Collage de impresiones y críticas: un cara a cara da para mucho...
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La noche que el alumno venció al guapete
El candidato conservador para las elecciones del 20N ha ganado el debate, según los sondeos y los periodistas españoles.
¿Cómo? Un alumno que se pierde entre sus hojas, que solo sabe repetir "empleo", "empleo", "empleo", y entrecortando de "gestión económica", "gestión económica", ya se trate de deuda, de sanidad o de educación?
Pues si, porque en frente, el candidato socialista se hacía el guapete, ese que se sabe perfectamente su lección. Pero llevaba con él las decisiones que ha tomado bajo el gobierno socialista de Zapatero, y sus promesas actuales ¡van exactamente en sentido contrario! "Ahora sois vosotros los que mentís", dijo Rubalcaba al alumno serio. "¿Como? porque él había mentido durante todo este tiempo?" reaccionaron todos los españoles que estaban a mi alrededor.
Esta vez, el guapete tiene que perder frente al alumno con gafas. Son las reglas de la democracia mayoritaria. Cada uno su turno. Al alumno de equivocarse con sus cifras. Después del 20N, no podrá agitar mas la cifra de 5 milliones de parados para reírse del guapete, tendrá que hacer algo para ellos!
Emmanuel Haddad, un francés en Barcelona
Crónica de un debate anunciado
Ambos candidatos nos transmitían cierto miedo. No quiero decir en su pose o lenguaje sino que, sentados en el sofá de casa, un sentimiento de angustia/morbo nos invadía y nos preguntábamos ¿sabrá contestarle a la pregunta? El resultado: no contestaron nada. Algo decepcionante pero esperado, ya que el moderador no podía hacer ninguna pregunta incisiva -según lo pactado por los dos grupos- y los candidatos seguían una y otra vez con sus speech bien aprendidos.
Esta estrategia acabó resultando un tanto infantil, todo consistía en pasarse la patata caliente hasta que le explotara a uno y el otro ganara. Lo que sucedió es que no explotó en ninguno de los dos. Y mira que lo intentaron una y otra vez, Rajoy con datos y los “5 millones de parados” (como si fueran una entidad única e indivisible) y Rubalcaba con su tono agresivo y sus preguntas minuciosas del programa electoral contrario.
Este careo de políticos acabo siendo un mitin de ambos partidos, y en contadas ocasiones, breves confrontaciones verbales reducidas al “esto es falso”, “ahora es usted el que miente”, “es una insidia”, “a lo mejor no se lo ha leído bien” y por el estilo. Parte de la culpa la tuvo el formato que se le dio al programa, bien pactado al detalle por ambas formaciones. Solo hubo un factor que me sorprendió: el escenario, el decorado, la presentación y realización, el papel de moderador...todo esto parecía sacado de la televisión en blanco y negro. Los planos realizados sobre los candidatos, el decorado de fondo, los títulos y hasta los créditos desprendían una sobriedad chapada a la antigua.
La gente esperaba ver una confrontación de ideas y propuestas, ver un poco de sangre, golpes demoledores (que no golpes bajos) pero solo se encontró con pataletas propias de la Primaria y discursos de campaña.
Susanna Arús
¡...y que Dios nos ampare!
Plano y estéril, previsible y calculado. El debate ofrecido entre Rubalcaba y Rajoy fue la antítesis de lo que se le presupone a un evento de tales características. El uno, necesitado sí o sí del error del otro, y el otro, con la indiferencia del que se sabe ya vencedor. Y en ambos, la falsedad por bandera.
