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Copenhague: una historia de identidad, islam e integración

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PolíticaEUtoo

Tras las polémicas caricaturas de Mahoma, hace ya diez años, y los ataques de Copenhague contra el artista Lars Vilks y contra una sinagoga, la actitud de la sociedad danesa hacia la comunidad musulmana no es la misma. Viajamos al centro de diferentes asociaciones juveniles y centros culturales que navegan entre la islamofobia, la integración y la lucha contra la radicalización. 

"Cuando se publicaron las caricaturas de Mahoma, advertimos un cambio en cómo los medios de comunicación y la clase política percibían a la comunidad musulmana. El terrorismo ha generado un clima menos tolerante, e incluso a veces hostil. "Algunos creen que hemos retrocedido de 10 a 20 años en el proceso de integración", comenta Waseem Rana, uno de los responsables de Munida, una organización juvenil que promueve la integración de la identidad musulmana en la vida diaria de la sociedad danesa.

Estamos en Nørrebro, al norte de Copenhague. Nos adentramos en un antiguo barrio obrero, cuyos elementos de arquitectura industrial se mezclan con señas de multiculturalismo y gentrificación: comercios orientales, locales modernos, parques para patinadores y pequeñas tiendas de diseño. Un lugar idóneo para albergar también mezquitas y centros culturales musulmanes.

En la mezquita de Wakf

Todo está listo para la oración de la tarde. Waseem nos espera junto a otros muchachos en el umbral de la puerta de la mezquita de Wakf, que pertenece a la Sociedad Islámica de Dinamarca. Desde principios del año 2000, la sala de oración se ubica en dos amplias naves, "por voluntad de Ahmad Abu Laban", nos cuenta Waseem, de 38 años, nacido y criado en Copenhague, y de padres paquistaníes. Desaparecido en 2007, Laban fue la figura central de la controversia provocada por las caricaturas de Mahoma que se publicaron en 2005, en el diario danés Jyllands-Posten. No sólo participó en la delegación de Oriente Medio, sino que firmó junto a Ahmad Akkari el "Informe Akkari-Laban" para denunciar el clima de islamofobia latente en la sociedad danesa, lo cual generó una ola de protestas y violencia por todo el país.

"Laban deseaba una sección juvenil y al principio se juntaron unos 4-5 muchachos. Hoy en día somos 500, con un 60% de mujeres, reunimos a miembros de cerca de 40 nacionalidades y nuestras actividades se centrar en diversos aspectos de la vida social de la juventud danesa". Se celebran actividades sociales y recreativas, pero también educativas. "Estamos intentando ayudar a los jóvenes musulmanes para que desarrollen su identidad en la sociedad danesa. Si se sienten seguros en su credo y su identidad, se convertirán en mejores ciudadanos", añade.

La oración comienza y nos dan la bienvenida con disponibilidad y cordialidad, y sólo apenas algunas personas nos miran con recelo. "Llevamos tres semanas vivendo en un ambiente de desconfianza a raíz de un programa de la televisión danesa grabado con cámara oculta". Se refiere a la entrevista que TV2 hizo al imán de la mezquita de Grimhøj en Aarhus, quien defendía la lapidación de las mujeres adúlteras y el derecho a matar a apóstatas. "Eligieron una escena radical, con el riesgo de destruir el complicado camino de la integración", comenta Waseem. "Después de los ataques de París Bruselas, mi madre y mi hermana fueron acusadas por un hombre de ser culpables de los atentados. Estaba borracho, sí, pero puede servir de ejemplo".

Vamos a la librería en donde cada año se reúnen miles de visitantes escolares y universitarios para conocer más sobre el islam. El encargado es un estudiante de física, se llama Nils, tiene 24 años y se convirtió al islam cuando tenía 17. "Soy el responsable de los nuevos musulmanes, nos reunimos cada lunes y hablamos de las bases de nuestra religión", explica. Nació y se crió en una familia cristiana y se convirtió en 2009. "Mis padres me decían que Dios existía y yo les creía, pero luego durante la adolescencia, empiezas a plantearte muchas cosas. En el instituto conocí a muchos jóvenes musulmanes y así fue como conocí el Corán y a su Profeta. Al cabo de tres meses, me convertí". Mi familia aceptó mi decisión, pero no sin un toque de ironía: "Incluso mi madre me preguntó, de broma, que cuándo pensaba inmolarme".

Según un estudio del International Center For Counter Journalism, desde 2011, unos 25 "combatientes extranjeros" partieron de Dinamarca rumbo a Siria, de los cuales regresaron 62Omar El Hussein, autor de los atentados del 15 de febrero, nació y creció en una familia jordanopalestina; apenas tenía 22 años. 

