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Cosmo Sheldrake: en busca del tiempo perdido

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Cultura

Fascinado por el ruido que le rodea, el músico londinense vuelve a dar vida en su EP, Pelican We, a los sonidos de especies raras o en peligro de extinción. Emparentada con el collage, la música de Cosmo Sheldrake es sobre todo una "documentación" de lo que quizá ya no escucharéis en el futuro. Entre las ballenas, los ríos perdidos y los agujeros, se encuentra con un pájaro muy raro.

Cosmo está molesto. Mañana es el cumpleaños de su novia, que quiere que esté allí, en París, para actuar de telonero de Unknown Mortal Orchestra. Pero una hora antes de su aparición en el escenario de La Flèche d’Or [una sala de conciertos en el distrito XX de París], el boyfriend abre cervezas con el mechero y se encoge de hombros. "Corregiré el error. Le compraré flores y luego tengo pensado hacerle una canción con los sonidos que capté en el tren", dice.

'Good vibrations' 

Cosmo Sheldrake "caza" sonidos. En todas partes, todo el tiempo. El artista londinense ha hecho lógicamente de sus grabaciones la estructura de sus canciones y de su EP, publicado recientemente y titulado Pelican We. De un título a otro, escuchamos el sonido de una mosca que atrapó en las montañas búlgaras o el de un pez capturado por un barco de pesca en Sussex [condado del sur de Inglaterra]. ¿Su preferido?: "El que más utilizo: el ruido de la pizarra que se estrella, captado durante una estancia en Gales", señala imitando el ruido de la roca. Muy pocas personas han conseguido poner nombre a lo que hace Cosmo. Mucho mejor, ya que ni él mismo es capaz. "Lo único a lo que puedo comparar lo que hago es el collage. Junto varios sonidos, varias influencias, y los interrelaciono", nos comenta.

Cosmo Sheldrake - Solar

Los sonidos que recolecta a lo largo de sus numerosos viajes, con ayuda de una grabadora convencional de la que no se separa nunca, no constituyen el total de las composiciones; en el resto de la canción, Cosmo Sheldrake juega con instrumentos. Toca más de 30 -todos los clásicos y algunos más raros como el didgeridoo o el sousafono-, de ahí que se le haya puesto el apodo de 'el hombre orquesta'; un número de instrumentos que no comparte. "No sé de donde sale esa cifra", grita el artista.

"Utilizo muchos instrumentos para escribir mis canciones, con más o menos facilidad, pero ni mucho menos toco 30 instrumentos. Por el contrario, los colecciono". Con el paquete de tabaco escondido en el bolsillo de la chaqueta, los puños y las mangas de la camisa mal colocados, el pelo cayendo delante de los ojos que chispean, Cosmo bien podría encarnar la versión millenials de un científico loco. Cada vez que nombra un instrumento, el joven de 25 años necesita expresar con mímica cómo lo toca. Cada vez que nombra una especie animal, tiene que imitar la forma en que esa especie "suena". A partir de ahora sabremos que un pájaro milenario puede silbar como un hervidor de agua y que una palometa -o japuta o zapatero, según las zonas- hace el ruido de un autobús al tocar el claxon.

Como el pájaro

Cosmo intentó resumir esa pasión por los sonidos durante una presentación TedX en Londres, en febrero de 2013, titulada Interspieces collaboration. Invitado por un amigo, el músico acudió a hablar y reproducir los sonidos que pueden producir los agujeros de Inglaterra. Algunas risas en la sala pero una idea básica: necesitamos preservar este tipo de sonoridades como si de un patrimonio se tratase. Proteger sonidos extinguidos para salvarlos del olvido. Él mismo cuenta: "Me acuerdo de un tipo que decía haber tenido en su poder un pájaro hoy en día extinguido. Se acordaba de la manera cómo cantaba y era capaz de reproducir su silbido. Así que lo grabó. Afortunadamente, porque si no, ese sonido se habría perdido para siempre". Según Sheldrake, la música existe gracias a sus sonoridades, pero esas sonoridades cuentan también una historia, "una documentación". Durante sus conciertos, el músico "descompone" con frecuencia sus piezas musicales para explicar de donde provienen los sonidos. Esta tarde, en el escenario, Cosmo explicará con detalle que el sonido de palometa que utiliza proviene de una grabación de la armada estadounidense, realizada durante la guerra fría, para distinguir el ruido de los peces del de los submarinos soviéticos.  

