Claire Ruppli: "El teatro también es hacer el amor"
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Argemino BarroEn plena serie de representaciones de una obra que ella misma ha llevado a escena ("La llorona de las calles de Praga"), Claire Ruppli aprende en soledad los misterios y la intriga de la lúgubre capital europea. Pero no hay por qué deprimirse: la actriz ríe como un niño pequeño, y hace las delicias de un público que muchas veces ha caído en sus brazos.
"El buen café es el italiano, porque es breve y sabroso". Lo primero: Claire Ruppli prefiere el café al té. No, no subestiméis la importancia de esto; todo está ahí. Porque la comediante podría parecerse a un espresso italiano: firme, voluntarioso, y realmente eficaz…
Buena alumna, pero demasiado parlanchina
"Adoro el desafío. El nerviosismo lo tomo como un aliciente; de hecho, prefiero que bromeen conmigo antes de entrar a escena que estar ensayando como una bestia las dos horas anteriores a interpretar”.
Sin embargo, como dice ella, si el café italiano “es bueno tanto en los restaurantes como en un bar de carretera”, Claire Ruppli posee un elemento sorpresa. Encorsetada en cuero negro y con un ligero pañuelo impecablemente anudado alrededor de un cuello delicado, ella da la imagen de una artista casi formal. Pero una vez se quita sus finas gafas de sol, dos grandes ojos azules te examinan con malicia. Claire cecea; sólo hace falta escuchar la razón de su vocación teatral para confirmar su ilusión de adolescente.
"Que ¿por qué hago esto? Fui buena alumna en la escuela, pero demasiado parlanchina. Molestaba a todos, de hecho. Y de golpe me aislaron. Hasta que, en tercero, vino un actor, y me hizo leer el “Imperfecto de subjuntivo", un poema de Alphonse Allais. Al acabar, me dijo: ‘¿Quieres volver a hacerlo?’. Entonces comprendí, y cuando volví a casa quería hacer teatro. Así fue. Comenzó en la escuela, espontáneamente”. Tras volver locos a sus padres para seguir clases de formación, Claire Ruppli montó su compañía KIPRO-co en el año 2000. Animada por las ganas de creer en lo que hace, llega al festival-off de Avignon con su grupo. “Adoro la camaradería; somos como niños pequeños, siempre bromeando y desafiándonos. Es genial”. Claire entra en éxtasis frente a un anuncio del metro que alguien coloca delante de nosotros. “¡Quiero ese!”.
La necesidad de impregnarse
Por tanto, la comediante eligió interpretar y llevar a escena un texto bastante serio. Una novela de la filósofa Sylvie Germain titulada “La llorona de las calles de Praga”, una historia sobre el pasado de una ciudad encantada por un gigante que recoge el dolor y la memoria de sus habitantes. Además, Claire lo interpreta sola. ¿Por qué angustiarse? “Por supuesto, ese gigante me embruja cada noche. Pero Cuando leí el texto de Sylvie Germain, vi que era algo orgánico, con un halo poético. Es un poco excepcional. Pero no tengo miedo, no estoy en ese estado de ánimo. Es algo lúdico”.
Leer también la crítica de “La llorona de las calles de Praga” en el blog de La Parisienne, de cafebabel.com.
De hecho, Claire Ruppli no tiene miedo de casi nada. Su seguridad se apoya sobre una base de conocimientos de los que se impregna, se alimenta. Por ejemplo, para esta obra se fue a la República Checa: “Praga es mágica. Fui en una época en la que hacía mucho frío. Es una ciudad-museo, sí, como todas las capitales, pero también muy intrigante”. En pocas palabras, una referencia cultural más que le ayuda a consolidar la atmósfera que le gustaría insuflar a la obra. “Un actor necesita bañarse en referencias culturales. Yo tuve suerte, vengo de un ambiente intelectual. Pero un comediante que no lo haga… Debe dejar de hacer el tonto, hay que implicarse; ¿cómo se puede montar una escena sin haber ido a ver qué ocurre?”. Por eso, Clara se informa y se interesa por el mundo que la rodea: los romaníes, la política, Europa… “Soy de origen suizo, y me encanta cuando hay diferencias en un país. Yo hablo francés, italiano e inglés. Las lenguas marcan la diferencia, hay que preservarlas. Pienso que ahora son los jóvenes que deben formar Europa, los que hacen un Erasmus. Ellos van muy por delante”.
"Para conocer los secretos de esta profesión, hay que comprometerse. A fondo. El artista es un visionario, transmite un mensaje al igual que hacen algunos políticos”. Claire tiene una teoría sobre el tema: el trasvase. “Me encanta esa imagen de los dos vasos que se llenan el uno al otro. Así, alguien se llena cuando yo le doy algo”. Dar, compartir, transmitir. No me sorprendo cuando le pregunto cuál es su ocupación favorita, y ella me responde, sin ruborizarse lo más mínimo: “Hacer el amor. El teatro también es hacer el amor”. Implacable.
Claire Ruppli representa“La llorona de las calles de Praga”, en el teatro “Les Déschargeurs”, en París, hasta el 9 de octubre. De martes a sábado a las ocho de la tarde.
Fotos: En blanco y negro, de Martial Antoine ; La Llorona, Stanislas Kalimerov ; vídeo (cc)lepôlediffusion/Dailymotion
Translated from Claire Ruppli : « Le théâtre c’est aussi faire l’amour »