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Comprender la Historia por el bien de nuestro futuro

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¿Qué percepción tiene la eurogeneración del pasado europeo? Una joven francesa afincada en Berlín y una alemana en París reflexionan sobre la Historia y sobre lo que de ella se puede aprender.

“Larga vida a Bonn, larga vida a Alemania, larga vida a la amistad franco-alemana”. Esto fue lo que declaró Charles De Gaulle durante una visita a Alemania en otoño de 1962. Apenas unos meses después, el 22 de enero de 1963, Konrad Adenauer y él colocaban las primeras piedras de la estrecha relación de la que disfrutan en la actualidad estos dos países, a la vez que las de la integración europea. Eso sí, la historia de las relaciones entre Alemania y Francia ha sido compleja y se ha visto marcada por tres grandes guerras en los últimos 150 años. La ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial proyecta además una imagen negativa del país tudesco en la población gala. ¿Cómo ven, pues, la guerra franceses y alemanes? ¿Ha habido borrón y cuenta nueva? Clémence Delmas, francesa de 26 años, y Ruth Bender, alemana de 22 años, describen su percepción del pasado y su visión del futuro.

De la reconciliación al intercambio constructivo

“Hace 60 años, los Nazis ocuparon París; ¡ahora soy yo quien ocupa Berlín desde hace seis años!, afirma Clémence. Disfruto de los soleados veranos berlineses y sobrevivo como puedo a sus inviernos glaciales. Me zampo unas carmelas de chocolate enormes y ya pronuncio 'Balkon' con buen acento alemán. Conduzco una mobylette de los tiempos de la RDA, y hasta mi gato es alemán. ¡Esto sí que es integración! Sigo practicando, de todos modos, un poco de resistencia. El tiempo que los alemanes se toman a veces para tomar decisiones me resulta demasiado democrático (el centralismo tiene su lado bueno también); las cenas frías ('Abendbrot') me siguen disgustando y tampoco logro acostumbrarme a la palabra 'Auslander' (extranjero)."

"No creo que alguno de mis antepasados se pusiera contento si supiera que una de sus descendientes vive ahora en Prusia. Huyeron de Alsacia y Lorena a finales del siglo XIX para que sus hijos no se educaran 'a la alemana'. Sin embargo, mis abuelos enseguida empujaron a sus hijos a aprender alemán. Hoy, 50 años después, mi padre y mi tía aún mantienen contacto con sus compañeros alemanes de intercambio de la época en que se visitaban mutuamente. Dicho esto, el que yo resida en Berlín tiene poco que ver con mi historia familiar. Caí enamorada un día de esta caótica ciudad y de su sistema universitario y aquí sigo. No tiene más explicación."

"Los franceses se interesan poco por Alemania, a pesar de lo mucho que podrían aprender de sus vecinos. En materia de educación, por ejemplo, los alemanes se las arreglan mejor que los franceses, a pesar de que en los últimos tiempos deseen copiar el sistema elitista francés y alargar la jornada escolar (que hoy sólo dura hasta las 13.00h). Aquí encontramos muchas 'universidades populares' en las que se puede aprender informática, lenguas extranjeras o incluso tango a cambio de sumas muy módicas. El Centro Federal para la educación política pone a disposición de un amplio público toda una panoplia de publicaciones casi gratuitas sobre temas de sociedad, de política y de Historia. Es sobre todo en relación con la Historia que los franceses tendrían que inspirarse de sus vecinos. Los alemanes tienen a veces celos del ufano orgullo nacional de los franceses. Pero quizás estos últimos debieran aprender a relativizar su sentimiento nacional y reflexionar sobre su pasado y sus consecuencias sobre el presente. Los puntos oscuros de la Historia francesa a menudo se presentan como una traición a la 'Civilización francesa'. De este modo, la imagen de Francia queda intacta, ignorándose así la idea de responsabilidad colectiva."

"En sentido contrario, la segunda y tercera generación de alemanes nacidos tras la guerra sí podrían tener motivos para sentirse orgullosos de sí mismos: sus padres y abuelos han establecido una verdadera democracia y se han enfrentado a su pasado con valentía, algo inconcebible en Francia o en cualquier otro país. Aunque una identidad nacional más positiva podría beneficiar la integración de los inmigrantes y de sus hijos. Y es que si los alemanes de pura cepa no sienten especial orgullo de serlo, ¿cómo hacer que la integración en esta comunidad seduzca a los que llegan a ella?"

"La generación de mis padres es la de la reconciliación y el intercambio de buenas palabras. La juventud francesa y alemana debe a partir de ahora comprometerse en un diálogo crítico y constructivo entre sus dos países."

Comprender la Historia para construir un futuro mejor

"Soy alemana, pero me sentiría rara diciendo que me siento orgullosa de serlo. Tras el horror del nazismo, la identidad alemana se ha convertido en un tema complejo y delicado, declara Ruth, alemana residente en París. Mis amigos en el extranjero me dicen que no soy una típica alemana. Mis mejores amigos en Alemania son judíos y ya he ido dos veces a Israel. En la actualidad vivo en todas partes salvo en Alemania. ¿Es acaso extraño? ¿Qué querrá decir hoy ser alemán?"

"Reflexionar acerca de la Historia ha formado parte de mi educación. Durante muchos años, mi madre trabajó para la Sociedad de Cooperación Judía y Cristiana de Frankfurt y nos habló, a mi hermana y a mí, del III Reich. Poca gente de la generación de mis abuelos logra hablar de su experiencia durante la Alemania Nazi. La generación de mis padres reaccionó o bien ignorando la Historia, o rebelándose contra ella. Mi generación, la tercera, se preocupa por el futuro del país. Seremos los últimos en poder preguntar a los testigos lo que vivieron durante el nazismo. Jamás olvidaré la visita a mi colegio del superviviente de Auschwitz, Arno Lustiger. Su historia me sacudió, y yo no entendía cómo podía quedarse en el país después de todo. 'He venido hoy aquí para relatar mi historia a los jóvenes como vosotros, para que podáis sacar la enseñanza que os permita no repetir el pasado', nos explicaba. Ha hecho falta mucho tiempo para que víctimas y criminales hayan tenido el coraje de contarnos su historia tal y como fue, para construir la amistad franco-alemana. Las pesadillas que conocieron mis abuelos atormentarán a Alemania aún durante un tiempo, y cada cual tendrá que seguir negociando con su propio pasado."

No estoy de acuerdo con algunos alemanes que piensan que este tema ya ha sido bastante analizado. Sólo concienciándose de las atrocidades del pasado podremos construir una nueva Alemania y una nueva Europa. Hace 40 años, Adenauer y De Gaulle subieron el primer peldaño, y ahora, nos toca a cada uno de nosotros –no sólo en Francia o en Alemania, sino en todo el mundo-, comprender la Historia para evitar repetir los errores del pasado.

Translated from Geschichte verstehen, um Zukunft zu schaffen