Cédric Klapisch : "Mi trilogía cuenta la historia de la globalización"
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Marta AriasSi sólo pudiera quedar uno, Cédric Klapisch sería el último cineasta contemporáneo auténticamente europeo. Con motivo del estreno de Casse-tête chinois (Rompecabezas), su última película sobre las tribulaciones de Xavier, el director francés nos recibe en una suite del hotel Fouquet’s para hablar del cubo de Rubik, de la vejez y de Europa.
Cafébabel: ¿Qué es exactamente un casse-tête chinois (rompecabezas, en español)?
Cédric Klapisch: la expresión rompecabezas (casse-tête chinois) es especial en Francia. Tiene una parte de puzzle, y una parte de enigma sin resolver. Es algo difícil de descifrar, un cubo de Rubik complicado.
Cafébabel: se le ocurrió el título muy pronto, justo después de Las Muñecas Rusas ¿Qué quería articular alrededor de este concepto?
Cédric Klapisch: el hecho de que la vida no se guía por el sentido de la simplificación. Y hablo de la Vida con V mayúscula. Eso de que la vida va hacia cosas exponenciales, hacia cosas cada vez más sofisticadas y complejas. No creo que sea un problema sino sobre todo algo bueno: lo vivo se desarrolla bien porque tiende hacia la complejidad. En esencia, yo tenía una intuición - que luego he comprobado - y que en la vida de Xavier (Romain Duris) este rompecabezas, es también lo que le empuja a encontrar una solución. Un motor que le permite alcanzar una cierta plenitud.
"¿Quién se cree que con 40 años ya es viejo?"
Cafébabel: En cambio esta tercera película es la que más tiempo le ha llevado escribir ¿Por qué?
Cédric Klapisch: dado que ya conocía a los personajes, pensaba que sería mucho más fácil. Pero a medida que iba desarrollando el hilo de la historia me daba cuenta de que estaban apareciendo algunas evidencias un poco decepcionantes. De repente hacía falta ahondar, profundizar, dedicar tiempo a intentar sorprender a la gente. Y a sorprenderme a mí mismo.
Cafébabel: esta era una película esperada ¿Le ha influido la presión?
Cédric Klapisch: sí. Y esto ha complicado también la escritura. Sentía esa necesidad no de hacerlo mejor, sino de no hacerlo peor. Esta sensación se volvió muy angustiosa durante bastante tiempo.
Cafébabel: desde el principio de esta tercera película el espectador tiene la impresión de reencontrar a los personajes en el mismo punto donde les dejó, pero han pasado 10 años desde Las Muñecas Rusas ¿Cómo ha escrito a sus personajes?
Cédric Klapisch: estaba obligado a retomar lo que sabíamos de Xavier. Al mismo tiempo, tenía que hacerle cambiar. Esto fue complicado para mí y para Romain (Duris). Ahora ya tiene 40, y no puede ser tan torpe, tan inmaduro como antes. Quería mostrar cómo se ha transformado en adulto, cómo se ha vuelto más 'hombre'.
Cafébabel: sin embargo, da la impresión de que Xavier es caótico, que corre constantemente detrás de cualquier cosa.
Cédric Klapisch: Creo que asume sus responsabilidades, sólo que de una manera poco convencional. Podría quedarse en Paris, sin sus hijos. Pero va a vivir una vida que no le apetece especialmente. Cuida bien su lado más infantil, sobre todo cuando habla del hecho de hacerse viejo. Mi padre, que vino a ver la película, me dijo: "Pero ¿quién se cree que con cuarenta años ya es viejo?". Creo que tiene razón: con cuarenta años no somos viejos. Nuestra civilización ensalza de tal modo la juventud que, de repente, a los cuarenta, tenemos la impresión de que la vida ha terminado. Todo lo contrario, comienza una nueva vida. Yo creo que la película habla mucho precisamente de eso, de una especie de segunda vida que empieza cuando llegamos al ecuador, cuando hacemos balance.
Cada uno con su mierda
Cafébabel: esta segunda vida se organiza precisamente fuera de las fronteras del viejo continente ¿No se lleva Europa un serio golpe de envejecimiento en su película?
Cédric Klapisch: Se lleva un golpe a secas. Sobre todo en comparación con la imagen de la Europa que grabé durante Una Casa de Locos, cuando existía una especie de esperanza, de apertura, donde se decía aquello de "todos somos hermanos". Hoy ya no estamos en ese punto.
Cafébabel: ¿Qué ha pasado entonces en diez años?
Cédric Klapisch: Se han cometido errores. Como sucede con los antagonismos entre españoles y catalanes, entre valones y flamencos, entre griegos y alemanes, entre países ricos y países pobres, ahora se dice "que cada uno se ocupe de su mierda". Claramente, la crisis de 2008 ha sido un auténtico freno, incluso un parón para la expansión europea. Al mismo tiempo, he tenido la sensación de que esta Europa resiste. Puede que yo sea tontamente optimista pero se percibe una cierta solidaridad en la crisis. Por otra parte, en esta tercera película no quería hablar tanto de Europa sino de la globalización. Al final, esta trilogía cuenta la historia de una globalización que estamos viviendo desde hace veinte años.
Cafébabel: al presentar a veces a Xavier como un representante de la vieja Europa ¿la película no trata la diferencia con la que Europa y Estados Unidos abordan la globalización?
Cédric Klapisch: así es, y lo he buscado. La gente se va a Canadá a los Estados Unidos, a países que problablemente han vivido la crisis de forma más duras que nosotros. Pero saben gestionarlo mejor, es increíble. Hay una especie de noción de entusiasmo mientras que, en Europa arrastramos la depresión con nosotros. Estamos deprimidos.
Trailer de Casse-tête chinois.
Cafébabel: hace un año escribió una tribuna sobre el programa Erasmus ¿Le gusta tanto como para hacerle publicidad?
Cédric Klapisch: sí, porque creo que es lo mejor que le ha pasado a Europa. Es incuestionable que el programa Erasmus es todo un éxito. He hablado con las personas que crearon este programa en Bruselas. Durante diez años intentaron vender la idea a gente que tenía miedo a una fuga de cerebros. Al final es justo lo contrario de lo que ha ocurrido, hemos vivido una afirmación de la identidad europea.
Cafébabel: al final hemos crecido un poco con sus películas ¿Cómo lo hace para captar la esencia del tiempo?
Cédric Klapisch: miro lo que ocurre a mi alrededor. Una Casa de Locos cambió la vida de algunas personas porque vieron mi película. Y es algo de lo que estoy orgulloso.
Translated from Cédric Klapisch : « Ma trilogie raconte l’histoire de la mondialisation »