Con el caso Kerviel asistimos al resurgimiento del patriotismo económico francés.
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Resulta imposible resistirse a la pinta de galán de Jerôme Kerviel, el hombre que le ha costado la friolera de cinco mil millones de euros al gigante francés Société Générale. Kerviel se ha convertido en tan sólo una semana en todo un icono en Francia, aunque no es el único, ya que su historia bien podría recordar a la de algún otro.
Así, Nick Leeson pasó hace ya diez años por lo mismo al hundir Barings, uno de los bancos británicos con más prestigio de la época. Leeson se convirtió de esta manera en el primer “rogue trader” de la historia. La cuestión es si esta saga de especuladores en ciernes puede darnos alguna lección de economía financiera a nivel mundial.
Leeson y Kerviel en medio de una espiral.
En 1995, Nick Leeson trabajaba para el prestigioso Banco Barings de Singapur, llevando a cabo operaciones financieras en el mercado japonés, cuando planeó una estrategia destinada a defraudar de forma masiva a una serie de mercados de bajo riesgo. En realidad, las consecuencias podrían haberse evitado si el terremoto de Kobe no hubiese hundido el índice Nikkei, agravando unas pérdidas que ya de por sí eran abismales. La deuda para Barings se elevó a más de mil millones de dólares y el llamado “Banco de la Reina” no pudo soportarlo y murió en el intento.
Preguntado en la BBC el mismo día en el que fueron destapadas las “hazañas” de Kerviel, Leeson reconocía que, aunque ciertamente sorprendido por el montante de las pérdidas, la odisea del francés era muy parecida a la suya. Buscaba simplemente “el éxito”. En medio de una espiral, afirmaba que “ni siquiera uno se da cuenta de que el juego ha terminado”. Jerôme Kerviel parece estar contando su misma historia, la de un “trader” movido por el deseo de competir hasta tal punto que acabó hundiéndose en el fango al intentar hacerse un nombre.
Leeson sin embargo parece querer redimirse a lo largo de la entrevista: “hay mucha gente, afirma, que no ha hecho bien su trabajo en el back office”. En otras palabras, tarde o temprano, esa especie de locura especulativa habría sido detectada por los sistemas de control, aunque en realidad, “la gente que se encarga de controlar el sistema no tiene ni idea de su funcionamiento interno”.
Una víctima del sistema.
En Francia, hay quien piensa que Kerviel es una víctima de una maquinaria cuyo engranaje se ha vuelto loco. Ségolène Royal, por ejemplo, ha llegado a manifestar recientemente que en realidad “es dificil poder imputar toda la responsabilidad a una única persona”. Esta indulgencia no deja de sorprender y en cierta manera de divertir a los periodistas británicos que opinan que los franceses han perdido de vista toda la realidad del escándalo tras la arrolladora personalidad del “trader”.
Asimismo, los ingleses dan muestra de una empatía similar hacia su “rogue trader” nacional, a quien pueden ver a menudo en los tabloides y períodicos de primera línea. Todo el país está al corriente de su segunda boda y de su nueva vida como presidente del club de fútbol del Galway. Sólo alguien como Kiervel puede hacerlo y es que, en realidad, implicítamemente, la sociedad perdona a este tipo de irresponsables, que hacen trampas, sí, pero en un juego cuyas reglas no acaban de entender. Esa clase de personajes es admirada a pesar de las terribles consecuencias que llevan aparejadas sus apuestas.
Una partida de poker a nivel internacional.
Ahora, es el banco Société Générale, igual que lo fue Barings en aquella época, el que está sobre la cuerda floja, en peligro de ser vendido. Mientras pasan los días, el gobierno francés hace lo imposible por intentar que el banco siga siendo francés.
En otro orden de cosas, Barings fue una venerable institución que mantenía relaciones muy estrechas con la monarquía británica. Formaba parte de la historia del Reino Unido, hasta que fue adquirida después del golpe de gracia de Leeson por el grupo holandés ING. Desde entonces su logo ya no se ve por ninguna parte.
Société Générale es igualmente uno de los más antiguos e importantes bancos franceses. Los primeros movimientos de las autoridades francesas tienen por objetivo evitar que se repita lo que pasó en Inglaterra. En este sentido, los políticos franceses se muestran favorables a una compra de Société Générale por parte del Banco Nacional de París (BNP), el mayor banco francés. Sería un golpe de suerte si lo consigue, aunque paradójicamente, hace algunos años, Société Générale rechazó una oferta pública de compra procedente precisamente del BNP.
Más al norte, Bruselas parece un poco inquieta por esa especie de fiebre patriótica a nivel económico que viven sus vecinos franceses, que recuerda la postura de París cuando un potente grupo italiano había pretendido hacerse con Suez y es que, cuando los bancos juegan sus bazas en una partida internacional y pierden, quizás sea más urgente replantearse el tema de las relaciones bancarias con los beneficios y su funcionamiento interno.
En realidad, resulta complicado operar en un sistema tan globalizado y sobre todo mucho menos popular que un toque de chovinismo económico. ¡Otro ataque de urticaria para la Comisión Europea!