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Conoce al Lisca Bianca: El barco que partió de Sicilia y dio la vuelta al mundo

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Lifestyle

En 1984, el matrimonio Albeggiani se retiró de la vida pública a bordo de su creación: un barco. Con el Lisca Bianca dieron la vuelta al mundo, un viaje heroico que convirtió al barco de Porticello en el embajador de la tradición siciliana en la tierra. Hoy, después de años de abandono, el Lisca Bianca revive gracias a un proyecto de inclusión para niños desfavorecidos.

Después de haber navegado el Mediterráneo varias veces, en el verano de 1975 Sergio y Licia Albeggiani decidieron enfrentarse al océano. El Lisca Bianca I era en aquel momento un barco de Porticello armado para el mar. Al llegar a las Canarias, se dieron cuenta de que el barco no era apropiado para las olas del Atlántico y regresaron a Sicilia.

Por aquel entonces, sin embargo, la decisión de construir un barco para atravesar el océano, que diera preferencia a la fiabilidad sobre la velocidad, ya estaba tomada. Entre las muchas motivaciones, la más convincente se puede leer quizá en Las Islas Lejanas, el libro de Sergio Albeggiani que relata la bitácora de viaje del Lisca Bianca: “Volvimos a correr frenéticamente, perseguidos sin un por qué por las agujas del reloj, sobresaltándonos con cada llamada telefónica, constantemente perseguidos […] por IRPEF, ILOR, SIP, ENEL, INARC, IVA, RAI, INPS y demás. Volvimos a vestirnos con la ropa incómoda de una moda esquizofrénica y extravagante. Volvimos, en pocas palabras, a la vida normal sobre tierra firme".

La de este matrimonio fue una elección similar a la de Christopher McCandless, que se cuenta en la película Into The Wild: una separación de lo superfluo para buscar lo esencial. Aunque los Albeggiani no tuvieron que esperar hasta los últimos días de su aventura para aprender que la felicidad también está en compartir, porque éste fue un valor que siempre estuvo presente para ellos.

Fue construido en los "astilleros polacos" de Porticello

La construcción del Lisca Bianca II comenzó el 14 de noviembre de 1978. Del barco original se mantuvo sólo el nombre, en homenaje al pequeño islote volcánico cercano a Panarea. Se partió de los proyectos de un velero tahitiano de Giorgio Sternini, que emprendió el trabajo por correspondencia. Aunque la verdadera construcción fue llevada a cabo por Sergio Albeggiani en persona y por los “astilleros de polacos” de Porticello, en Palermo (llamados así porque los señores de Treviso tuvieron la fortuna de casarse con bellísimas mujeres polacas). A la vez que el Lisca Bianca tomaba forma, la casa de los Albeggiani en Casteldaccia se vaciaba de muebles y se llenaba, en cambio, con el material para completar el barco. Los tres hijos de Sergio y Licia, ya bastante mayores, pronto comprendieron que serían sus padres los primeros en abandonar el nido.

La vuelta al mundo

El 14 de noviembre de 1981, el Lisca Bianca ya era un velero de aproximadamente 13 metros, a motor y con el mástil mayor construido con sólida madera local, listo para ser habitado gracias a una cabina provista de una cocina y servicios; pero, sobre todo, listo para la navegación oceánica. La prueba en el Mediterráneo y la vida en el barco durarían tres años. Muchos escépticos dudaron del equipaje casi reducido, del mástil mayor demasiado grande que desequilibraría al barco y del rendimiento del casco fuera del Mediterráneo. Licia y Sergio, imperturbables, planificaron navegar a lo largo de la línea ideal del Ecuador, donde los principales riesgos son los ciclones y la calma, que entre la calma chicha y el calor tórrido pueden reportar la navegación al punto de partida.

La vuelta al mundo comenzó el 23 de septiembre de 1984 en Porticello, pero el Lisca Bianca debió refugiarse inmediatamente en San Vito Lo Capo por el fuerte viento. Fue difícil también el desembarco en las Islas Baleares, donde los Albeggiani confundieron un faro por otro y acabaron en Mallorca en lugar de en Menorca. Pero tras haber superado el estrecho de Gibraltar, se dirigieron hacia las Islas Canarias para una primera degustación del océano, donde los Albeggiani se permitieron por fin el “lujo” del piloto automático durante la noche mientras ellos dormían.

La verdadera prueba consistió, sin embargo, en las 2.780 millas que separan Tenerife de Martinica, donde los esperaba el plácido y turquesa mar del Caribe. El Atlántico le demostraría al matrimonio Albeggiani toda su fuerza contenida en las nubes y en las paredes de agua sobre las cuales el Lisca Bianca treparía sin demasiada fatiga. Finalmente, el océano revelaría ser un “gigante bueno”, según Sergio.

El encuentro con el pueblo del mar: Café y anchoas a cambio de champán

En cada siguiente desembarco (Caribe, Antillas Neerlandesas, Panamá, Islas Galápagos) experimentaban la lógica de la inclusión y del compartir: El “pueblo del mar”, constituido por navegantes franceses, ingleses y alemanes, intercambiaban con los Albeggiani preciados consejos, participaban juntos en fiestas y cenas a bordo y en excursiones tierra adentro. El café italiano, el vino Rapitalà, las tan sicilianas anchoas y caponatas se intercambiaban por champán, langosta y ostras.

