Carreras de elefantes
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luís gonzález vayaDesde hace años, las columnas de camiones en las autopistas europeas se hacen más y más largas. Stefan Kaegi y Jörg Karrenbauer cuentan en París su road movie a la europea con su obra teatral Cargo Sofía-París.
“Hoy son ustedes lo que transporto. Por favor, abróchense sus cinturones.” Los dos conductores búlgaros, Ventzislav Borrisov (“Vento”) y Nedyalko Nedyalkov, se sientan en la cabina del conductor de sus camiones. Es lunes por la mañana en el Campus Internacional de la Ciudad Universitaria, en pleno sur de París. Alrededor de 50 espectadores teatrales, en filas de asientos dentro de un camión, buscan sus cinturones. Adónde nos llevan nadie lo sabe. El camión permanece quieto: ante nosotros, una pantalla cubre la superficie del camión. “Hemos terminado de cargar. Bienvenidos a Bulgaria.” Tras tomar otro trago de café de máquina, el camión empieza a moverse. “We’re on the road”, comenta Vento en su micrófono.
“Me aburre el teatro cuando sólo sirve para mostrar lo bien que alguien hace algo: bailar, cantar o fingir. La gente que he elegido para mis proyectos no son especialmente buenos en su oficio, sino especialmente interesantes.” Desde Junio de 2006, Stefan Kaegi, un director suizo de 34 años, envía a todos los rincones de Europa este camión, transformado en sala de teatro, dentro de su proyecto Cargo Sofía. Nedyalko enumera: Riga, Frankfurt, Viena, Madrid. Hoy es París; la próxima estación es Hamburgo.
En París, Jörg Karrenbauer modifica la puesta en escena, ajusta las secuencias de vídeo al ritmo de los cambios del semáforo, y la carretera con música y actuaciones en directo de los conductores, camioneros y empleados de aduanas. El escenario alberga la historia de una Europa que crece desde el punto de vista de dos camioneros búlgaros, algo bautizado por Kaegi como teatro documental, “una animada road movie desde un observatorio móvil”. “Los camioneros búlgaros tienen mucho que contar”. Autopistas interminables, transportistas, lavaderos, grandes áreas comerciales: Vento y Nedyalko son “nómadas de la carretera” a la europea, camioneros de profesión. “Dedicamos mucho tiempo a conectar los lugares más remotos, de donde viene casi todo lo que se consume en los supermercados, con los habitantes de las ciudades”, según Kaegi. “En París Sur [donde se concentran los centros logísticos y de abastecmiento de la región de París] hay inimaginables no-lugares en los que se descarga, selecciona y carga durante toda la noche. En ellos, Europa está mucho más presente que en los barrios turísticos en torno a la Plaza de la Bastilla”.
La poesía de los mercados
Salida de la autopista por Rungis –una especie de mercaParís: lugar de paso de toda lechuga y todo pescado que acabe en la mesa de un restaurante parisiense-. Un autobús ha ardido: la salida está cerrada. “Los conductores tienen que buscar un nuevo camino; ahora están contando lo que ha pasado”, explica Jörg Karrenbauer. “Ésta es una de las grandes diferencias con el teatro, donde toda variación estropea el desarrollo planeado, donde un fallo es una catástrofe. Para nosotros, estos fallos no existen.” Al llegar al puesto de peaje del mercado (el vídeo muestra: “Puesto fronterizo Bulgaria-Serbia”), el ojo del espectador sigue desde el observatorio móvil a Vento, quien, guiado por Teodora, la traductora francesa, mira la caseta de control con impaciencia. Estamos sentados frente a nuestras ventanas como si hubiésemos quedado y nadie viniese a recogernos. Esperamos.
Una vez franqueada la “frontera”, se divisa un mosaico gigante de contenedores, camiones parados que parecen descansar del viaje, y un anuncio luminoso del bar de camioneros Les Maraichers, en el que los conductores beben cerveza tras el esfuerzo realizado. “Lo particular del caso es que, da igual adónde lleguemos, el decorado está siempre preparado. No necesitamos ninguna instalación técnica, ninguna prueba de iluminación. Tenemos las más bellas puestas de sol, la luna llena más llena que podamos imaginar, el mayor mercado de verduras, las autopistas más veloces, los camiones más chulos. ¡Y todo gratis!”, explica Karrenbauer.
De pronto, un frágil canto irrumpe en la calma de la tarde en el mercado. En medio de un paisaje gris, entre el tráfico circulatorio y algo de verde –la rotonda del mercado- surge una mujer y canta. Sin más. Valentina Traianova es búlgara. Su voz aún puede oírse cuando hace tiempo que nos hemos alejado del mercado, adentrándonos en las sombras desconocidas.
El nido europeo
Algunos puestos fronterizos, lavaderos y empresas de transporte más tarde, el camión vuelve a acelerar. El viaje nos conduce por Croacia, Austria y Alemania. En Austria se sintió Vento libre por primera vez, cuenta, “mientras en Bulgaria campaba a sus anchas el comunismo”. En las fronteras europeas no hay que detenerse, ni sobornar a alguien con una larga ristra de cigarrillos”. Basta con pasar a toda velocidad por los peajes electrónicos. “Básicamente contamos que la idea de comunidad europea no se ha hecho realidad en ningún ámbito de manera tan consecuente como en el transporte de mercancías”, explica Karrenbau. “Los conductores búlgaros cargan pescado griego en Turquía, lo transportan por toda Europa y lo descargan en Bélgica, o viceversa. La logística no obedece a ninguna lógica geográfica, sólo al juego de la oferta y la demanda, con la premisa del precio más bajo. El mayor almacén de mercancías europeo es la autopista.”
Vento y Nedyalko desembarcan, tras 2.200 kilómetros con su camión-elefante, en la plaza de la Bastilla, acompañados de un coro de bocinazos. Fin del trayecto. Un lugar que los dos búlgaros no ven muy a menudo cuando descargan su camión en los suburbios. Han ganado 220 Euros cada uno por este trayecto. “Bienvenue à Paris”. A pesar de todo, los dos quieren seguir conduciendo camiones cuando acabe Cargo Sofía. “Ahora bien, su visión sobre su propia realidad se ha agudizado”, matiza Kaegi. ¿Europa? Para el director suizo, un “nido de pájaros, que quiere convertirse en una residencia confortable”.
Cargo Sofía-París
Hasta el 21 de septiembre de 2007
Hora y lugar: 19.00h, Théâtre de la Cité Internationale
Precios: 20 y 12 Euros
Dentro del marco “La Europa del futuro” del Centro Cultural Suizo de París
Translated from Rimini Protokoll: Europäische Elefanten