Ed Miliband cruza la línea
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Ainhoa Muguerza OsborneDemasiado blanco, demasiado joven, demasiado intelectual...Las críticas se cruzan de forma constante en el camino de Ed Miliband. Sin embargo, el líder laborista sigue su ruta sin desanimarse hacia el número 10 de la calle Downing Street. [Perfil]
"¡Estoy preparado!", después de cuatro años y medio, Ed Miliband intenta tranquilizar a los que piensan que el traje de primer ministro le queda demasiado grande. A unos días de las elecciones parlamentarias británicas, el mandatario no ha perdido nada de la seguridad que le permitió situarse a la cabeza del Partido Laborista en 2010.
"La gente decía que no conseguiría liderar la formación y lo hice. Hace cuatro años, la gente comentaba que no podría ser primer ministro y y lo logré. Pensáis que no puedo ganar una mayoría y yo creo que sí", explicaba Miliband el mes pasado al periodista de Sky News, Jeremy Paxman. Un optimismo inquebrantable mientras que los sondeos anuncian uno de los escrutinios más ajustados de la historia reciente del país.
Sin embargo, el líder ha acostumbrado a los demás a creer en él. En 2010 nadie, ni él mismo, habría apostado por su candidatura. El único Miliband que aparecía en los radares de los comentarios políticos era David, su hermano mayor con el que competía por la sucesión de Gordon Brown al frente del Partido Laborista. Este carismático personaje, próximo a Tony Blair, resultó el gran vencedor de las primarias de la formación. Contra todo pronóstico, su hermano se presentó contra él y le arrebató el título por poco: 50,56% votos para Ed y 49,35% para David.
Matar al hermano
Como confesó Ed, esta competencia fraticida ha dejado algunas marcas que espera que sean curadas. Para él, la familia ocupa un importante lugar en su vida al ser padre de dos niños de 4 y 5 años de edad. No es casualidad que ambos hermanos se hayan lanzado en cuerpo y alma a la carrera política. Su padre, Ralph Miliband ya tuvo cierta influencia en la izquierda británica antes que ellos. Al llegar a Inglaterra, a los 16 años, este inmigrante polaco se convirtió rapidamente en uno de los más reputados pensadores marxistas del país. Así, David y Ed crecieron en una casa regularmente visitada por socialistas, comunistas y otros radicales del reino.
Animado por intensos debates tras la escuela secundaria, David ingresó, naturalmente, en la prestigiosa escuela Corpus Christi de la Universidad de Oxford donde estudió filosofía, política y economía. Unos años más tarde, Ed también se incorporó al Corpus Christi donde estudió...filosofía, política y economía. Ambos se unieron al Partido Laborista y entraron a formar parte del gobierno de Tony Blair. David fue nombrado secretario de Estado de Medioambiente y después de Asuntos Exteriores. Ed ocupó primero una función de segundo rango y después, a su vez, el puesto de secretario de Estado de Medioambiente. Reservado, camina tras las huellas, o más bien tras la sombra, de su hermano mayor y en la práctica se presenta como "el otro Miliband".
Sin embargo, Ed no es igual que su hermano. Él aboga por una política más a la izquierda de la que Tony Blair puso en marcha y David defendió. Esta diferencia le valió el apodo de Red Ed (Ed Rojo) y le llevó sobre todo a oponerse a su hermano en la carrera por liderar el gobierno laborista. Todavía hoy, Ed insiste en el amor que siente por su hermano pero explica que "el país necesita un gobierno laborista", un gobierno, insiste, "bajo mi conducción". El mandatario tiene razones que los medios ignoran. Así, la imagen del Caín sacrificado sobre el altar laborista se ha incrustado en la memoria.
Mister Bean y un sandwich de bacon
En la escena mediática, Ed Miliband solo se quita ese disfraz de traidor para vestir el de un extraño intelectual. De pequeño, su capacidad para hacer un cubo Rubik en algunos segundos impresionó a los amigos de sus padres y le valió el calificativo de friki por parte de la prensa. Sus ojos ligeramente juntos y su amplia sonrisa le han hecho ser caracterizado como Wallace en la película de animación Wallace y Gromit. Su torpeza ha sido comparada con la de Mister Bean y la guinda del pastel llegó en mayo de 2014 cuando internet se rió de su incapacidad para comer un sandwich con bacon.
Ed come un sandwich.
Las ráfagas mediáticas soplan sobre él sin que se doble. "¿Ha leído lo que dicen de usted? ¿No? Bueno, algo parecido me pasa a mí", responde al periodista Andrew Marr que le hace enfrentarse a las burlas. Ed echa mano incluso de dos coaches para trabajar su voz calificada de nasal. Su discurso, en cambio, no cambiará: el fondo antes que la forma y las ideas antes que la comunicación. A aquellos que se mofan de su falta de equilibrio, Edward recuerda con orgullo que no ha temido oponerse al magnate de la prensa y los medios de comunicación, Rupert Murdoch, ni rechazar bombardear Siria como Washington deseaba.
Gracias a esta confianza en sí mismo, ha superado con con sorprendente facilidad los debates televisivos previos a las elecciones. En los últimos días es incluso objeto de un extraño entusiasmo en Twitter; bajo el hashtag #Milifandom y a golpe de montajes fotográficos, los adolescentes declaran su admiración por el candidato del Partido Laborista. Desafortunadamente para Ed, estas chicas no tienen aún el derecho a votar y el resto de la población no comparte este fervor desbordante.
Según un sondeo elaborado por ICM a principios de abril, solo el 30% de los británicos pensaba que sería un buen primer ministro. "Dejemos que la gente me subestime", concluye Ed sin dejar planear la mínima sombra de duda sobre él. La derrota no figura en su programa.
Translated from Ed Miliband : walk the line