Para poder contar con detalle este tipo de anécdotas, Cosmo ha estudiado antropología en Londres y ha viajado mucho para conocer otras culturas. En realidad, se ha beneficiado sobre todo de un entorno favorable al encuentro entre civilizaciones. Su padre, Rupert -biólogo tan conocido como controvertido–, le ayuda a afinar sus investigaciones sobre las especies en vía de extinción. Su madre, Jill –profesora de canto y terapeuta–le desvela el misterio de las voces mongolas y la música del mundo. En la apacible casa familiar, situada en el elegante barrio de Hampstead, Cosmo observa y escucha mucho. "A menudo íbamos al campo en familia y examinábamos los pájaros. Así es cómo empecé a aprender su lenguaje", recuerda el joven londinense. A menudo, las animadas conversaciones durante la cena enriquecen sus composiciones. Cuando su hermano, también biólogo, le habla de su obsesión por los microscópicos tardígrados u osos de agua, el músico en seguida tiene ganas de hacerlos cantar. "Son seres increíbles", dice entusiasmado el artista. "Pueden resistir condiciones extremas: por ejemplo, la vida en el espacio, el agua hirviendo, o incluso el cero absoluto o temperatura teórica más baja posible(-272,8°C)".

"Sangre por las orejas"

Como solista, Cosmo Sheldrake no se pone límites. En la ciudad donde vive, el chico es también profesor de música, compositor teatral, miembro del grupo Gentle Mystics y ...voluntario. En 2013 participó en campañas en Europa y América del Norte para sensibilizar a la juventud sobre cuestiones ecológicas esenciales. Aunque aprovecha cualquier ocasión para contactar con ornitólogos, tiene sus propias ideas, basadas más que nunca en el sonido. Mientras lía un cigarrillo explica que el sonido del mundo es muy importante para los organismos. Dice también que el canadiense Murray Schafer explica en su superlibro titulado The tuning of the world (The Soundscape), [en castellano La afinación del mundo], que hay demasiada contaminación acústica. Cosmo cree que en Inglaterra solo existe un lugar que escapa a esa contaminación acústica, un lugar sin tráfico en el norte de Londres. Lee numerosos artículos sobre la pesca de arrastre de profundidad y sus efectos sobre la población marina: la última vez, se encontraron 30 ballenas atrapadas entre las redes y sangrando por las orejas.

"¿Furioso Cosmo?", le pregunto. "¡Sí, pero felizmente! La ira me motiva, me inspira. No entiendo cómo no se puede estar enojado cuando se ven semejantes atrocidades a nuestro alrededor. La gente no puede continuar viviendo así. Al menos podrían ser conscientes de las consecuencias de su comportamiento, podrían ser más responsables". En los próximos días, el joven artista le dará la espalda al mundo cruel para interesarse por lo que está desapareciendo.

El próximo proyecto del artista está dedicado a los ríos perdidos de Londres, "los que ahora están soterrados. Mi casa y mi colegio se construyeron más o menos sobre uno de ellos. Intentaré recuperarlos y extraer su sonido. Ese que se ha olvidado". 

Cosmo Sheldrake - Rich

Escuchar: "Pelican We", de Cosmo Sheldrake (Transgressive Records/2015)

Story by

Matthieu Amaré

Je viens du sud de la France. J'aime les traditions. Mon père a été traumatisé par Séville 82 contre les Allemands au foot. J'ai du mal avec les Anglais au rugby. J'adore le jambon-beurre. Je n'ai jamais fait Erasmus. Autant vous dire que c'était mal barré. Et pourtant, je suis rédacteur en chef du meilleur magazine sur l'Europe du monde.

Translated from Cosmo Sheldrake : à la recherche du temps perdu