Tal vez por romántico, o tal vez por iluso, releo nostálgico los grandes pensadores políticos. ¡Ay, si levantaran la cabeza…! No se trata de ser utópico o idealista, pero al menos mentían con una sutileza sublime, dominaban bien las artes de la oratoria y de un modo despiadado se mofaban de su rival. Vamos, que daba gusto ser engañado. A diferencia de éstos, en nuestro pasado más cercano hemos perdido calidad interpretativa, sí señor. Hemos perdido el hábito de la sutileza y nos contentamos con el ataque burdo. Hemos desatendido el arte de endulzar las falsedades y de esconder las dañinas verdades. Nos hemos viciado hasta la saciedad de defender nuestra honorabilidad con un simple y triste “¡esto que dices es falso!”. ¿Dónde quedó la creatividad? ¿Cuándo abandonamos la espontaneidad y la autenticidad? Antes se respetaban los tempos y se mantenía la alternancia pregunta-respuesta en un mismo tema, pues la excelencia del buen orador (¡aunque mintiera!) era saber apañárselas cuando se estaba en un aprieto y no huir cómo se dice en catalán “cames ajudeu-me!”. ¡Que si no perdemos caché! Entrañablemente, rememoro esas máximas de personajes pretéritos que han perdurado a través del tiempo, aquellas que se recuerdan por haber sido la estocada final al bravío contrincante en su lecho de muerte (metafórico ¡por supuesto!). Hoy en día sólo proliferan los eslóganes baratos, tímidas intentonas de vociferar algo supuestamente lúcido pero que no termina de verbalizarse como ellos quisieran… y acaban siendo verdaderas chapucerías. Pero, por último, y aunque la lista aún es larga, lo que haría tan respetable como en la antigüedad un esperpento como éste sería una culminación en la cual uno de los dos GANARA (o al menos, lo pareciese). Porque el lunes sólo vi a dos perdedores.
Albert Lleida
¡Que se besen!
El debate está empezando y estoy a la espera de ver qué dirán los dos candidatos, estando tan segura de que ganará el PP. Estoy dando por obvio que el PSOE intentara que la derrota no se vuelva una matanza y no me doy casi cuenta de que mi cabeza está sumisa al hecho que el debate sea a dos, una cara contra otra, a pesar de que en España hayan más que dos partidos. Es un bipartitismo asumido.
El debate empieza.
Rubalcaba parece que hizo el último servicio al partido, Carme Chacón no hubiera podido hacerlo, ella quizás tendrá que hacer un nuevo servicio, más importante, más adelante. El juego de las dos partes fue claro desde el comienzo: Rajoy no tenía que exponer su programa, para no mobilizar a los electores de la izquierda que no quieran votar, tras haber perdido la esperanza en el PSOE. Rubalcaba al revés, él tenia que sacarle alguna palabra sobre el programa para que ese mismo electorado indeciso se decidiese finalmente. A pesar de las presiones provenientes de un Rubalcaba un poco estresado y en el papel de periodista, Rajoy consiguió evitar hablar de su programa para las mentes más despiertas, aunque sin demasiada habilidad, cambiaba de tema y volvía a hablar de cuantas cosas malas hizó el PSOE en sus años de gobierno.
Al final de todo, que sabemos después del cara a cara?
- Sabemos que no sabemos si Rajoy cortará los subsidios de desempleo aunque imaginamos adivinarlo.
- Sabemos que Rajoy confirmó no cortar los servicios sociales pero no dijo como los financiará, nada nuevo bajo el sol.
- Rubalcaba aplicará una tasa a las grandes empresas y los bancos, dará incentivaros a las empresas para crear nuevos puestos de trabajo, fijará más tasas al alcohol y tabaco, pedirá al BCE que rebaje el coste del euro y a la UE una moratoria de dos años más para cumplir con el techo de déficit ¡Cuidado eso solo y únicamente porque hay una crisis enorme!
- Sabemos que Rajoy estudió "Estadística" y Rubalcaba "Análisis de programas electorales de los demas"
- Sabemos que Rajoy tiene una visión de las mujeres mas cercana a la del Papa que a la de las mujeres españolas: crees sea necesaria una mejor aplicación de la Ley de Dependencia, con las mujeres que se quedan a cuidar de sus infermos.
- Sabemos que Rubalcaba es un buen hombre y quiere que Rajoy lo sea también y pida perdón volviendo atrás sobre sus malas voluntades y poniendo de nuevo la espada de Damocles encima del matrimonio homosexual. Que dios le perdone, porque el no sabe lo que hace.
- No sabemos si Rajoy conoce los pueblos de la sierra gaditana: cita Cazalla de la Sierra y Costantina, las dos en la provincia de Sevilla: Twitter anuncia la perdida de 11 mil votos, cinco mil de Cazalla y seis mil de Costantina y prevé futuros amargos para el mapa de España.
- Sabemos que las palabras que mejor sabe decir Rajoy son: “vosotros lo habéis hecho peor” y “insidia”” y lo que no sabe decir es “ mi programa”. Las palabras que mejor dice Rubalcaba son: “lo he leído, lo he leído, lo he leído... en tu programa” y la que no sabe decir es “mi programa”…quizás al final estaban de acuerdo en algo.
