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Cómo acabar con la coalición austriaca, paso a paso

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La coalición de los dos principales partidos austriacos llega a su fin. Desacuerdos en materia fiscal, sanidad, educación... y con el Tratado de Lisboa como detonante: demasiada rivalidad para mantener un gobierno estable.

(Foto, SPÖ Presse Und KommunikationLos dos principales partidos austríacos comparten una ‘gran coalición’ desde octubre del 2006, cuando los socialdemócratas vencieron a los conservadores en las últimas elecciones. Desde entonces, han discutido sin parar sobre las reformas sanitarias, fiscales y educativas. Las tensiones se desbordaron en junio, cuando el canciller federal austriaco del Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ), Alfred Gusenbauer; y su sucesor a la cabeza del partido, Werner Faymann; convocaron de forma inesperada un referéndum sobre futuros cambios en los tratados de la Unión Europea, que los conservadores calificaron como una jugada populista para revertir la caída de los índices de popularidad de los socialdemócratas.

Contaminación del volcán irlandés

La Constitución irlandesa requiere que cada reforma de los tratados sea consultada a la población a través de un referéndum, con un resultado negativo para el Tratado de Lisboa, donde se rechazó en gran parte por la inconveniencia para la isla esmeralda de ciertas reformas fiscales que amenazaban su posición aventajada frente a otros territorios europeos. El tsunami proveniente de Irlanda también ha llegado a Austria, llevando al presidente socialdemócrata a convocar un referéndum sobre los tratados europeos, interpretado por sus rivales políticos y compañeros de coalición hasta la fecha como una iniciativa política para ganarse al electorado.

El fin la de estabilidad pactada

Austria ha descansado en una paz social gracias a la unión durante décadas de los dos grandes partidos políticos, el Partido Socialdemócrata y el Partido Popular austriacos, que formaban el gobierno bajo un pacto social que entregó estabilidad, basada en una cultura política de compromiso y diálogo. En los últimos tiempos, un mayor dinamismo y una reposicionamiento político del electorado han llevado a aumento de la competencia entre partidos y un replanteamiento de sus estrategias. Las elecciones al Parlamento en octubre de 1999 transformaron el paisaje político austriaco, saliendo de las elecciones tres partidos poderosos: el Partido Socialdemócrata (SPÖ), el Partido Popular (ÖVP) y el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ).

Foto, versal.at / FlickrLos dos primeros se unieron en coalición y formaron gobierno, pero esta unión no ha durado más de un año y medio, ya que el vicecanciller del ÖVP, Wilheim Molterer, pretende adelantar las elecciones al considerar que su aliado en la coalición, el Partido Socialdemócrata (SPÖ) “ha abandonado la vía común en la política europea y la coalición ya no es capaz de tomar decisiones conjuntas”. Por su parte, el canciller del SPÖ anunció que no se presentará a las elecciones.

La multiplicación de los actores con derecho a veto, la desproporción democrática al dotar a una pequeña parte de la población de poder decisorio sobre una mayoría y los efectos negativos de estas decisiones nacionales en terceros países, son todas ellas razones de peso esgrimidas por los que consideran que un referéndum no es necesario.

Voluntad democrática contra oportunismo

Austria ya ratificó el Tratado de Lisboa por vía parlamentaria. A pesar de ello, Gusenbauer considera que el no irlandés al Tratado de Lisboa es el reflejo de "una inquietud extendida sobre la Unión Europea y su política" por lo que, si se introdujera cualquier cambio en el texto para adaptarlo a las exigencias irlandesas, este tratado corregido debería ser sometido también a referéndum en Austria. Esto sitúa entre la espada y la pared a la Unión Europea que se enfrenta a un doble problema: por un lado conseguir una solución especial para que Irlanda ratifique el tratado sin provocar un potencial rechazo de otros. Un punto más en contra del método de la unanimidad.