Dinamarca, el país de los populistas felices
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Eztizen Sánchez MontesHay una pequeña nación al Norte de Europa que, según informes de la ONU, es la más feliz del mundo: Dinamarca. Su economía ha conseguido no verse muy afectada por la crisis y los ciudadanos están dispuestos a pagar impuestos récord a cambio de un buen sistema de bienestar. Pero el tiempo está cambiando en el idílico país de mares azules y trigales amarillos...
Se aproxima una tormenta
Los daneses, con fama de tolerantes y cosmopolitas, empezaron el nuevo milenio con un cambio de gobierno. Reemplazaron el gobierno socialdemócrata con el del candidato liberal Anders Fogh Ramussen, del Venstre Parti. Hasta entonces todo había cuadrado con su imagen idílica, pero durante el mandato de Rasmussen (2001-2009) su partido se acercó más a la política de derechas. Bruselas observó que tanto sus medidas sobre la ley de inmigración como la reintroducción de controles fronterizos eran preocupantes. En pocas palabras, Dinamarca estaba quebrantando la ley de la UE. El grupo con el que formaba coalición, el populista y de derechas Partido del Pueblo Danés (Dansk Folkeparti), también fue culpable de este cambio de política. Por entonces no eran más que una nueva y pequeña coalición, pero las cosas iban a cambiar antes de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014.
Después de diez años, a los daneses se les estaba acabando la suerte. La crisis también afectó a Dinamarca y los amables ciudadanos dejaron de confiar en Venstre. En 2011 votaron por Helle Thorning-Schmidt, la primera mujer en ser Primer Ministro del país, y los Social Demócratas volvieron al gobierno en el Palacio Christianborg con ella. Pero incluso con estos cambios en el gobierno, en el país de la Sirenita nada es aprobado sin los pequeños partidos periféricos. Así que todos los partidos de izquierdas del Parlamento gobiernan junto a la incansable sonrisa de Helle, creando un gobierno minoritario que la oposición tolera.
Pero consiguieron dar un cambio radical y las poco respetables tácticas de Venstre durante la década previa fueron remplazadas con una melodía humanitaria, que cada año se debilita un poco más con los sensibles discursos de Navidad de la Primera Ministra. Las suaves políticas izquierdistas no están convenciendo a los daneses. Además, Thorning-Schmidt ha tenido un gabinete flexible, mandando a varios ministros a la Reina para presentarles sus cartas de despido e invitando a los sucesores a tomar el té poco después. Esto ha dañado la imagen de la Primera Ministra y los votantes se lo dejaron ver en las elecciones municipales de 2013. Venstre ha vuelto, pero un antiguo amigo suyo salía también de entre las sombras: el Dansk Folkeparti (DF).
Los populistas salen de entre las sombras
Fue imposible parar el resurgimiento de los partidos de extrema derecha en los meses previos a las elecciones europeas. Los resultados electorales en Reino Unido, Francia y Dinamarca sorprendieron tanto a votantes como a políticos, y la abstención, el populismo y los moralistas fueron tendencia durante las elecciones. La victoria del Frente Nacional en Francia era evidente para la mayoría de europeos antes de las votaciones incluso, pero aunque el apoyo francés a la ultraderecha fue de alrededor de un 25%, los daneses les superaron, otorgando un 26,6% de los votos al Folkeparti.
El Dansk Folkeparti se ganó a los electores con el eslogan "Mere Danmark, mindre EU... det er mugligt" (Más Dinamarca, menos UE... es posible). Si queréis saber su fórmula mágica, está en su página web, llena de idílicos paisajes con trigales amarillos de fondo. La política danesa está cubierta por un manto de euroescepticismo y abierta xenofobia.
"No debes pensar que tú eres mejor que los demás"
Es raro: los daneses viven en la prosperidad, están contentos y no tienen problemas en ayudar a los demás; pero parece que el miedo a perderlo todo se ha apoderado de la nación. ¿Deberían los logros sociales y el sentirse arropado por la sociedad ser solo para los daneses? Este miedo parece haberse intensificado con la UE y Lampedusa. Temen la llegada de una horda de refugiados sin intención alguna de integrarse en su pequeño reino, y también los decretos impuestos por la Comisión desde el lejano país de Béglica. Sin embargo, este miedo no parece ajustarse a la realidad de color de rosa danesa. El país no muestra signos de sufrir ningún decreto impuesto por parte de organizaciones extranjeras; de hecho, su sociedad recuerda más bien a la ley que ha gobernado Dinamarca desde la era de los vikingos: la Ley de Jante.
Esta ley contiene varios códigos de conducta, y el más famoso de ellos es "No debes pensar que tú eres mejor que los demás". La solidaridad danesa está basada en esta ley. La gente trabaja junta y nadie es mejor que los demás. Se ayudan los unos a los otros y se desean lo mejor. Pero parece que cada vez hacen más excepciones. Tienen miedo de pagar altos impuestos para que luego otros se aprovechen de su estado de bienestar, una opinión muy común entre los partidos de derechas de otras partes del mundo.
¿Puede el populismo hacernos felices?
Se ven problemas similares a estos en muchos otros países europeos. Son muchos los que no quieren seguir compartiendo su solidaridad con los recién llegados al país. Sin embargo, en las elecciones europeas, un 56,4% de los ciudadanos daneses acudió a las urnas, una cifra mayor a la media europea.
¿Y cómo reaccionó la prensa danesa a la victoria del populismo en las elecciones? Sorprendentemente, no les asustó mucho: el periódico liberal-conservador Berlingske publicó un artículo sobre los insultos proferidos contra los candidatos del Dansk Folkeparti, y el periódico izquierdista Politiken publicó los retratos de los nuevos miembros electos al Parlamento Europeo. La cadena de televisión más grande del país, DR1, mostró elaboradas estadísticas, pero no comentó nada sobre las posibles razones que llevaron a esos resultados.
"Algo huele a podrido en Dinamarca"
¿"Algo huele a podrido en Dinamarca"? Los daneses quieren seguir manteniendo su imagen de bondadosos vikingos que saben vivir felices y contentos en comunidad. Estarán votando a partidos populistas, pero deberíamos quedarnos con la imagen de una nación que nunca haría daño a nadie y que tiene las puertas abiertas al mundo. Aún queda un rayo de luz entre el mar azul y los trigales amarillos: es el país de los populistas felices.
Translated from Dänemark: Das Land der glücklichen Populisten