DOSSIER : Descentralización III
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III - Focus sobre Italia Menos federalista que Alemania o España, la península italiana es, aún así, mucho menos jacobina que Francia. Italia presenta una escalinata regional relativamente fuerte sin llegar a ceder competencias ni autonomías suficientemente grandes como para ser calificadas de federalismo. La provincia es el escalón intermedio entre la comuna y la región.
Algunas provincias, como por ejemplo Trento, presentan un estado de autonomía especialmente importante, sobre todo en el campo de la educación debido a sus especificidades lingüísticas. Las provincias corresponden a un territorio metropolitano que se centra alrededor de una ciudad; Italia tiene 109. Por encima de estas provincias se encuentra la comuna. Además, Italia cuenta también con intercomunidades donde el presidente es elegido por sufragio universal directo. Italia ofrece un sistema bastante similar al francés respecto a los tres escalones tradicionales: región-departamento-comuna, y también las intercomunidades a la francesa. Aunque, en realidad hay grandes diferencias en la medida que las regiones italianas poseen más poder y autonomía, en particular sobre el plano legislativo. Por otra parte, corresponden a territorios con una fuerte identidad, al contrario que en Francia donde las divisiones y los nombres de las regiones responden en ciertos casos únicamente a deisiones tecnocráticas que carecen de cualquier motivo histórico. En otras palabras, ciertas provincias italianas poseen una autonomía marcada y es ahí donde encontramos un trazo característico de la bota, que no podemos encontrar en otros países de un tamaño similar.
¿Cómo perciben los italianos la acción pública francesa a través de sus múltiples colectividades?
Al otro lado de los Alpes, parece que Francia posee territorios demasiado numerosos y cuyo nombre es difícilmente inteligible puesto que no hay referencia alguna a las provincias históricas conocidas en Europa o a los espacios relacionados con las ciudades y las provincias. A menudo parece difícil hacer la distinción entre la acción departamental y regional: el profesor Marco Martín del departamento de geografía aplicada de la universidad de Bolonia ve en esto un reflejo de la cultura francesa. Para él, Francia es el país de la administración y de la centralización por antonomasia, donde el modelo generalista y uniformista prevalece sobre las culturas y las identidades locales. Al igual que sus homólogos alemanes y los españoles, identifica que en esta manifestación regional hay un cierto peso de la historia y la tradición revolucionaria originada en la Ilustración. Él piensa que el departamento ha sido apropiado fuertemente por el ciudadano y que ahora parece difícil la posibilidad de suprimirlo.
En cualquier caso, el camino que hemos tomado con la creación de las regiones y la emergencia de las intercomunidades no puede acompañar eternamente al antiguo sistema formado por las comunas y los departamentos debido a una razón evidente de redundancia. En cuanto a las regiones territoriales, merecen un nuevo rediseño o nuevas denominaciones en la medida en la que se correspondan con las regiones establecidas a partir de una decisión centralizada. Es más, el legislador debería tomar una decisión en cuanto a la estructura que encabece la política local y la cuestión de autonomía a nivel local: ¿la conservación de los departamentos o las regiones a la cabeza?
Todos los testimonios de nuestros expertos europeos concuerdan en cuanto a la falta de claridad del “término medio” francés, caracterizado por la cohabitación y el encabalgamiento de dos sistemas diferentes: uno salido de la tradición republicana, con los departamentos y las comunas; el otro, relacionado con el énfasis en las influencias que favorecen la identidad local y regional.
Es más, la manifestación regional en Francia parece asfixiarse por la creación de entidades regionales de super-departamentos, un concepto que entra en conflicto con las competencias de los departamentos ya existentes. La falta de autonomía local, una centralización latente, la multiplicación de las estructuras administrativas sin jerarquizar y de las competencias mal definidas frenan la capacidad de los territorios locales franceses para inscribirse eficazmente dentro de las políticas regionales europeas, carriles de desarrollo dotados de posibilidades financieras considerables.
El desafío que llegará en el futuro reside, por lo tanto, en la reinterpretación y la reorganización de la referencia republicana en su nivel territorial, y el trato que se le den a las sensibilidades relacionadas con este sistema… ¡un reto vasto y un ejercicio de equilibrismo peligroso!
DOSSIER : Marc Terrisse
Traduccion : Patricia González Bermúdez