Cuando se encontraban solos, en cambio, el comandante Sergio y la contramaestre Licia pasaban el tiempo dividiéndose las tareas: Sergio cosía una vela y Licia hacía pan fresco en la cocina todos los días, haciendo girar por el mundo las recetas de la pizza siciliana y la pasta con sardinas. En su travesía los acompañó también la fauna marina: grupos de delfines emergían para saludarlos, así como ballenas, o águilas pescadoras, que forzaban a los pelícanos a ceder sus peces.

Sin embargo, todo esto no quiere decir que durante el viaje no se les presentaran algunos problemas serios. Primero, en marzo de 1985, la contramaestre Licia se resbaló de la escalera que conduce a la cabina y se fracturó la tibia. Más tarde, el Lisca Bianca sufrió diversos problemas técnicos durante las largas travesías entre archipiélagos: les traicionaron los inyectores del motor, el alternador y la reserva de gas líquido, y tuvieron incluso algunas entradas de agua. También se dieron complicados desembarcos, como aquel en Hawai donde, puesto que tenían las velas y el motor estropeados, fue necesaria la intervención de la Guardia Costera americana.

En cualquier caso, el velero siciliano superó finalmente el Océano Pacífico, siempre en dirección este-oeste, y el Océano Índico hasta llegar a Sri Lanka y las Islas Maldivas. Luego continuaron hacia el Mar Rojo y atravesaron el Canal de Suez, avistando de nuevo las costas de Sicilia a las 16.45 de la tarde del 17 de julio de 1987. Tres años y medio de navegación y más de 10 mil millas recorridas. La prensa se interesó tanto en el acontecimiento que en 1989, el año en que los Albeggiani intentaron dar la vuelta al mundo por segunda vez, Leoluca Orlando estuvo presente en Porticello para saludar al Lisca Bianca como embajadora mundial de la cultura y la tradición siciliana.

Navegar en la inclusión

Por desgracia, esta nueva vuelta al mundo se vio interrumpida demasiado pronto: Sergio sufrió un infarto en Las Palmas de Gran Canaria. Licia vivió durante otros 5 años sobre el Lisca Bianca, amarrado a la ensenada en el puerto de la ciudad de Palermo. Después de eso, el barco se vio hundido en el abandono durante 15 largos años, entre un garaje y otro, hasta la primavera del 2013. Fue entonces cuando Francesco Belvisi y Elio Lo Cascio, mediadores en el ámbito de la justicia juvenil, descubrieron al Lisca Bianca listo para la demolición en un astillero de Romagnolo, en la costa sur de Palermo.

Así nació, en otoño de 2013, la tercera vida del Lisca Bianca. El proyecto “Lisca Bianca – Navegar en la inclusión” incluye dos astilleros: Uno dedicado a las partes removibles del barco, restauradas por los niños del Instituto penal para los menores de Palermo (la anteriomente conocida como Malaspina), y otro relacionado con las partes estructurales, cuidado por los niños de la Comunidad de recuperación para adictos de San Onofrio (en Tarabia), donde el barco se encuentra desde diciembre de 2013 en un garaje.

No se trata de mantener a los niños ocupados al margen de la sociedad, sino de crear un espíritu de emprendimiento y desarrollo, sin ánimo de lucro, alrededor de una de las páginas más heroicas de la historia marítima siciliana. Alessio Boni y Luigi Lo Cascio se muestran a favor de la causa con el apoyo de la Liga Naval Italiana, y también de INAIL, Ranieri-Tonissi Génova, que ha donado el motor, de Makita Italia y WS Marine Italia, quienes han puesto a disposición de los niños las herramientas, y de la familia Albeggiani, que ha donado al proyecto los beneficios del libro Las Islas Lejanas (hoy editado por Mursia).

Marco Calatroni, empleado de comunicaciones de “Navegar en la inclusión”, cuenta que en la restauración del barco participaron inmigrantes provenientes de Gambia, pero también un carpintero francés de la Academia de Restauración Naval Transalpina. El astillero de la comunidad de San Onofrio albergó a Carlo Treviso, que a los 25 años de edad construyó el Lisca Bianca y que ahora, armado de su pequeño cuchillo suizo, quiso revisar nuevamente el casco para verificar dónde la madera les “traicionó”. Luigi Airò llegó desde Tailandia al astillero de Trabia, tras leer la bitácora de viaje de los Albeggiani y haber completado su vuelta al mundo en barco. Muchos otros han enviado filmaciones, súper 8 y betamax en las que aparece la embarcación siciliana durante su navegación.

"El viraje de Sonia": la vela-terapia

Parte del proyecto, de hecho, hace referencia también a un documental que contará la historia del barco, y que se titulará Lisca Bianca, el viraje de Sonia. Sonia, una niña que sufre cuadriplejia espástica, será el hilo que conducirá las entrevistas: Se reconstruirá la historia del Lisca Bianca y se hablará de su futuro, que más allá de una vuelta al mundo, estará destinado a la vela-terapia de niños con dificultades motrices.

Cada uno puede aportar su granito de arena para hacer revivir al Lisca Bianca mediante las donaciones a través de su página web, o con la participación en el crowdfunding para El viraje de Sonia. En este caso, los beneficios para los donantes más generosos incluyen una estancia de una semana en el futuro Lisca Bianca, cuya puesta en marcha pública será probablemente el 23 de septiembre de 2015, 31 años después de la vuelta al mundo del Lisca Bianca II y a 40 años de distancia de aquel lejano 1975 en el que empezó todo.

Translated from Rivive Lisca Bianca, la barca che dalla Sicilia girò il mondo