización del tráfico por carretera mediante el programa europeo de radionavegación por satélite GALILEO, tienen como objetivo especialmente el sector de los transportes, que representa el 40% del consumo total de energía de la UE.

El virtuoso oportunismo del sector de los transportes

La industria automovilística no se queda atrás en esta virtuosa carrera. Desde la comercialización en 1997 del Toyota Prius, primer coche híbrido electricidad-gasolina, el sector de los coches de bajo consumo no ha hecho más que crecer. En el año 2005, los constructores ofrecen a los consumidores una oferta de más de 15 modelos diferentes de coches de este tipo. Cada marca invierte sumas considerables en investigación y desarrollo, y las alianzas entre constructores de automóviles se multiplican con el fin de proponer a los compradores vehículos cada vez menos glotones. Es el caso de BMW, que se ha asociado con DaymlerChrysler y General Motors para invertir más de 1.500 millones de euros en automóbiles de muy bajo consumo.

Por último, incluso el sector aeronáutico sigue esta tendencia, en especial con la comercialización del nuevo Boeing 787, que en principio debería consumir un 20% menos de keroseno que los aviones actuales. Si bien aún faltan cifras para poder valorar con precisión los beneficios que engendra este nuevo mercado del ahorro de la energía, la magnitud de las inversiones inyectadas en las tecnologías "verdes" indica que jugar con la fibra ecológica de los consumidores se ha convertido en algo muy rentable.

Descartad lo natural

Sin embargo, la industria no ha perdido sus antiguos reflejos. La Asociación Europea de Constructores de Automóbiles (ACEA) calificó de "inútiles" las nuevas normas sobre reducción de emisiones de los turismos (Norma EURO V) propuestas por la Comisión. La principal queja se dirige contra la propuesta que obliga a los vehículos de recreo como los todo terreno (SUV) a respetar esta norma imperativa cuando habían estado exentos de hacerlo hasta ese momento. "Inútil" es también el término utilizado por la ministra británica de vivienda, Yvette Cooper, al anunciar que las nuevas reglas de construcción prometidas en el año 2003, que preveían un aumento del 25% de la eficacia energética de los edificios, se retrasarían un año y se recortarían sensiblemente.

Las inversiones de la industria en las tecnologías de bajo consumo energético están claramente motivadas por la búsqueda de beneficios. Existe un mercado para estos productos limpios y los fabricantes no hacen sino responder a la demanda de los consumidores preocupados por el medio ambiente. Sin embargo, no todo el mundo ve aún la utilidad de ahorrar energía y la industria también quiere satisfacer a esta parte de los consumidores.

Translated from Economies d’énergie : un marché juteux ?