Greta Gandini
“¡Explique lo que dice su programa!” – “¡No lo ha entendido bien!”
Como extranjera veía el debate político entre los candidatos de los dos grandes partidos españoles, Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) y Mariano Rajoy (PP), desde fuera. Quiero decir que entré en él sin prejuicios, sin esa carga histórica, solamente teniendo en cuenta la situación social, económica y política actual de España.
Antes de todo me gustaría dejar claro que no me gustan estos duelos políticos en la televisión. ¡Temo su influencia en el voto! La televisión es un medio muy poderoso. Pero, ¿destaca este duelo un resumen real de los respectivos programas políticos?
El debate estaba subdividido en tres bloques temáticos: Economía y empleo, política social y en último lugar, los temas de libre elección. En tiempos de crisis estos temas son de una importancia global, tal y como lo demuestra el movimiento del 15M. "Súmate al cambio" y "Pelea por tus sueños" son los dos grandes lemas de estas elecciones. Lo que nos esperábamos todos del debate, era que los políticos, o mejor dicho, los partidos políticos nos aclararan sus programas electorales pero me temo que, tras ver el debate no lo tengo nada más claro. Los dos candidatos destacaron una y otra vez que tienen programas bien distintos. Pero lo que nos ofrecieron no era más que grandes palabras y pocas informaciones profundas. Y encima, los números y las estadísticas que nos dieron eran contradictorios. Lo que queda: confusión. Además, quiero criticar que se habló más sobre el ayer (1992, 2004...) que sobre el mañana, que es lo que realmente preocupa a la gente.
A lo largo del debate los espectadores escucharon acusaciones por parte de los dos candidatos y comparaciones con países y economías -completamente distintas y por lo tanto no comparables-. Por parte de Rubalcaba vimos un candidato alterado y hasta un poco agresivo. Y por el otro lado, Rajoy con mucha confianza y una sonrisa permanente. Incluso insolente.
Escuchamos: “decir una cosa y hacer otra”, “usted miente” y ”¡Engañaron a la gente!”. Al final, ¿van a ser dos políticos que nos mienten a todos? Para mi es difícil confiar en alguno después de este debate.
Para Rubalcaba el programa del PP es ambiguo y Rajoy acusa al PSOE de decir cosas que ellos han hecho antes. Además, parece que el candidato Rajoy ha olvidado que la política es un proceso lineal y la democracia una política de todos -no solo del gobierno de mando-. Es decir, que lo que decidieron unos ayer siempre tendrá efecto en lo que hagan los otros después. Así es la política.
A lo largo del último mandato, con el PP en la oposición, digamos que la formación de Rajoy tampoco ha sido muy productiva. Hace meses que estamos escuchando de ellos: “¡Nosotros sabemos como resolverlo!”. Pero ni nos han dicho como, ni intentaron integrarlo a la política en su momento. ¿Y Rubalcaba? Ahora quiere cambiar la política de los socialistas: un atrevimiento difícil. Creo que el PSOE no tiene constancia ni coherencia, y por lo tanto es poco creíble. Rajoy tiene razón esta vez, cuando pregunta: “Porqué no lo ha hecho antes?” A Rubalcaba solo le queda pedir el voto y la confianza de los espectadores y, quizás, esperar que los cargos que ha ejercido en el mandato de Zapatero no le aplasten.
A ver que pasa después del 20N. Ojalá que, tal y como se comprometieron ayer públicamente, colaboren en materia de terrorismo, y espero que también lo hagan en todo lo demás. ¡Que buena falta le hace al país para levantarse...!
Jasmin Klötzing, alemana.
Dos caras de una misma moneda
Quinientos-mil euros después gastados en montar, con gran pompa y grandilocuencia, un debate presidencialista en una democracia parlamentaria en la decimonónica Real Academia de las Ciencias de la Televisión todo ha quedado igual. Igual porque el lenguaje altisonante y el tono "épico" de lo audiovisual no alcanzó a enmascarar la poca profundidad del debate y no hizo más que subrayarla. Igual porque, cual autómatas, los dos candidatos se limitaron a seguir a rajatabla las concienzudas estrategias de ataque/ defensa de sus equipos de campaña mientras repetían, sordos los oídos, sus mítines electorales con su rival delante. Igual porque ni el que va ganando ha ampliado la mayoría ni el que pierde ha recortado la distancia. Igual porque, la obsesivamente milímetrada puesta en escena encorsetó a los contendientes e impidió la sorpresa dejando via libre al tedio.
