Cinco bicis y una vuelta al mundo a pedales
Published on
Un grupo de jóvenes franceses se han liado la manta a la cabeza y han emprendido un viaje que prevén que durará tres años: van a dar la vuelta al mundo en bicicleta
Son jóvenes, les apasiona viajar, conocer gente nueva y culturas diferentes, el deporte forma parte de sus vidas y tenían ganas de emprender una aventura. Así que Morgan, Christopher, Bertrand, Siphay y Brian decidieron agarrar sus bicis y dar con ellas la vuelta al mundo. El pasado 29 de agosto fue el pistoletazo de salida en Montpelier (Francia). El reto ya está en marcha.
Se dice pronto, pero suena enorme eso de dar la vuelta al mundo en dos ruedas. Y realmente lo es. No se trata simplemente de coger la bicicleta y una mochila. Desde que se plantearon este desafío hasta que se pusieron en camino, han pasado dos años de preparativos: buscar rutas, calcular gastos, encontrar financiación, informarse sobre las condiciones en cada país, medir bien el equipaje... En total van a ser cerca de 50.000 kilómetros a golpe de pedal y más de 40 países visitados.
“Comenzamos a trabajar en el proyecto de Solidream (como han llamado a su aventura) en el verano de 2008. Empezamos a pensar en las distancias, las estaciones, la duración del viaje, la creación de la asociación para recaudar fondos y la página web. Todo eso no se hace en un abrir y cerrar de ojos”, explica Brian, que aunque no puede participar en la primera etapa por cuestiones laborales, se sumará al viaje en unos meses. “La elección del material fue complicada”, añade Bertrand: “Además, ha habido que tener en cuenta las cuestiones de salud, de seguros, de itinerarios...”
Haciendo sumas, han calculado un presupuesto total de 80.000 euros para completar un viaje que prevén que dure tres años. Por ahora, han conseguido cerca de 30.000 euros gracias a las donaciones de amigos y de empresas colaboradoras en el proyecto y han puesto de su bolsillo una gran parte. Había que ser previsores, estudiar los detalles y estar preparados para todo, desde curar una lesión hasta encontrar una ruta para atravesar los Andes. Y para no complicar más las cosas, era importante encajar las fechas de sus recorridos de manera que se evitaran la estaciones más duras, como la de lluvias en Senegal, el invierno en Alaska o el monzón asiático. Encaje de bolillos para sortear dificultades.
Por qué en dos ruedas (y sin motor)
“La bici es el medio de transporte que nos parece más adaptado a este tipo de viaje: lo suficientemente rápida para no aburrirse del paisaje y lo suficientemente lenta para impregnarse de cada región que se atraviesa. La ausencia de motor nos asegura la autonomía que buscamos y el aspecto modesto de un ciclista que está dando la vuelta al mundo provoca normalmente la simpatía y la hospitalidad de la gente”, cuenta Morgan. Pero también condiciona enormemente el viaje, las rutas y el equipaje. Y ante todo, exige un esfuerzo físico más que considerable. “La dificultad física existe y es algo que nos gusta y nos motiva”, continúa el joven. “Bueno, está claro que será más duro que ir al trabajo en coche”, bromea, por su parte, Brian. “Sabemos que físicamente no va a ser fácil, sobre todo en las zonas altas o con viento, pero moralmente nos sentimos preparados para las eventualidades que nos pueden surgir”.
Desde que la idea empezó a tomar forma en sus cabezas, tenían muy claro que querían compartir sus descubrimientos y sus emociones durante el viaje con todo aquel al que le apeteciera seguir su aventura. Por eso la página web solidream.net y las cartas informativas fueron de las primeras cosas que pusieron en marcha y desde el primer momento cuentan en un blog el transcurso del viaje y muestran las fotos de los países que recorren.
Una de las intenciones del viaje es lanzar un mensaje sobre el respeto al medio ambiente. “Vamos a intentar mantener encuentros con los escolares de los países por los que pasamos para ofrecerles un testimonio sobre nuestra visión del desarrollo sostenible y el respeto al planeta”, cuenta Morgan, que explica que también están dispuestos a remangarse y participar en algunos proyectos solidarios, con la voluntad de “compartir estas experiencias con el mayor número de gente posible”. Ya tienen algunos contactos en Chile y en Laos en este sentido y están abiertos a otras proposiciones.
Antes de que sea tarde
En resumen y, según palabras de Bertrand, este viaje es, ante todo, una historia de amistad y encuentros y el grupo espera que la aventura les permita compartir vivencias con la gente que vayan conociendo en cada país y descubrir paisajes y otras formas de vivir. Para Morgan, es “un desafío, físico y psicológico” y considera que lograrán su meta gracias a “una sabia mezcla de voluntad, pasión y solidaridad”. “Para mí representa ante todo el deseo de hacer algo extraordinario”, explica Brian. “No me gustaría terminar mi vida y sentir que ha sido una vida estereotipada, arrepentirme de no haber hecho algunas locuras. Y es ahora cuando podemos hacer algo así, no a los 60 años”. Algo de todo eso hay en el lema que han escogido para su viaje, una frase del autor de El Principito, Antoine de Saint-Exupery: “Haz de tu vida un sueño, y de un sueño, una realidad”.
Créditos imágenes: chicas en bici (CC) Clara P. / Flickr, vídeo, mapa, salida en Montpelier y sombras en la ruta, cortesía de Solidream