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Diagnóstico correcto, tratamiento equivocado

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Los diversos sistemas sanitarios de la UE se encuentran en estado terminal. La privatización, a juzgar por los resultados obtenidos en EEUU, no parece la solución más adecuada.

La globalización no ha llegado a los sistemas sanitarios europeos, al menos en cuanto a estructura y evolución se refiere. En la UE existen dos modelos básicos de organización y gestión, ambos en crisis: Seguridad Social y Servicio Nacional de Salud.

La Seguridad Social es un sistema financiado mediante cotizaciones sociales, existiendo provisión mixta de servicios tanto por entidades públicas como privadas. Se utiliza la fórmula del copago (que controla la demanda excesiva eliminando el problema del abuso). Es el caso de Francia, país europeo con mayor gasto sanitario público.

El Servicio Nacional de Salud fue instaurado por Gran Bretaña en 1948 e inspiró a los países nórdicos (1), Irlanda y sur de Europa (Italia, España). Es único, público, universal y con todas las instalaciones integradas en el propio hospital. Este modelo es considerado el más barato (un punto menos en % del PIB), más equitativo y eficaz (descartando los criterios de mercado).

Universalización de los problemas

Sin embargo, si no podemos hablar de una universalización de las estructuras, quizás sí podríamos hablar de una globalización de los problemas. El aumento del gasto sanitario europeo se debe al envejecimiento de la población, a la falta de orientación preventiva (evitar el tabaquismo, el sedentarismo y los excesos en la dieta), al precio de los servicios sanitarios que en la UE aumenta por encima del IPC, a la sofisticada tecnología de los hospitales y a la evolución de enfermedades degenerativas y asociadas a la edad. Además, como dijo Aldous Huxley, la investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano. El aumento del personal sanitario para atender este porcentaje creciente de personas dependientes es otro factor de gasto fundamental.

En la Unión Europea el sistema sanitario está entrando en una etapa de revisión que puede llevar a sacrificar las conquistas del Estado del Bienestar. El caso más extremo es la reforma de la sanidad alemana, pactada por todos los partidos políticos, que implicará menos prestaciones, limitaciones a los fármacos poco innovadores terapéuticamente y cotizaciones más amplias.

Ana Rico, del Observatorio Europeo de Sistemas Sanitarios, considera que la reunificación de Alemania puede ser una de las causas de la crisis financiera del sistema germano, "pero otra hipótesis es que las medidas de mercado cuestan caro si no se manejan bien. Las expectativas teóricas de ahorro no se han cumplido en los lugares donde se han aplicado en la práctica". Se ha obtenido, por el contrario, una inflación de costes en una primera fase. Estos cambios en la sanidad alemana pueden suponer una advertencia para el resto de países de la UE de lo que ocurre cuando el gasto sanitario queda fuera de control durante demasiado tiempo, una situación que en España ya ha obligado a autonomías como Canarias y Galicia a recurrir a partidas extrapresupuestarias.

En Francia, un informe de junio de la Comisión de Asuntos Sociales del Senado consideró extremadamente preocupante el déficit estructural de la asistencia médica y propuso "una profunda reforma de la sanidad pública para evitar un incremento demasiado generoso del impuesto general", destinado a restablecer el equilibrio financiero de la Seguridad Social. Según el informe, "no es viable que los gastos de la asistencia médica sigan progresando a un ritmo del seis o siete por ciento anual", ya que para ello habría que destinar nuevos impuestos o nuevas cotizaciones. Más tarde llegó la ola de calor que provocó el colapso sanitario en Francia.

El ministro de Sanidad, Jean-François Mattei, presentó el Plan Hospital 2007, que será aplicado durante los próximos cinco años y que supondrá una inversión de 10.200 millones de euros destinados al sistema hospitalario y a los servicios de urgencias.

Gestión pública, gracias

Pero un mayor gasto no garantiza una mayor cobertura ni mejores servicios. Recordemos el caso de EEUU, el país que más dinero destina a la sanidad, 14% del PIB (la media europea supera por poco el 8%). De este dinero un 20% son gastos burocráticos (comparemos: en España representan poco más del 3%). El gasto público supone solamente el 40% del gasto sanitario total en los EEUU. Los nefastos resultados saltan a la vista: el número de estadounidenses desprovistos de cobertura sanitaria aumentó en 2,4 millones en 2002 a causa del incremento del paro y ya es de 43,6 millones, según un informe dado a conocer en septiembre por la oficina del censo estadounidense.

Así pues, para garantizar una sanidad pública universal y de calidad no solamente es necesario invertir más fondos públicos, sino que es capital que la gestión y administración sean también públicas, encaminadas a la salud de la población y no a la competencia mercantil.

En el caso español, el gobierno del PP ha inventado las Fundaciones, la gestión de la sanidad pública con el régimen jurídico del derecho privado. El Estado aparece así como un empresario privado que olvida los controles con que el derecho público protege el interés general en la administración de los fondos públicos. Otra consecuencia de la utilización del derecho privado en la sanidad es la introducción del régimen laboral de contratación, importando la precariedad y el despido desde otros campos empresariales. Este patrón español es una de las tendencias de moda en los sistemas sanitarios europeos.

Para evitar la utilización de modos de empresa textil en la sanidad, es decir, para un sistema sanitario equitativo y sostenible en la UE, el tratamiento de elección debería ser una buena gestión pública. Sin contraindicaciones y sin efectos secundarios.