Cuidado con el gato: la literatura europea acaba en el contenedor
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Elena Urbina SorianoEl grupo de Facebook que ha permitido identificar a la mujer que hace unas semanas tiró sin motivo un gato en un contenedor de basura en Coventry, Inglaterra, ha conseguido 43 mil miembros.
El video, grabado con la cámara de los propietarios del gato, ha dado la vuelta al mundo; y la mujer, preocupada por las posibles represalias de los defensores de los derechos de los animales (y no sólo de ellos), ha pedido protección a la policía. ¿Arrepentida? Por si hay dudas, le recordamos lo importante que ha sido la imagen del gato para la literatura europea y cuánto ha contribuido a nuestro imaginario común.
En Inglaterra, una mujer de mediana edad que paseaba por las calles de Coventry tira al gato, inexplicablemente, en un contenedor. En Italia, un columnista y presentador de televisión, ahora suspendido por la Rai, da consejos a los espectadores sobre cómo cocinarlo a la “vicentina”. Pero ¡por favor! un poco de respeto para su majestad el gato. Sí, porque no es sólo un animal de compañía para mujeres solas, un útil depredador de ratas o un sin hogar elegante y astuto que vive en los tejados de las ciudades. Es también uno de los más inspiradores y recurrentes personajes de la literatura europea. Refresquemos un poco la memoria.
Lewis Carroll: los diálogos surrealistas entre Alicia y… El Gato del Cheshire
El último largometraje de Tim Burton, inspirado en “Alicia en el país de las maravillas” (”Alice´s adventures in wonderland”, 1865), del reverendo inglés conocido con el nombre de Lewis Carroll, lo ha devuelto al primer plano. Es el inolvidable Gato de Cheshire, el “guía” enigmático y raro que la protagonista de la novela encuentra muchas veces durante su delirante viaje en un país maravilloso y de cuento de hadas. Para crearlo, Carroll se inspiró en antiguos cuentos populares; según él, los campos ingleses estaban poblados por gatos invisibles. Entre las hipótesis más curiosas, hay una que cuenta cómo el escritor inglés, para describir la cara, se inspiró en el símbolo que se encontraba en la etiqueta de unos quesos de Cheshire, su región de origen. ¿Quién de nosotros no se ha quedado impresionado por su inquietante sinsentido y su guiño misterioso?
Charles Perrault: el gato no es sólo misterio
Mucho más lúcido y consciente de sus recursos es el famoso “gato con botas”, protagonista de un cuento popular europeo parido por la pluma del francés Charles Perrault, que lo insertó en su colección “Cuentos de Mamá Oca” (“Contes de ma mère l´Oye”, 1697). Éste también está de moda gracias a la serie de películas de animación Shrek. Símbolo de la astucia y la habilidad, le chat botte ayuda a su joven dueño, huérfano y pobre, a convertirse en príncipe. Y todo sólo con la ayuda de su intuición y su capacidad de aprovecharse de las debilidades humanas. Son inolvidables las páginas en las cuales, para robar el maravilloso castillo, se burla de un ogro retándolo astutamente a transformarse en un ratón, para después comérselo.
“Pinocho”, de Carlo Collodi: la otra cara de la astucia.
Pero ya se sabe: la astucia puede usarse también para hacer el mal. Es difícil encontrar un niño que no haya sido influenciado negativamente en su opinión respecto a los gatos después de haber leído o escuchado “Las aventuras de Pinocho”, novela para niños (y no sólo para niños) escrita por el italiano Carlo Collodi en 1881. El personaje del gato, junto al de la zorra, se ha convertido en el símbolo del tramposo y falso amigo por antonomasia en el imaginario colectivo. Fingiéndose ciego “debido al exceso de lecturas”, según él, intenta repetidamente robar con engaños al pobre Pinocho, un ingenuo muñeco de madera que desea convertirse en un niño de verdad. ¡Qué crueldad! Por suerte, en este caso Collodi no lo deja impune. Al final de la historia, a fuerza de tanto fingir, se queda ciego de verdad.
E.T.A. Hoffmann: ¡el gato soy yo!
Sin embargo, hay algunos que por el contrario se fían de los gatos. Y tanto. Es el caso del escritor y compositor alemán E.T.A. Hoffmann, que decidió, metafóricamente, confiar su autobiografía a un felino. El gato Murr es el protagonista de la que muchos consideran la obra maestra de Hoffmann (“Lebensancichten des Katers Murr nebst fragmentarischer Biographie des kapellmeister Johannes Kreisler in zufälligen Makulaturblättern”, 1820). Parece ser que el autor alemán, durante su estancia en Bamberga, escribía y trabajaba todo el día en una minúscula estancia, aislado del mundo. Las comidas diarias se las hacía pasar su mujer a través de un agujero en el suelo. Sólo los gatos le hacían compañía. La novela sería la “autobiografía” de uno de estos gatos, que existió realmente, que aprende a escribir y se convierte en poeta. A la muerte del gato de verdad, Hoffmann dejó de escribir y la obra quedó incompleta.
Para Luis Sepúlveda, un gato tiene palabra
Otro ejemplo de gato (“literario”, en esta ocasión) del que fiarse es el inventado por el escritor chileno Luis Sepúlveda. En su famoso libro “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar” (1996), el protagonista, Zorba, es un animal de palabra. Después de haber prometido a una gaviota, en su lecho de muerte a causa de una mancha de petróleo, cuidar del huevo que acababa de poner, nuestro gato, con la ayuda de sus amigos felinos, entrena a la pequeña gaviota y al final le enseña a volar, pese a que la pequeña estaba convencida de ser un gato. El protagonista de Sepúlveda no sólo demuestra ser inteligente y saber adaptarse a las situaciones extremas, sino que nos convence además de que los gatos pueden ser también afectuosos y fiables. O, al menos, aquellos que como Zorba habitan el puerto de Hamburgo.
“…desapareció muy lentamente, empezando con el extremo de la cola y terminando con su sonrisa. En realidad, la sonrisa permaneció viéndose mucho rato después que todo lo demás del gato había desaparecido.”
Así es como el gato de Cheshire sale de escena en la novela de Lewis Carroll. ¡Es mucho más elegante que desaparecer en un contenedor!
Foto: (cc)Wild Guru Larry/flickr; wikimedia; vídeo: collinxp/YoyTube; sottoitigli/YouTube
Translated from Attenti al gatto: la letteratura europea finisce nel cassonetto