Durão Barroso es una trampa para Durão Barroso
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“Estoy a favor de una Europa política, pero en contra de una confrontación política partidista en Europa. Si somos una realidad supranacional, tenemos que ser políticos suprapartidistas”. Lo ha dicho esta semana el presidente de lo que viene a ser el Gobierno de Europa: la Comisión.
Esto dice todo sobre la concepción que tiene el conservador Durão Barroso de la democracia europea que estamos llamados a seguir construyendo los europeos en las elecciones de junio de 2009. Barroso debe pensar, como reza el dicho, que “en tiempos de crisis no hay que hacer mudanzas”. Así que mejor no fomentar el debate crítico sobre su gestión durante sus cinco años de mandato ahora que está en juego su reelección. “No hacen falta candidatos alternativos a presidir la Comisión”, se atrevió a declarar en Varsovia la semana pasada.
Los eurodiputados ponen contra las cuerdas al Presidente de la Comisión, Durão Barroso. Barroso espera ser ungido por el Consejo europeo para un segundo mandato de 5 años, pero los parlamentarios quieren que presente un programa antes de dar su apoyo al conservador portugués. Si este no se adapta al Parlamento, su segundo mandato puede convertirse en un infierno.
Como si fuera un golpe de Estado
Es cierto que los demás partidos políticos distintos del Partido Popular no han hecho gran cosa por oponer un candidato a Barroso. “Sin embargo”, ha señalado el ex presidente socialista del Parlamento, Enrique Barón Crespo, “las elecciones europeas se van a celebrar bajo el Tratado de Niza que impide a parlamento proponer y elegir al Presidente de la Comisión, mientras la próxima Comisión va a trabajar bajo el Tratado de Lisboa”, que hoy ha dado un paso de gigante al ser ratificado por el senado checo.
Es lo que más se asemeja a un golpe de Estado a la Europea. Los Gobernantes del Consejo europeo quieren acelerar la elección de su favorito, Durão Barroso, antes de que se apruebe el Tratado de Lisboa que exigiría a este someterse al Parlamento, sabiendo que el Parlamento puede encontrar candidatos alternativos a él, en especial en la bancada de la derecha. “¡O todo sobre la base de Niza, o todo sobre la base de Lisboa!”, clama el líder de los liberales, Graham Watson.Durão Barroso tendrá que ligarse a los políticos
Por todo esto, los partidos europeos ya han empezado a pedir cuentas a Barroso. Muchos quieren que presente un programa de legislatura antes dar su apoyo. “Los jóvenes están teniendo como primera experiencia del mercado liberal el paro”, apunta el socialista Hannes Swoboda, quien añade que “lo social debe estar más presente en la próxima Comisión y debe haber más coordinación sobre lo económico y lo financiero entre la Comisión y el Consejo”.
Desde los liberales, Andrew Duff asume que “hay que presionar algo más a la Comisión si aspira a que Durão Barroso repita mandato”. Según los liberales, la Comisión debería apoyar una transferencia de gasto del plano nacional al europeo, acelerar la ampliación de la Eurozona y promover un Eurogrupo más fuerte que imponga una política fiscal más estricta. “Esperamos que Durão Barroso aporte un manifiesto o programa sobre sus proyectos, que saque conclusiones de la crisis”, concluía Duff durante el pleno del martes pasado.En las filas de Izquierda Unitaria europea, su incombustible Ilda Figueiredo, denuncia “la falsa independencia del Banco Central Europeo que sólo hace caso de intereses privados”, mientras propone el fin del Pacto de Estabilidad y el apoyo a las inversiones públicas en sectores innovadores, en Sanidad y en la formación de los trabajadores y los jóvenes.
Se busca liderazgo frente a la crisis
Los socialistas van a exigir del próximo presidente de la Comisión que se comprometa con una agenda social y con que ningún país permita trabajar más de 48 horas semanales a los asalariados antes de apoyarle en su investidura. “Que Barroso aporte al Consejo europeo del 18 de junio un nuevo plan de recuperación económica para hacer frente a los 27 millones de parados y la caída del PIB en un 4% con los que se va a coronar el año 2009”, exige el presidente del Partido Socialista Europeo, Poul Nyrup Rasmussen. Este último es quien con más ahínco ataca la gestión y la “pasividad” de Barroso: “Tener liderazgo significa saber asumir riesgos”, remataba esta semana invitando a Barroso a que no “espere a ver qué dicen los de París o los de Londres para proponer reformas”.Esto ha sido así hasta ahora por voluntad propia de Barroso, quien se defendía en el pleno exigiendo a los demás “más ejecución y menos gesticulación”, y quien ha implorado que se le pida “lo posible y no lo que no es posible debido a la falta de ambición de los Estados y su negativa a aumentar el presupuesto comunitario”. Durão Barroso muerde cuando le conviene la única mano que le da de comer, la de los jefes de Estado y de gobierno que están contentos con que Durão Barroso se limite a ser un “simple intermediario entre gobernantes”, tal y como se definió hace 5 años para acceder al cargo. También cuando se le acusa de no haber puesto toda la carne en el asador por el Tratado de Lisboa echa balones fuera denunciando la “incapacidad de los gobernantes para ratificar lo que han firmado con anterioridad”.