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E-stonia: la internetmania

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Sociedad

Un aeropuerto de juguete. Un centro histórico medieval con sus casitas de madera. Una ciudad marítima informatizada al completo.

Ya sabía yo que todo aquí era distinto; me lo dijo Giovanni, un italiano de 26 años que vive en Tallin. Acabamos de dejar mis maletas en su apartamento de interior setentero. El barrio huele a mar y suena a gaviotas, aún queda aire de vacaciones en el lugar. Mi PC me informa de que tengo a mi disposición unas cuantas conexiones de Internet gratuitas. En toda la ciudad encontraré hasta 359 puntos de Internet WiFi gratis.

El milagro estonio

Tras la disolución de la URSS, este país liberado del yugo soviético se planteó el dilema: ¿cómo sobrevivir en un nuevo escenario mundial sin ser un país grande, repleto de materias primas ni industria desarrollada? Por fortuna, en 1992 fue elegida como Primera Ministra de esta pequeña república báltica habitada por un millón de personas Marti Laar, a la escandalosa edad de 32 años, convirtiéndose en la artífice del milagro estonio. Liberalización económica, tolerancia cero con la corrupción, introducción de impuestos directos para los jóvenes... De la noche a la mañana, todos los asuntos entre la Administración Pública y los particulares se tuvieron que hacer por vía electrónica. Sin excluir a nadie. Incluso las actas de las reuniones de los órganos estatales y administrativos, Parlamento comprendido, tuvieron que adaptarse a los medios electrónicos. Hoy, todos recogen los frutos de aquella decisión. 3% de paro en Tallin, unos contribuyentes que resuelven sus cuentas pendientes con el fisco a través de Internet, y devoluciones transparentes.

La red onnipresente

Estonia se coloca en la vanguardia tecnológica en Europa. “En una vieja fábrica transformada en centro cultural vi un ejemplar de un diario impreso en 1989”, dice Ray Crowley, un treintañero Irlandés que trabaja en la central de Skype. “Lo que me flipó fue la calidad de los colores. En aquella época, en Gran Bretaña no se imprimía con esa calidad de colores. Es más, el diario recogía un artículo sobre los virus informáticos”. El país aún andaba ocupado por los sociéticos, Polonia se encaminaba hacia la caída del régimen comunista, y sin embargo en Estonia de lo que se hablaba era de la difusión de virus en red.

En Tallin sorprende la omnipresencia de Internet. No hay café en el que todos los presentes no estén con el portátil abierto. Hasta Skype nació en Estonia. Cuando telefoneé al Ministerio para obtener una entrevista, me tuve que conformar con un sencillo: “Envíenos un mail, por favor”. En pocos minutos recibí la respuetsa. Positiva.

“He alquilado una sala para organizar un debate”, dice Giovanni, cuando le cuento la mejor experiencia que he tenido con una administración en mi vida. “Al final del debate me fui a pagar el alquiler, pero me dijeron: “¿Para qué has venido? Aquí se paga por transferencia o con tarjeta de crédito. El dinero contante y sonante está pasado de moda”, concluye con media sonrisa.

Escuela, médicos, elecciones..., todo por Internet

Todo se puede hacer vía Internet gracias a una tarjeta identificativa con un chip en la que están registrados incluso nuestros datos sanitarios. Una reciente innovación que simplificará la vida de las personas afectadas por una enfermedad crónica. En vez de ir al médico, el paciente recibe una descarga en su tarjeta: la receta que le ha enviado el médico. Luego, basta con ir a la farmacia más cercana y presentar la tarjeta al ordenador del establecimiento para efectuar la orden de compra.

Desde 2005, los estonios, caso único en la UE, votaron exclusivamente por medios electrónicos en sus elecciones. “Votar en línea garantiza las elecciones más democráticas posibles”, dice Priit Vinkel, de 24 años, consultor del Departamento electoral del Gobierno.

Hasta ahora, Estonia se ha empeñado tanto en favorecer la democracia que hay 14 modos diversos de votar a través de la red. “Muchos estonios trabajan en el extranjero o en la mar y no pueden regresar a casa para las elecciones. “Incluso los enfermos pueden votar empleando tan sólo unos minutos.” Priit sostiene que el método es seguro y las posibilidades de pucherazo prácticamente nulas. “Todos los países poseen información sobre sus ciudadanos”, dice entre sorbos a su café. “No hay elección, hay que fiarse de los programadores”, bromea alegremente mientras me propone un paseo a la colina del castillo para observar una bella panorámica de la ciudad.

Cursos universitarios on line

Me cuenta la Historia de esta ciudad de origen medieval que fuera puerto y cruce de caminos de las rutas comerciales entre las ciudades europeas y rusas. De ahí su mentalidad abierta.

Como abiertos son los jóvenes estonios. El mercado laboral requiere de nuevas entradas, razón que empuja a muchos estudiantes a trabajar al mismo tiempo. Por fortuna, la universidad de Tallin se lo pone fácil a los estudiantes trabajadores. Quien no pueda acudir a las clases podrá acceder a la web del curso y seguir el programa en línea. Todo se graba en Dvd para las personas que no pueden acudir a las aulas: basta con tomar prestado el disco. ¿Queda gente que vaya a clase? Pues sí, a pesar de los estudiantes vagos. “Los hay que siguen buscando una atmósfera tradicional universitaria, discutir con los profesores”, dice Monika Olju, coordinadora del programa de estudios Europeos. “En invierno, cuando la temperatura se queda bajo cero y a las 14.00h ya se ha echado la noche, apenas hay tres o cuatro estudiantes en clase, lo cual irritaba al principio a los docentes, pero ahora se han acostumbrado y dedican el mismo esfuerzo cuando vienen cuarenta que cuando son tres.”

¿Y los piratas informáticos?

El elevado grado de informatización de todo el país es apreciado por la mayor parte de la población. Aun así, no faltan voces críticas que sostienen que el sistema es excluyente y abole legados tradicionales. Mariann, de 21 años, camarera en un bar de la plaza del barrio viejo opina que “no es justo que personas que no están al día con la informática se queden fuera del sistema: personas ancianas o que no quieren aprender a usar las nuevas tecnologías que se convierten de inmediato en ciudadanos de segunda”.

Esto no es todo, los ataques a los servidores estonios durante la crisis de la retirada del soldado de bronce en memoria de los caídos soviéticos en la liberación del país, han dado mucho que pensar. Es verdad que se ha creado un centro de emergencia -el Cyber Crime Center-, pero en el aire queda una pregunta: ¿puede un ataque general al sistema informático poner en peligro al país?

Un dependiente del Hansapank (banco nacional de Estonia) que prefiere mantenerse en el anonimato, declaraba a este medio: “El Centro no ha resuelto el problema. Lo único que ha hecho es bloquear el acceso al servidor estonio a las direcciones con IP extranjera. Esto es lo que ha detenido la acción de los hackers, pero ha imposibilitado a los estonios en el extranjero el acceso a sus cuentas corrientes. El ataque y las reparaciones han ocasionado pérdida de datos y temo que tales situaciones se verifiquen cada vez más en el futuro”.

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