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¿Cómo prevenir la radicalización y el extremismo violento?

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Sociedad

Varios expertos analizaron en un encuentro organizado ayer en París por la Embajada de Canadá, los mecanismos para evitar los procesos de radicalización y el extremismo violento que experimentan personas en distintos países del mundo. El yihadismo y el rápido avance del Estado Islámico en Siria, actuaron como telón de fondo en este debate entre Canadá y Francia.

¿Cuál es el perfil de los jóvenes dispuestos a dejarlo todo, familia y amigos incluidos, para marcharse a combatir en Siria? David Thomson, periodista en Radio Francia Internacional y autor de libro Los franceses yihadistas en Francia (Ed. Les Arènes), trata de dar respuesta a una pregunta que asegura "no es nada fácil".

"Algunas de las personas que he entrevistado y que han ido a hacer la yihad, están totalmente integradas en la vida social de su país, no tienen nada que ver con familias desestructuradas ni barrios marginales. También hay otros que se ajustan a ese perfil de antiguos delincuentes y trayectorias psicosociales complicadas por lo que es muy difícil generalizar", asegura.

Para tratar de entender lo que pasa por la cabeza de estas personas, cita el ejemplo de un joven yihadista al que califica de “muy simpático” y con el que ha estado en contacto hasta su reciente muerte en Iraq, junto al Estado Islámico. “Durante todo ese tiempo me repitió varias veces que su proyecto radical era una cuestión de amor. Estaba convencido de que al marcharse tendría acceso VIP al paraíso, para él y para su familia”, comenta. Una razón que hace “más llevadera” la decisión de dejar atrás al círculo más próximo porque, según los yihadistas, sus allegados entenderán su decisión de partir cuando entren  en el paraíso tras la muerte.

“En muchas ocasiones se concibe a estas personas como locos pero no siempre es así, en la mayoría de casos sienten que están haciendo un proyecto social. He conocido a médicos, antiguos militares y gente con un trabajo fijo que ha decidido irse”, continúa. También cita el ejemplo de una joven francesa de 17 años que se convirtió al islam a través de internet sin haber tenido relación previa con esa religión. A través de los foros en distintas páginas web contactó con el que ahora es su marido y con el que tiene dos hijos en Siria tras haberse enrolado en las filas del Frente Al Nusra -la filial de Al Qeda en Siria-.

Por otro lado, hay terroristas que quieren volver a su país de origen porque echan de menos a sus familiares, por las malas condiciones de vida o porque el EI no reparte la riqueza de forma equitativa. Thomson asegura que existen rivalidades internas porque los combatientes reciben un salario de 50 dólares al mes y algunos consideran que se privilegia a los emires. Además, hay quienes “están hartos de estar en Siria”. “Conozco un caso reciente de un joven que decía tener la sensación de haber hecho un segundo Erasmus en Siria, después de haber estudiado un año en Inglaterra”, dice ante una audiencia perpleja.

Por su parte, Sami Aoun, politólogo en la Universidad de Sherbrooke en Quebec, explica que, en este sentido, la radicalización no se produce a través de amplias redes ya que hay “una cierta inclinación en la persona a la hora de enrolarse en las filas yihadistas”. Estas persiguen un deseo de significación y lo hacen a través de la religión y el martirio “a manos de la autoridad”. “Observamos que utilizan todo un léxico propio de la izquierda radical como el marxismo o el trotskismo porque están convencidos de que hay crear un nuevo estado de la sociedad a través de misiones humanitarias”, apunta.

“Hay radicales con amplios conocimientos tecnológicos -los ingenieros como se les denomina- que han estudiado en universidades y luego hay personas completamente marginales como Martin Couture-Roulou. En cualquier caso observamos que quienes se marchan lo hacen de forma individual y no tanto en grupos o a nivel de pueblos y regiones como ocurre con Hezbollah o el PKK”, remarca.

Por otro lado, el comandante Khanh Du Dinh, responsable de la implantación del Centro de prevención de la radicalización en Montreal (Canadá), apuesta por una “filosofía de proximidad para establecer relaciones de confianza con los imanes y luchar contra el sentimiento de inseguridad en la comunidad, entendida en sentido amplio y a nivel local”. Para Du Dinh, lo fundamental es conocer las carencias que hay para dar una respuesta efectiva, hacer partícipes a quienes lo necesitan de un plan de acción y no estigmatizar a una comunidad en particular.

Una conducta por la que también apuesta el sargento Hakim Bellal, director del programa de sensibilización de la seguridad de la Gendarmería Real de Canadá (GRC). Bellal insiste en que es necesario establecer un “diálogo entre distintos actores que van desde el entorno de la persona que quiere marcharse a hacer la yihad, hasta las instituciones policiales, políticas, locales, entre otras”. Todo ello con el objetivo de “integrar al individuo y no limitarse a criminalizarle.

En este sentido, el secretario del Comité interministerial de prevención de la delincuencia en Francia, Pierre N’Gahane, asegura que no hay que ligar terrorismo y religión porque la radicalización tiene que ver en muchas ocasiones con “la identidad cultural, nacional o individual y no necesariamente con una motivación religiosa de partida”. La diferencia ahora, explica N’Gahane, “es que Internet ha acelerado estos procesos”.

En el tintero quedan incógnitas sobre cómo prevenir el avance extremista a través de la Web o lo que ocurrirá con la generación que nace y crece junto a las filas radicales en Siria y en otros países. Para ello, los ponentes apuestan por “seguir de cerca” la evolución de estos grupos y trabajar para entender y tratar de evitar los procesos que derivan en la violencia fundamentalista.