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Crosetti: “el mercado del deporte llega antes que el valor europeizador”

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Hablamos del lenguaje con el periodista deportivo de La Repubblica, que ironiza sobre la contaminación y los neologismos que se vienen introduciendo en los idiomas. ¿Por qué hay una tendencia en Italia a usar tantas palabras inglesas?

He llegado a Maurizio Crosseti gracias a la red. Su blog destaca en la blogosfera por su forma brillante de usar el italiano. Nos encontramos en la sede de La Repubblica en Turín, la redacción es una pequeña joya en el corazón de la céntrica avenida Roma, en un palacio señorial con el número bordado en oro. En las paredes encontramos editoriales de Scalfari (el fundador de La Repubblica). Crosetti me espera sentado en su escritorio, en una sala llena de trofeos de fútbol, bueno, él es en realidad un gran periodista deportivo y autor de diversos libros que hablan del deporte o que usan el deporte como pretexto para hablar de otros temas: Fuori di Pallone (Fuera del frasco) o La Juve sulla lun (La Juve sobre la Luna), publicados por Feltrinelli.

Un lenguaje que no existe

Portada del libro Fuori di Pallone de Maurizio CrosettiVamos directos al grano: “Hay demasiada política en las páginas italianas, aunque los diarios somos mucho más europeos: el bajo coste y la UE han roto barreras. Los jóvenes sienten que Europa entera es su casa, y los periódicos nos hemos adaptado”. Lo que antes se consideraba una crónica extranjera, ahora es casi una extensión de la crónica nacional: “Es cierto, Europa interesa ahora a todos, el periodismo ha cambiado su sentido de la identidad y la vecindad. Pero en cada país se mantiene un estilo propio, lo que está muy bien, por la diversidad cultural que supone para Europa”.

El idioma: un tema que gusta mucho a mi interlocutor. Crosetti ha criticado durante años la tendencia a rebautizar las cosas, con el uso y abuso del inglés, incluso cuando la lengua de Dante está disponible. Siempre con un toque irónico, Crosetti se lo toma como una manera de revisar la Historia invirtiendo el orden de las palabras y rebautizando las cosas. “Hace tiempo, solo hablaba así Berlusconi. Ahora es una moda de la que se han contagiado muchos. Y no hablo solo de los políticos”. Es un gran golpe para el italiano, esto de pedir prestadas palabras de otras lenguas para expresar conceptos que ya podemos decir en lengua italiana: ¿ya no es suficiente el italiano? “Mira, es parte de un sistema de cosas mucho más grande y complejo. Para algunos, renombrar el mundo significa cambiarlo. Pero la verdad es que las palabras no cambian el fondo de las cosas. Es un modo con el que se piensa rehacer la realidad y, además, lo veo como una tremenda vulgaridad, una falta de respeto en el fondo: es un ataque contra la capacidad de comprender del oyente. Puede que sin embargo, también el lector se acostumbre a decir commitment en lugar de compromiso y, entonces, la broma gustaría a todos. “Sí, pero el lenguaje moderno habla de una vida que no existe: porque usa palabras que no existen”.

Chovinismo lingüístico 

¿Pero por qué en otros países no ocurre lo mismo? Los españoles usan ‘ratón’ para llamar al mouse, y los franceses ’ordinateur’ en lugar de computer: ¿es una forma de chovinismo desesperado, un sistema de anticuerpos espontáneos para responder a la globalización y la invasión del inglés a nivel mundial? “Para nosotros, es una forma de provincialismo, en cierta manera: queremos darle un aire internacional, meter en dificultades a los otros, dando la impresión de que usamos palabras nuevas, pero que en realidad son repetitivas y superfluas porque ya existen en nuestra lengua de todos los días. Diciendo esto, yo no me considero un fundamentalista. Son formas de hablar que debemos, en efecto, tratar de evitar”. Mientras habla, tras él, aparece en la pantalla de su ordendor la palabra Arcass: “Es piamontesa”, me dice Crosetti, “es el nombre de un juego de pelota elástica, juego que ahora sobrevive solo como algo folclórico. Me da fuerzas”.

(Foto: M.C.)

El deporte es un termómetro de los tiempos

El dialecto como respuesta al inglés: ¿es una especie de refugio antiatómico? “Todo lo contrario. Se sabe que la respuesta a cualquier ataque globalizador es un retorno a las raíces. Lo veo incluso en el fútbol: conforme se hacen equipos con más estrellas internacionales, más se acude a las banderas de las propias provincias. Para mí el pegamento de esta Europa está más en las personas que en las instituciones. Aunque en el deporte no es algo nuevo. Es algo a lo que uno acaba por acostumbrarse, aquello de anticipar tendencias”, comenta Crosetti, casi reivindicando un papel profético para los eventos deportivos. “Pero sí, piensa en los partidos de ping-pong EE UU-China, en los encuentros de equipos italianos contra otros de países eternamente rivales: son cosas que tienen un valor que va más allá del resultado deportivo, unas veces parecen episodios de guerra, otras de diálogo”. ¿Por lo tanto, la Liga de Campeones y la Ley Bosman, con la que se abrió la libre circulación de deportistas en Europa desde 1995, en cierto modo ayudó a la construcción de Europa desde Bruselas? "Bosman llegó antes que Schengen: este es un hecho cierto. Pero es inútil hacer retórica. Hay un interés comercial en la base de todo: el mercado del deporte llega antes que el valor europeizador".

Satisfecho, estoy preparándome para sumergirme en el calor turinés, cuando detrás de la puerta una voz me llama: “Ah, Lubrano, una última cosa: Arcass, se usa también para llamar a un vino piamontés muy raro, pero te lo recomiendo”.

Translated from Maurizio Crosetti: «L’Europa è figlia anche di Bosman, non solo di Schengen»