¡Dios bendiga el iPhone!
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María LomeñaEl primer domingo de 2010 era la mejor ocasión para que los fieles llevasen herramientas e instrumentos de trabajo a la iglesia para la bendición anual. ¿Qué tiene de malo que un pastor anglicano haya decidido adaptarse a los nuevos tiempos? Más aún si su parroquia se encuentra en el corazón financiero de Londres
El buen pastor sabe escuchar a sus feligreses. Esta es la máxima del reverendo Canon David Parrott, que el primer domingo del año 2010 bendijo cientos de aparatos electrónicos que habían llevado a la iglesia de St. Lawrence Jewry, en el centro financiero de Londres, a petición de muchos de los trabajadores de la zona.
Notebook, PDAs, teléfonos móviles: instrumentos de trabajo del nuevo milenio. Por eso, no parece nada extraño ni nuevo si un pastor ha decidido bendecirlos, ya que en tiempos no muy lejanos (y en varios lugares de Europa aún hoy) palas, arados y otros instrumentos se llevaban a las iglesias para recibir la bendición. En febrero de 2008, el obispo Severino Poletto bendijo el nuevo y flamante Abarth 500 en la histórica sede de la Fiat de Mirafiori. ¿Actos que se deben a la gracia del Señor, a la sociedad, o a pura superstición? Solo aquel que puede entrar dentro de nuestros corazones puede saberlo. Ahora bien, ningún pescador se escandaliza al ver a un compañero bendecir su barco: vivir entre las olas (y de las olas) es como si uno empeñase su vida y no es mucho pedir tener al menos a un dios como avalista. Ni tampoco parece que se escandalicen centenares de moteros, no todos devotos practicantes, que en diversos lugares repartidos por todo el continente se reúnen para bendecir sus radiantes vehículos de dos ruedas. ¿Serán seguidores del pensamiento de Pascal por el cual, si Dios no existe, no perdemos nada si creemos en él, pero si existiese iríamos al paraíso? Quizás.
En resumen: pedir una bendición para nuestros apéndices tecnológicos no es para nada una mala idea. O mejor aún, ¿por qué no bendecir directamente la pila bautismal? Quizás así nos ahorraríamos noticias en las que pantallas de iPhone saltan en pedazos (como sucedió en el sur de Francia en el verano de 2009), o iPods que explotan como en Japón o Reino Unido. Parece que el recalentamiento de la batería es una de las principales causas de explosión y de otros daños menos graves: en 2006 Sony se vio obligado a reclamar casi 10 millones de baterías de portátiles Dell y Appel y en 2007 Nokia se ofreció para sustituir 46 millones de baterías que había producido la japonesa Matsushita para sus móviles. Hoy los riesgos más importantes se producen por las prisas por conseguir productos ‘de ocasión’, pero comprar baterías de dudoso origen que encontramos a módico precio en algunas tiendecillas no siempre resulta una buena inversión. A veces es pura desidia. ¿Será Dios lo bastante omnipotente como para salvar los hardware de quien los olvida en la playa bajo el sol a mediodía un 15 agosto?
Vaya usted a saber... Sin embrago, para todos aquellos defectos ocultos que a diario maltratan software y similares parece que sirven las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Pero como dice la Biblia: de entre todas, la más grande es la caridad porque solo ella puede hacer que la tecnología quede a salvo de inesperados e incontrolables deseos de destrucción.
Foto: Herby_fr/Flickr y de Stewart/Flickr
Translated from Dio benedica il vostro iPhone, disse il reverendo Parrott