"Nuestra generación intenta definir el islam dentro de la sociedad danesa"

"Sin los conflictos en Oriente Medio, los predicadores del odio no tendrían tanta influencia en los jóvenes. Muchos van a Siria convencidos de que van a luchar contra las injusticias" dice Waseem. "Pero oponerse a las injusticias no significa irse a luchar a Siria. Esto sólo perjudica sus vidas, su causa y la imagen del islam. Deben convertir las pulsiones negativas en energía positiva, en ilusión por aprender, por escribir, por abrirse al mundo. Si no hablamos con ellos, algún predicador extremista bien podría manipularlos".

Para la ONG Minahj ul Quran Dinamarca, el tema de la integración siempre fue clave. Fundada en 1981 en Pakistán por Muhammad Tahir-ul-Qadripromueve la tolerancia y el diálogo interreligioso. Nos recibe Hassan Bostan, abogado practicante de 25 años

"El 90% de los miembros son de origen pakistaní y llegaron aquí entre los años 70 y 80", explica Hassan. "Los jóvenes hemos nacido y crecido aquí, e intentamos definir dentro de la sociedad danesa el islam, una religión universal que puede practicarse en cualquier país y en cualquier período histórico, con tal de definir su papel y entender cómo los musulmanes pueden integrarse. Para nuestros padres recién llegados, esto no fue fácil. Nosotros queremos dar un paso adelante".

Visitamos el resto del edificio. En el piso de arriba están las salas de oración. Primero, hay que pasar por los lavatorios para las abluciones, así como por unas aulas infantiles. Por la escalera, nos cruzamos con algunos de ellos, que se dirigen hacia el amplio salón de oración, en donde el imán les enseña a recitar el Corán.

"Enseñamos las ciencias clásicas musulmanas, la meditación y el sufismo, para aliviar el corazón del odio y de las pulsiones negativas". Pero eso no es todo. "Colaboramos con asociaciones hebreas y cristianas y hemos participado como grupo líder, en un programa de la ciudad de Copenhague para entender el proceso de la radicalización e informar a los políticos", prosigue Hassan, ex miembro del Danish Ethnic Youth Council. A nivel europeo, también ha sido posible gracias a la participación del RAN (Radicalisation Awarness Network), un programa comunitario para prevenir la radicalización a través de la celebración de seminarios en los que se estudia la 'Fatwa contra el Terrorismo' [una fatua es la respuesta de un experto en derecho islámico a un asunto relativo a su disciplina, nota de la editora], y el 'Islamic Curriculum on Peace and Counter-Terrorism'.  

Mariam, la mezquita de las mujeres

En lo que respecta a la cuestión femenina: "La integración de las mujeres es un problema muy pakistaní que va más allá de la religión", dice Hassan. "Tenemos una 'Liga de las Mujeres' en todas las actividades, tanto en el deporte como en el ocio, para situar a hombres y mujeres en el mismo nivel". Es un tema que da lugar a una experimento cultural de integración pionero: la mezquita de las mujeres. La llamaron Mariam y, a pesar de ser la casa de todos los musulmanes, las oraciones del viernes están reservadas solamente para las mujeres que cuentan con una guía femenina. Su fundadora se llama Sherin Khankan, tiene 41 años y es de padre sirio y madre finlandesa. Trabaja como periodista de opinión y es una tertuliana conocida en Dinamarca por sus publicaciones sobre el islam y su militancia en la extrema izquierda. "El debate se inició en 2001, cuando fundamos el Foro del Islam Crítico. Queríamos acabar con la estructura patriarcal del islam. El Corán no prohibe las mujeres imanes", señala Sherin Khankan. La mezquita se ubica en un piso en el corazón de Copenhague, a pocos metros de las tiendas repletas de turistas en busca de souvenirs para llevarse. Aquí, el 9 de febrero, cuando la Afp difundió la noticia, se celebraron las primeras bodas y los primeros divorcios islámicos. Se trata de la primera etapa de un recorrido ambicioso que apuesta por la educación de los jóvenes: "Nos inspiramos en las tradiciones pero las adaptamos al siglo XXI", explica Sherin Khankan. "Las nuevas generaciones no conocen sus propios orígenes, por eso queremos introducir la filosofía islámica y la figura de pensadores como Ibn Arabi que sí consentían que las mujeres fueran imanes".  El mensaje ya ha conquistado a algunas jóvenes. "Participaron en un encuentro en la universidad y se identificaron con nuestro proyecto. Podemos ser una referencia para las nuevas generaciones".

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Este artículo forma parte de nuestra serie de reportajes EUtoo, un proyecto que trata de dar voz a los jóvenes desencantados de Europa. Está financiado por la Comisión Europea.

Translated from Copenaghen: una storia di Islam, identità e integrazione