Tras el espectáculo, el ciudadano atónito acude más confuso aún si cabe a las urnas, sin una opción política que vaya más allá de la pantomima y el marketing electorales. Así pues, sin apenas opciones para seguir confiando en nuestra democracia tal y como la vemos hoy la tentación de la abstención o el voto en blanco es grande a la vez que preocupante. Parece que ninguno de los dos, rojo y azul, haya entendido que el cambio real ya no pasa por ellos mientras sigan empeñados, lustro tras lustro, a representar la misma opereta con la obstinación de quien no conoce, o se niega a reconocer, otras posibilidades. Aunque digan que no son lo mismo e insistan en ello, de alguna forma el cara a cara solo reveló que, los dos, se parecen más de lo que querrían y que, al fin y al cabo, son dos caras de la misma moneda.
Albert Berenguer
Rubalcaba, un periodista ejemplar
El candidato a la presidencia del Estado por el PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, se reveló como un político con madera de buen periodista durante el cara a cara con Rajoy. Después de verlo, uno se pudo quedar con la sensación que Rubalcaba preguntó más a Rajoy sobre las intenciones del programa del PP que no explicó su propio ideario. La estrategia no era del todo mala, pues se mostró agresivo y mordaz, cosa que necesitaba para remontar las encuestas, aunque con este rol asumió de lleno el papel de oposición, atorgándole de facto la presidencia a Rajoy. Rajoy no respondió a casi ninguna de las preguntas del socialista, revelándose, pues, como un gran político ambiguo y escurridizo. El conservador repetía una y otra vez que Rubalcaba vomitaba “insidias” sobre las intenciones reales del PP y el socialista, en una gran lección de periodismo, le cortaba acto seguido para decirle que él no hacía más que “leer el programa” del PP. Se vio que Rajoy no podía o no quería defenderse de las preguntas del candidato socialista,
pero, por otro lado, la vieja perla del periodismo no consiguió hacer olvidar su pasado, demasiado ligado a un gobierno sin rumbo. Ganó el periodista al político. Rubacalba se ganó a sí mismo.
Ramon Arán
Mucho de poco
Si ya se esperaba con cierto escepticismo la difusión de un “debate” –y lo escribo entre comillas para explicitar el poco respeto que se le tuvo al género- que se iba a limitar a presentar dos posiciones previamente configuradas y que poco ayudaría a direccionar el voto ciudadano, se consiguió rebasar los extremos de la burla. Una forma de reírse de la población que, por los menos, divertía al espectador que había decidido mirarlo como lo que realmente era: un circo en el que el que se veía vencido –un Rubalcaba nervioso y agresivo- lanzaba dardos de interrogación al que se creía vencedor –un Rajoy de muecas y más contestador que nunca-.
Por desgracia, los dardos empleados fueron del todo indoloros y contestados de la misma forma. Nada de fuertes críticas a la gestión económica de un partido que se ha empeñado en desmentir la crisis y ha dejado el país a las puertas de la recesión, ni de concreciones de los planes futuros de actuación. La lógica del poder se impuso, como es costumbre, a la lógica soberana. Un discurso que arrinconaba a los ciudadanos; que, en vez de infundir esperanza, la alentaba cada vez más.
Resultaba curioso, además, la inversión de papeles que se produjo entre los candidatos. El que no formaba parte del ejecutivo era cuestionado por otro que sí lo hacía, quien basaba su discurso en la no concreción del programa electoral de los populares. Y por mucho que Rajoy luchara por evidenciar la nefasta gestión de los socialistas en el Gobierno, el cuestionamiento de Rubalcaba debía ser atendido por la necesidad de propuestas y cambios que necesitaba la sociedad española. Aun así, pocas aportaciones concretas de futuro y muchas réplicas del pasado (algunas incluso hacían referencia a políticas de hace veinte años) que, junto al papel de un moderador-estatua, hacían del debate una mera plataforma propagandística que demuestra la fragilidad del sistema democrático, acelera la indignación ciudadana (ni siquiera nombrada) y dibuja un panorama del todo desolador para el país.
Laura Safont
Fuente:http://www.padylla.com/