Dos orillas que no se miran
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manolo ansedeA pesar de ser el audiovisual un vector principal de intercambio cultural y el Mediterráneo un mosaico de culturas, las imágenes atraviesan demasiado poco el mar. ¿Cómo abrir el diafragma de las percepciones?
En el ámbito cultural, el proceso de Barcelona ha puesto el acento en las iniciativas encaminadas a impulsar “proyectos significativos” susceptibles de combatir las imágenes deformadoras y de favorecer el descubrimiento del “otro” Mediterráneo. Los profesionales de la imagen han hecho pues en este marco una llamada para favorecer la traducción y la circulación de las obras audiovisuales que ponen en perspectiva las relaciones de vecindad entre los pueblos del Mediterráneo.
La apuesta, sociológica y cultural, también económica, por la producción audiovisual es muy importante: para una gran parte de la población, la televisión, por ejemplo, constituye la primera ocupación cotidiana y a menudo la única fuente de información regular. Contribuye de esta manera a orientar nuestra mirada. El duelo Al-Jazirah-CNN durante el conflicto iraquí es elocuente a este respecto...
El sector audiovisual, muy dinámico, se vuelve cada vez más abierto y por lo tanto contradictorio, pluralista y plural. Internet, los multimedia, la televisión por satélite, por cable y la tecnología digital abren las fronteras y crean nuevas maneras de difundir y consumir la cultura.
Las pantallas del Norte se cierran a los productos del Sur
Y sin embargo... en el Mediterráneo, la creación audiovisual está marcada por grandes desequilibrios, comenzando por las desigualdades de medios (técnicos, financieros, humanos, etc.). La cohesión del sector en el Mediterráneo depende de la solidaridad financiera a largo plazo entre el Norte y el Sur.
Por otra parte, entre los países mediterráneos, los intercambios en este ámbito son casi inexistentes. En la televisión, por ejemplo, en el sur de Europa sucede lo mismo que en el Magreb, los españoles no se interesan por los contenidos de los medios griegos al igual que un argelino no ve los programas tunecinos (¡y eso que comparten la misma lengua!)... sin contar que las pantallas del norte se cierran a los productos audiovisuales del sur. Así, los marroquíes consumen un 80% de programas del Norte; mientras que el Norte no consume más que un 3% de programas del Sur.
“Cada país piensa en dirigir sus productos al sur, pero dentro de unos límites, ya que el objetivo de cada uno es vehicular un discurso político, una ideología, un modo cultural específico a cada uno de estos países. El telespectador magrebí no se siente representado en estas cadenas orientadas a los intereses políticos franceses”, subraya Mohamed Abassa (1). Para numerosos profesionales del medio audiovisual árabe, las imágenes que son producidas y circulan en el Mediterráneo son todavía demasiado etnocéntricas. Para numerosos profesionales europeos, las imágenes producidas en el Sur son a menudo utilizadas por las autoridades para vehicular una imagen positiva de su país; de ahí vienen también las dificultades para colaborar juntos. En suma, la cooperación Norte-Sur en materia audiovisual no tiene nada de realidad cumplida.
El Mediterráneo, crisol de culturas
Ya que no sólo no es homogénea la producción audiovisual en el Mediterráneo, sino que además es todavía demasiado poco abierta al “otro”, conduce a una especie de encierro de cada uno dentro de su propia identidad nacional. Profesionales y público mediterráneo viven respectivamente en compartimientos estancos. En los documentales, las películas, los programas, raramente se cruzan las miradas. En su recepción, asimismo, las imágenes son rápidamente consumidas y “digeridas” sin que ninguna discusión anime un diálogo crítico. Ahora bien, retomando el pensamiento de Pedrag Matvejevic, el autor de “Breviario mediterráneo”, el Mediterráneo solamente existe en las relaciones interculturales entre sus pueblos y sus culturas. No es una entidad dada, uniforme; es más un mosaico o un tejido de historias, culturas, pueblos, etnias, religiones... por lo tanto es de esperar que, en el proyecto euro-mediterráneo, los medios audiovisuales tengan un papel importante en la transmisión de esta diversidad cultural.
Comprendiendo el papel crucial de la producción audiovisual en el diálogo cultural euro-mediterráneo, la Conferencia Permanente del Audiovisual Mediterráneo (Copeam) reúne desde su creación en 1994 a profesionales de la televisión, de la radio y de los multimedia, directores y productores independientes, también a intelectuales, universidades, instituciones y organismos internacionales. “Red de redes”, la Copeam desarrolla proyectos audiovisuales transnacionales que favorecen, río arriba y río abajo, un diálogo intercultural en el Mediterráneo.
Desde el doble atentado del 11 de septiembre, la Copeam insiste más que nunca en el peligro que pueden crear falsas representaciones en una región como el Mediterráneo. A la teoría errónea y perniciosa del “choque de civilizaciones”, la Conferencia opone la filosofía del “diálogo de civilizaciones y de culturas”.
En el curso de una conferencia sobre el audiovisual mediterráneo, en 2001, Andreu Claret, director general del Instituto catalán del Mediterráneo, subrayaba que “nos hace falta reconocer las diferencias y cultivar los elementos de identidad compartidos. Para llevar esta idea al terreno de los medios o de la televisión, yo diría que es muy positivo que surjan cadenas de televisión árabes –como hay cadenas europeas- y que nos hace falta también que haya intercambios de programas y de películas entre los diferentes países del Mediterráneo”(2). De momento, las cadenas en cuestión se limitan a la información (Euronews, Al-Jazira...) o a la pareja franco-alemana de Arte. Pero en este ámbito, los países del sur del Mediterráneo tienen una ventaja: mientras que Europa espera su esperanto, el árabe reina en las ondas... Para recorrer la gran distancia entre las dos orillas, ¿para cuándo un Kawa babel?
(1) Entrevista a Mohamed Absassa, director del Instituto Abassa, por Benyoub Djilali, "Journal de la CoPeAM", Argel, mayo de 2002.
(2) Andreu Claret, Conferencia de Tesalónica, 2001.
Translated from Deux rives qui ne se regardent pas