Diario de un viaje alternativo: brújula, ordenador y una nube volcánica
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Clara Fajardo TriguerosAlguien escribió que el avión es un modo fingido de vivir un viaje: El cuerpo llega al destino antes que la mente. Será así pero, sinceramente, es más cómodo. Nos hemos acostumbrado tanto a viajar por los aires, gracias también al feliz nacimiento de las compañías de bajo coste, que casi no imaginamos otro modo de viaje.
Hasta que llega una crisis como la del volcán islandés, que en los últimos días volvió a amenazar varios aeropuertos, entre ellos los españoles
Este es el resumen de un diario de viaje 'sólo de vuelta' que pretende haceros sonreír un poco y sugerir modos de viajes alternativos o 'planes B' a quien se encontrara, como la que suscribe, en una situación de impás, de donde parece no haber salida. Un viaje, con algunos golpes de suerte, marcado por la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökul, que paralizó el mundo. Después de un trayecto de ida de Bari a Berlín con escala en Roma y Ámsterdam, contra todo sentido común de la geografía (aunque, ¿qué le vamos a hacer? Si se viaja a bajo coste hay que estar preparado también para hacer escala en Nueva Dehli para llegar a Estocolmo), uno se siente bastante cansado al final del viaje.
Y sin embargo, el viaje de vuelta sería aún peor, como todos habrán podido comprobar por los periódicos y telediarios: aeropuertos-dormitorio, estaciones invadidas, call centers sobrepasados… el viajero bajo estrés y como un pingüino en el Polo Norte: chapotea porque hay hielo pero es al Sur a donde realmente quiere volver.
El ABC del viajero en crisis
Internet salvavidas: no vayáis al aeropuerto si vuestro billete es de una compañía de bajo coste. Lo mejor es desaparecer de la circulación como si os buscase el FBI. Es más, conectaos a internet y revisad la web de la compañía y de los aeropuertos de paso. Incluso en el caso de que se tenga el billete con una compañía de bandera, no vayáis inmediatamente al aeropuerto: primero, porque podría estar completamente cerrado: segundo, porque normalmente toda la información necesaria sobre el reembolso o la reserva se puede hacer vía internet, evitando así colas y esperas inútiles.
Los billetes: algunas, pero sólo algunas compañías, ofrecen a los pasajeros convertir el billete aéreo en un vale para cualquier otro medio de transporte. En este caso, sí conviene ir al aeropuerto o al punto de venta más cercano de la aerolínea, porque los billetes de los medios alternativos pueden ser mucho, pero mucho más costosos.
Los medios alternativos: el tren es el primero en el que se piensa. Cuidado, puede ser muy caro por los trayectos internacionales. En todo caso, si no hay más opción, comprad el billete de ferrocarril vía internet. Es lo mejor, ya que ir a la estación significa permanecer en la cola de las ventanillas durante medio día.
Otra solución practicable para aquellos que viajan en grupo es el alquiler de un coche. Desde luego, al dejar el coche en un lugar diferente a aquel en el que se alquiló el coste aumenta bastante, pero, dividiendo el desembolso, es seguramente una solución más económica que el tren. Para el que se encontrara, como la que suscribe, en Berlín, la tentación de alquilar un Trabant, reliquia turística hoy en día en la Alemania del Este, no es quizás (pero sólo quizás) la mejor idea para ahorrar tiempo.
Autostop 2.0: la invención de las invenciones, maravilla de las maravillas, si tenéis dos monedas en el bolsillo y no os podéis permitiros ni tren ni alquiler, ¡recurrid al autostop! Se trata simplemente de conectarse, por ejemplo, a viajamosjuntos.com o comparteviaje.es, donde todos los que viajan con su propio coche y quieren ofrecer puestos vacantes, ponen un anuncio. También el pasajero o autoestopista puede publicar su petición. Los precios varían en base al destino pero son verdaderamente económicos. Es el coche compartido o car sharing, un autostop más seguro, ya que a diferencia del clásico, normalmente, los que se ofrecen son personas que se prestan frecuentemente a dicha experiencia. ¡Probad para creer!
Los “casos humanos”: durante esta experiencia he visto muchos viajeros locos preparados para viajes aún más locos. ¿Por ejemplo? Llegar a Barcelona desde Alemania, pasando por Italia; ir a Nueva Zelanda desde Berlín: Berlín-Roma con cien mil cambios de tren, desde Roma posibles aviones por Aucklan con escalas en Atenas, Bangkok y Sidney; Berlín- Calais en taxi… y podría continuar hasta el infinito. Mi compañera Tamara Kobakhidza, de Georgia, merecería el reconocimiento como heroína. También participante en los European Youth Media Days (Jornadas Europeas para Jóvenes Periodistas, EYMD por sus siglas en inglés) en Berlín, al volver a casa el sábado 24, después de haber pasado alguna noche en el aeropuerto para no tener que pagar para renovar el visado, viajó a Ucrania donde se quedó 24 horas para poder continuar camino hacia Tblisi.
Bendecir las 12 estrellas de la bandera de la Unión Europea y Schengen: encontrarse, como mi compañera georgiana, en esta situación significa tener que renovar el visado por un módico precio de 200 euros por un sólo día (incluso en un caso excepcional debido a un fenómeno de la naturaleza, la embajada generalmente no hace descuentos), o tener que acampar en el aeropuerto, como Tom Hanks en la película La Ternimal, para poder quedarse en zona franca.
Por mi parte, mientras escribo esto estoy en la última etapa de un viaje en tren y autobús que me ha llevado de Berlín a Mónaco, Bolzano y Milán, desde donde sigo hacia Bari. Si este artículo se publica, ¡significará que he llegado a mi destino!
Fotos: M@nuDia/flickr; night-thing/flickr; Genial23/filckr; jcarwil/flickr; timailius/flickr. Vídeo: AllJazeeraEnglish/Youtube
Translated from Diario di un viaggio alternativo: bussola, pc e una nube vulcanica