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Corrupción en Europa: Wulff y otros lobos con piel de cordero

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Cristina Cartes

Política

Regalos caros por unos precios más que razonables: los alemanes han negado el perdón a su presidente, Christian Wulff, por sus "pequeños ahorros". Ha renunciado aludiendo a "una falta de confianza pública" el 17 de febrero. Otros países son más indulgentes con sus políticos. Pero, ¿por cuánto tiempo?

De shocks sin final al shock final que ha supuesto la renuncia como presidente de Christian Wulff el 17 de febrero. Se va sin honor; durante cuatro años, Wulff aceptó regalos como viajes, estancias de hotel y precios especiales, todos pagados por sus amigos de las altas esferas. Él mismo no venía ningún tipo de problema en esto. Sin embargo, la ley alemana sí lo hizo. Los alemanes que desempeñan cargos públicos en Alemania no pueden aceptar regalos valorados en más de 10 euros. Y eso no solo concierne al presidente, sino también a los profesores, policías y enfermeras.

Cuestión de justicia

Los alemanes hubieran perdonado a Wulff el primer regalo que aceptó: un billete de avión. Sin embargo, cuanto más conocidos se hacían sus errores, más alto se pedía su dimisión. No es una cuestión de regalos caros, sino de justicia: mientras una enfermera tenía que rehazar incluso un ramo de flores, el presidente se lavaba las manos de culpa durante meses. Los alemanes se sentían engañados. Su renuncia parece voluntaria pero, en realidad, la opinión popular le hizo salir de su oficina avergonzado.

Otros países son más indulgentes con sus políticos. Silvio Berlusconi ocupó su despacho durante casi 9 años en total a pesar de los casos de corrupción y de las amenazas de castigo. El antiguo primer minsitro italiano solo podía partirse de las acusaciones. "Todos somos iguales ante la ley", decía. "Sin embargo, yo soy más igual que otros". Durante bastante tiempo, el apoyo que la gente le daba no menguaba. "Muchos italianos admiran a Berlusconi", remarcó Umberto Eco en una entrevista en el periódicoFrankfurter Rundschau. Y eso es así porque utilizó la política, pero también llevó una vida que muy poca gente envidiaba.

Amistades peligrosas

Entre caros regalos y enchufes amistosos, los peligrosos cruces entre política y negocios en España no son inusuales. Se podría decir que existen en todo círculo político, pero que rara vez son castigados. Solo hay que pensar en la sentencia que declaraba "no culpables" de cohecho a Francisco Camps y Ricardo Costa hace unas semanas. La sociedad española no está, al final, menos indignada que la alemana con el caso Wulff. No es una casualidad que el movimiento de los Indignados haya nacido en España.

Otro político que podría dentro de poco perder su despacho por similares problemas es Nicolas Sarkozy. Su mejor amigo, el empesario Arnaud Lagardere, dirige una empresa de medios que produce, entre otras publicaciones, la del semanario Le Journal du Dimanche. El periódico no dice nada contra Sarkozy. Otro benefactor es el multimillonario Vincent Bolloré, que invitó al presidente del país a champán en su yate. Los franceses siempre han mirado estas amistades de forma crítica, pero no hay una ley que las prohíba. Sin embargo, con las elecciones presidenciales francesas cada vez más cerca (abril), los ciudadanos podrán juzgar y juzgarse. Las encuestas prevén que Sarkozy abandonará la oficina presidencial, pudiendo convertirse en otro "Wulff".

Foto: Einsamer Wolf (Foto: (cc)boskizzi/flickr (cc)ashleighb77/flickr)

Translated from Korruption in Europa: Macht Sarkozy "den Wulff"?