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Economía social, un peso pesado desconocido

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La economía social no es ni un nuevo fenómeno nacido con el altermundialismo, ni una chifladura más de los utopistas. Evaluación de un sector en el que la búsqueda de beneficio no es la norma.

La economía social no es una idea reciente. Encontramos sus raíces en los gremios medievales, en las hermandades laborales y las compañías de trabajadores de la época. Se inspiran asimismo en las corrientes del cristianismo social. Es a principios del siglo XIX, reaccionando contra la brutalidad de la revolución industrial, cuando aparecen sus primeros teóricos. El socialismo utópico de Saint-Simon dibuja la visión de un sistema industrial cuyo fin sea el de suministrar a las clases trabajadoras unidas en asociaciones civiles el mayor bienestar posible. Inseparable, pues, del movimiento obrero, la economía social ha logrado construirse una identidad incluso sin necesidad de resistir a la construcción de una sociedad fundada en la búsqueda del beneficio.

Instrumento contra la exclusión

Durante la segunda mitad del siglo XX, la primera crisis petrolera, la crisis económica y el aumento del desempleo contribuyeron a fortalecer en todos los ámbitos la economía social, con modalidades distintas en cada país. En España y Reino Unido, por ejemplo, las restricciones presupuestarias condujeron a las administraciones públicas a privatizar parte de sus servicios sociales. La empresa se ha apoderado desde entonces de la parte lucrativa de la demanda, dejándole a las asociaciones los sectores poco solventes. En Francia e Italia, por el contrario, no se ha producido la retirada financiera del Estado.

Como instrumentos de lucha contra la exclusión cada vez más numerosos desde la crisis de los años 80’, como vectores de innovación, las empresas sociales representan a menudo una respuesta al surgimiento de nuevas necesidades frente a la incapacidad de las administraciones públicas territoriales de imaginar y articular soluciones eficaces. Entonces nace una nueva fórmula de economía social: la economía solidaria.

Solidaria, de izquierdas o no

Esta nueva economía, en sentido estricto, se halla íntimamente relacionada en ciertos aspectos con algunas tradiciones de lucha obrera contra la miseria. En sus seno encontramos organizaciones muy militantes, pero también muy frágiles: empresas de inserción socio-laboral; asociaciones de vecinos preocupadas de la calidad de vida y de la habitabilidad de los barrios; asociaciones intermediarias que contratan a personas en dificultades para la realización de tareas desestimadas por el sector privado tradicional; pequeñas cooperativas de servicios de proximidad; restauración, comidas a domicilio para personas dependientes, planchado, tareas de limpieza, costura, asistencia en el hogar...

La economía social mantiene unas relaciones complejas con los partidos de izquierda y las organizaciones sindicales. A veces se prestan cuadros directivos unos a otros. En Europa, la fuerza de los partidos socialdemócratas y socialcristianos siempre ha descansado sobre sus relaciones con los sindicatos, las cooperativas y las mutuas. Pero sucede a veces, a pesar de las apariencias, que los sindicatos y los partidos políticos de izquierda no contemplan la economía social como un reto social.

8,8millones de empleos

Hoy por hoy, ya revistan la forma de mutua, de cooperativa, de asociación o de fundación, en Francia, en Italia, en España y en Alemania, o de self-help organizations, de charities o de non-profit organizations en el voluntary sector de Gran Bretaña, los actores de esta economía representan, en la Europa de los quince, alrededor de 8,88 millones de personas, cuyo 71% lo representan las asociaciones, el 3% las mutuas y el 26% las cooperativas (1).

¿El reto en el futuro? Un estatuto de sociedad cooperativa europea fue aprobado en julio de 2003. A partir de 2006, año de su entrada en vigor, permitirá la articulación de proyectos cooperativos transnacionales, en coexistencia con los estatutos nacionales. Considerada un “peso pesado” de la economía dentro de la Unión, y como una extraordinaria cantera de empleos, la economía social sigue siendo un sector poco visible para los ciudadanos y para los poderes públicos. Quizás esta visibilidad llegará con la dinámica introducida por la entrada de los nuevos países miembro de la UE, tras albergar en Cracovia la segunda conferencia de la economía social en la Europa central y oriental en octubre pasado. Dicha conferencia reunió a distintos actores originarios de toda Europa constituyendo una cita sin parangón desde tiempo atrás.

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(1) Según datos del Centro Internacional de investigaciones e información sobre economía pública, social y cooperativa (CIRIEC)

Translated from L’économie sociale, une histoire au long cours