Dinamarca tendrá elecciones generales el 18 de junio
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La primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, convocó una rueda de prensa por sorpresa ayer por la mañana para anunciar que las próximas elecciones generales en Dinamarca se celebrarán el 18 de junio.
Desde hace semanas ya se respira clima de precampaña en el país, donde las calles se han llenado de carteles electorales de los partidos que aspiran a presentarse a estos comicios. La primera ministra estaba obligada a convocarlos antes de que acabase el año y ha esperado al momento que considera que favorece más a sus aspiraciones.
Sin embargo, según un sondeo publicado el martes por el periódico danés Politiken, el bloque de partidos de izquierdas en el parlamento al que pertenecen los socialdemócratas de Thorning-Schmidt, conseguiría un 48% del apoyo ciudadano. En cambio, el bloque de derechas ganaría con un 52% de los votos.
Thorning-Schmidt ha comenzado la rueda de prensa afirmando que Dinamarca ya ha salido de la crisis y prometiendo más puestos de trabajo: “Es una gran responsabilidad y si los daneses me eligen a mí, continuaré con el trabajo que produce resultados. Un trabajo que significará 120.000 nuevos empleos en el sector privado el año que viene”, ha dicho la primera ministra.
El día anterior también anunció un paquete de medidas sociales que supondrá una inversión de 39.000 millones de coronas danesas -unos 5.200 millones de euros-, con el que Thorning-Schmidt espera mejorar los resultados que las encuestas le otorgan.
El principal líder de la oposición, Lars Løkke Rasmussen, ofreció también una rueda de prensa justo después del anuncio de la convocatoria. “Estas elecciones son sobre el futuro de Dinamarca. La sociedad del mañana debe ser incluso mejor de lo que es hoy. Aunque está bien, no es suficiente”, dijo Rasmussen presentándose como mejor alternativa que Thorning-Schmidt.
La percepción que tienen los daneses de Rasmussen es más positiva que la de Thorning-Schmidt, a la que consideran una buena líder pero su carácter frío le complica ganarse la simpatía de sus ciudadanos. Sin embargo, Rasmussen se ha visto involucrado en varios escándalos relacionados con los gastos de su partido, lo que le ha llevado a perder el apoyo de muchos y ha ayudado a Thorning-Schmidt a recuperar posiciones.
Por otro lado, en las elecciones europeas de hace un año, las últimas celebradas hasta ahora en Dinamarca, salió vencedor el partido anti-inmigración y euroescéptico de extrema derecha Dansk Folkeparti (DF). Este partido radical sacó un 26,6% de los votos, muy por delante de los socialdemócratas de Thorning-Schmidt, que obtuvieron un 19,1% de votos, y los liberales de Rasmussen con un 16,7%. Siempre ha sido considerado parte del bloque de partidos de derecha, pero hasta hace pocos años parecía impensable que aspirase a ser uno de los partidos mejor posicionados en el parlamento.
Precisamente el líder de DF, Kristian Thulesen Dahl, reaccionó al anuncio criticando los gastos en inmigración del actual gobierno: “Lo que podemos ver es que el gobierno este año cuenta con gastar 6.300 millones de coronas extra en políticas de asilo y reunificación familiar, y este dinero evita que podamos gastar más en hospitales y en nuestros ancianos”, dijo en declaraciones recogidas por el diario Jyllands-Posten.
Los cuatro años de gobierno de Thorning-Schmidt han estado marcados por profundas reformas para sacar al país de la crisis, que contaba con un 7,6% de paro cuando entró en el gobierno en 2011 y ha bajado hasta el 6,4% según cifras de Eurostat, muy lejos aún del 3,4% que tenían antes de la crisis. La economía creció un 1,1% en 2014, saliendo de la tendencia negativa de los últimos dos años, pero lejos del ritmo de en torno al 3% de los años precrisis.
Otros temas candentes en la sociedad danesa son la inmigración y el terrorismo, especialmente después de los ataques terroristas en Copenhague el pasado febrero en los que murieron dos personas. La gestión de esta crisis por las fuerzas de seguridad del Estado ha sido muy criticada después de que se abriese una investigación sobre la actuación policial durante las 13 horas que se tardó en detener al terrorista. Aunque la imagen de la primera ministra salió reforzada como líder firme ante el terror, el jefe de la policía secreta fue destituido, tras considerarse que la reacción de los cuerpos policiales fue demasiado lenta.