Dear Reader: “Al final todos somos unos pardillos”
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Barbara BlayCherilyn MacNeil (24), la carismática cantante y pianista del sudafricano trío de música indie Dear Reader, habla sobre su país, entre el miedo y la partida, fe y espiritualidad, corazones rotos y acerca de cómo ha pasado el último verano en el Festival de Berlín
Música independiente con mensaje de unidad
A Cheri le gusta el trabajo en equipo, por eso ha reunido también a sus dos compañeros de grupo, el bajista Darryl Torr y el baterista Michael Wright para la entrevista.
Hace un calor inconcebible en el recién cerrado aeropuerto Tempelhof de Berlín, en cuyos hangares tiene lugar el Berlín Festival. Mientras el público forma una larga cola frente al bar para el agua que tanto esperan, la cantante, que va de punta en blanco, resplandece en medio de la agitación con su tez élfica y su sonrisa sobrecogedora para tranquilizarles.
Esto se puede explicar por su carácter, naturalmente positivo, pero también le han echado una mano: “Hemos pasado unos días maravillosos en Berlín. Hemos ido a bañarnos al lago, hemos hecho picnic en el parque, hemos participado en un concurso de preguntas de música, y ¡hemos ganado! He montado bicicleta. En Sudáfrica es ahora invierno, por eso fue para nosotros… ¡Como vacaciones de verano!”
El entusiasmo que tiene Cheri por Berlín es comprensible, además parece que tienen buenas conexiones. El grupo se aloja en Neukölln, el barrio más cool de la ciudad, en la frontera con el barrio de Kreuzberg. Esta es una zona que no tan chic como para atraer a galerías e inversores, pero lo suficiente para tener bares y tiendas a la moda.
Johannesburgo: con todo un camino por delante
Una impresión muy diferente domina en Johannesburgo, la ciudad natal del grupo. Con más de tres millones de habitantes, tiene sobretodo la reputación de ser una de las ciudades más peligrosas del mundo, la “JO’ Burg” la llaman sus habitantes como pegándolo con cola, que luego será olfateada en las chabolas.
Una vida entre rejas por miedo a la intrusión y a la violencia. ¿Cómo ve ella esto? “Para nosotros significa la normalidad, porque de hecho ha sido siempre así. Obviamente se tiene que tener cuidado, pero eso se hace automáticamente. Está claro que yo no voy a pasearme por las noches. En cambio puedo ir en coche, tomo precaución de salir siempre en grupo. A la gente de fuera le produce probablemente un efecto peor de lo que es… Yo simplemente ya me he acostumbrado a ello”.
Darryl se introduce en la conversación. Nacido y criado en Johannesburgo, ve a su ciudad como un lugar con infinitas posibilidades que aún no se han agotado y espera ver aún más en un futuro no muy lejano.
Cheri está de acuerdo: “Es simplemente la ciudad más cosmopolita de nuestro país, con una historia complicada, pero aquí conviven muchas culturas diferentes, por desgracia, a menudo están más separadas que juntas las unas de las otras”.
La escena musical en Sudáfrica es polifacética y colorida: junto a la música tradicional de África, ocupan todavía los puestos más altos de las listas de éxito el Hip Hop, la música dance y la música al estilo norteamericano.
Toda Sudáfrica parece colonizada por la música comercial. ¿Toda Sudáfrica? No, desde hace algún tiempo se viene cristalizando una pequeña pero fina escena musical independiente. La banda Dear Reader se creó en 2006, bajo el nombre de Harris Tweed, que tuvieron que cambiar en 2008 debido a que este nombre de tipo de tejido de lana originaria de Escocia estaba registrado.
Perder la fe porque sí
“If Jesus was my friend, tell me where he went” (‘Si Jesús fuera mi amigo, dime a dónde se fue’), dice una de las canciones que Cheri ha escrito. Efectivamente antes la cantante era muy creyente: “Yo fui criada en la religión e incluso continué con ello. Yo era una persona buena y difícil en ese tiempo. En algún momento perdí mi fe, no a causa de algún suceso dramático, sino simplemente así. Y esta fue la primera vez que rompieron mi corazón, mucho antes que los chicos de los que hablo en mis canciones. De alguna manera es importante para mí hablar sobre esto. Cuando miro atrás a mi antiguo yo, pienso: ¡guau! ¿Quién es esta persona? Yo era toda una friki.” Por el momento ha dejado esta senda, pero el interés por la espiritualidad, la filosofía y el gran ‘porqué’ de la vida aún le acompañan.
Cheri ha escrito muchas canciones sobre sus mal de amores, y admite con franqueza que los contenidos son autobiográficos. La que asombrosamente vemos como la mujer ideal, cuya belleza, después de segundos, se hace evidente ¿No será más bien una rompecorazones? “Bueno, ¿sabes? Por aquel entonces, en la escuela, los que eran populares eran los niños para los que no se era lo bastante guay y frente a los que se tenía un enorme respeto. Y un día descubre uno que es suficiente para ellos. Algunas veces nos enteramos años después de lo que los otros habían pensado sobre ti, y esto puede ser una gran y bonita impresión. Al final somos todos unos pardillos. Tendríamos simplemente que hablar más entre nosotros, en lugar de perder el tiempo siempre en ser guay y pijos. Me gusta cuando te encuentras con alguien y descubres que al final sois iguales. Eso es lo genial en la música, porque por medio de esta se comparte la personalidad, que sino estaría enterrada profundamente”.
Abogando por la igualdad
Las barreras y las trincheras de la música se pueden sobreponer, ya se ha demostrado frecuentemente. Cherilyn MacNeil, en su disco The Same ( ‘Lo mismo’) hace una clara referencia a las desigualdades que la sociedad sudafricana aún arrastra. En todas las diferencias, muchas formas de religión, color de piel, conveniencias y necesidades hay para cada una un gran punto en común por el que vale la pena luchar: Same, we're both the same/ We share the same heart / We're made of the same parts.(Iguales, somos ambos lo mismo/ compartimos el mismo corazón / Estamos hechos de las mismas partes). Y esto va para todos, sean frikis o no.
Translated from Dear Reader: "Letztendlich sind wir doch alle nur Geeks"