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Charlie Hebdo y la hiper reducción del islam 

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Sociedad

El conocimiento sobre el islam no es sólo pésimo sino, a veces, consecuencia de una enseñanza malintencionada. Lo de las imágenes en el islam es tan nimio como lo del velo. Me indigna que maten en nombre de mi fe, que sus voces sean las que se difunden, que no se me lea igual porque soy musulmana, y que en la tarea de derivar prejuicios pierdo amigos y trabajos en esta Europa libre.

Soy española, periodista y musulmana. Estas dos últimas por elección, como resultado de un largo proceso personal que me llevó del ateísmo al islam. Varios medios se han puesto en contacto conmigo para conocer mi opinión tras los atentados de París. Mi perfil resulta “interesante”. Sorprende que una europea adopte el islam, y más cuando cuenta que no lo ha hecho ‘por amor’. Prejuicio típico. Como si los musulmanes tuvieran ‘penes mágicos’ que nos hicieran perder la capacidad de tomar decisiones por nosotras mismas. Quienes piensan así hacen lo mismo que aquellos a los que critican: tratarnos como menores de edad y robarnos la voz.con

Diré por enésima vez que condeno los ataques. Estoy en contra del terrorismo y, aunque esto podría parecer una obviedad, debes decirlo hasta la saciedad si eres musulmán. Ya saben: todos los terroristas son musulmanes, excepto el 98,6% que no lo son. No es una broma, en el subconsciente de muchos, islam y violencia están unidos irremediablemente. 

He sido marinero antes que patrón: sé que el conocimiento general sobre el islam no es sólo pésimo sino muchas veces, consecuencia de una enseñanza malintencionada. ¿Sabéis algo positivo del islam? Hice esta pregunta a estudiantes de un instituto de Madrid donde fui a dar una charla. No, no sabían nada. Tamaña ignorancia acerca de una religión en auge y que siguen unos 1.500 millones de personas, debería asustarnos. Eso sí, la media distingue entre ‘hiyab’, ‘niqab’ y ‘burka’.

  El foco se coloca en lo anecdótico. Sobre todo lo que nos permita mantener esta manía nuestra de mirar el mundo de manera dicotómica, el bikini o el burka, o conmigo o contra mi: #JesusCharlie o #JenesuispasCharlie. Nos empeñamos en borrar lo que nos une para centrarnos en cómo imponernos.                                                                                                                                                               Para ello reducimos el islam como si fuera homogéneo. Estos días se ha llegado a la hiper reducción. Poético. El diario El Mundo titulaba así: ‘La calle musulmana reacciona contra la portada’. Y es que el otrora ‘mundo musulmán’ cabe ahora en una calle. Mientras, el periódico El País publicaba un álbum con 11 fotos bajo el título: ‘Protestas en el mundo árabe por Charlie Hebdo en el que siete eran de Pakistán.                                                                                                                                                                                                         Hace unos días trataba de debatir sobre si en España hay doble rasero con la libertad de expresión. Fue antes de la detención del humorista francés Dieudonné por poner en su Facebook: “Esta noche, por lo que a mi respecta, me siento como Charlie Coulibaly". Preguntaba si quienes ahora piden respeto ante viñetas del profeta Muhammad (que no Mahoma) harían lo mismo con las del Papa, lo judíos o el Rey. Viene al caso recordar que en 2007, la revista satírica El Jueves fue secuestrada por orden judicial por un delito de injurias a la corona. En la portada aparecía una caricatura de los Príncipes de Asturias -hoy Reyes- en una postura sexual explícita. Varios me tacharon de estar en contra de la libertad de expresión y de apoyar los hechos de París. Es el problema de la dualidad y de los prejuicios, como soy musulmana, eso es lo que creen que debo pensar -cuando los hombres de mi entorno me dejan hacerlo, añadirían-.

Si uno dice que no es Charlie, para expresar el desacuerdo con sus contenidos, es tachado de apoyar el terrorismo. Sin medias tintas. Así el discurso de quienes utilizan el islam para justificar su agenda es todo un éxito. Leo estos días artículos sobre wahabismo que tratan de explicar que esa corriente es la enfermedad del islam. Gracias, yo llevo años desgañitándome.

Los terroristas de París eran franceses, y musulmanes, sin embargo hacemos caso omiso de su identidad francesa y sólo escrutinamos su identidad como musulmanes. Said Kouachi tenía 12 años y su hermano Cherif 10 cuando se quedaron huérfanos y pasaron a vivir en una casa de la Fundación Claude Pompidou bajo la tutela de la República, como relata Eloïse Lebourg en Reporterre

Los hijos de los inmigrantes franceses también estudian a Voltaire, Rosseau o Montesquieu. Como dice mi colega Ahmed Benchemsi, fundador del semanario Telquel, a menos que pensemos que el origen étnico influye en su pensamiento (lo que es la definición de racismo), no hay razón para creer que son menos susceptibles a estas ideas que los “franceses nativos”. Pero sólo un puñado habla del fracaso de las políticas públicas.

Francia va a incluir una nueva asignatura de educación “moral y cívica” en primaria y secundaria. Creo que parte de la solución pasa por educar en valores en la escuela, sin embargo en España se limita la libertad religiosa, entre otras cosas negando la educación a niñas que usan velo islámico. Lo sé, este es otro tema de largo debate. 

El islam radical es peligroso, la laicidad radical también. En España, que es aconfesional según la Constitución, el Gobierno ha concedido Medallas de Mérito a Vírgenes. Sí. Sin embargo, los acuerdos de 1992 para proteger los derechos de las religiones minoritarias son papel mojado.

Aunque no me suelen gustar, no me crispan las viñetas del Charlie, y nunca sería violenta porque me han educado de otra manera y porque el Profeta jamás lo habría sido. No me enervan las viñetas -y por cierto la idea de la portada del ‘Está todo perdonado’ me parece brillante-. El asunto de las imágenes en el islam es tan nimio como lo del velo -sobre lo que se habla en apenas dos líneas en el Corán-.  A mi me indigna que maten en nombre de mi fe, que esos sean los únicos cuyas voces se difunden, que no se me vea ni se me lea igual después de saber que soy musulmana, y que en la tarea de derivar prejuicios voy perdiendo amigos y trabajos en esta Europa libre de valores occidentales.