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Cantar o no cantar el himno de Alemania, esa es la cuestión

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Después de que su selección cayera eliminada en la Eurocopa 2012, ha surgido en Alemania un debate absurdo acerca del himno nacional en el que afloran peligrosas tendencias discriminatorias.

El periodista deportivo alemán del canal ZDF, Rolf Töpperwien, conocido como Töppi, ha declarado en varias ocasiones que Alemania perdió la semifinal contra Italia cuando se entonaron los cánticos nacionales, ya que algunos de sus jugadores no lo cantaron. Töppi señaló en especial a los futbolistas alemanes con raíces extranjeras, que, con su decisión de no cantar el himno, habrían descafeinado la voluntad de vencer de la selección germana. Cómo Italia pudo perder contra España, cuyos jugadores no cantan el himno ya que carece de letra, parece escapar de este argumento.

Una vieja cantilena

¡Qué fue de aquellos felices años de la década de 1970 cuando Töppi empezó su carrera periodística! Ya entonces vivían en Alemania muchos inmigrantes, pero casi ninguno tenía la nacionalidad. Con el tiempo han cambiado ciertas cosas: ha aumentado el número de expatriados y una parte de ellos, al menos, ha obtenido la nacionalidad.

Hasta hace 10 años aproximadamente, este hecho no fue ningún problema para la selección nacional germana: los hijos de la inmigración no jugaban para su país, sino que representaban al de sus padres. En 2001, el debut con el equipo nacional de Gerald Asamoah, nacido en Ghana y llegado a Alemania con 12 años, supuso un punto de inflexión.

Aún tuvo que pasar algún tiempo para que un hijo de la inmigración turca, la comunidad de inmigrantes más numerosa del país, vistiera los colores de Alemania. A ello contribuyeron el nacionalismo procedente de la nación otomana, que tacha de traición que haya jugadores de origen turco jugando en la selección germana, y los clubes de Turquía, que buscaban en Europa a jóvenes promesas.

Por otra parte, también influyó que Alemania tuviera una normativa anticuada en cuanto a los trámites de nacionalización. La lenta burocracia del país llevó, por ejemplo, a los dos gemelos Altıntop a jugar con Turquía, aunque uno de ellos había manifestado su deseo de hacerlo para Alemania.

Özil dijo sí a Alemania

El segundo punto de inflexión llegó en febrero de 2009 con las declaraciones de un joven futbolista que entonces contaba 20 años: “Formo parte de la tercera generación de mi familia que vive en Alemania. Crecí aquí, siempre me he sentido cómodo aquí y es aquí donde tuve mis primeras oportunidades en las categorías juveniles”. Estas palabras le valieron a este deportista amenazas y correos electrónicos que obligaron a cerrar el libro de visitas de su página web.

Cantar con exaltación el himno patrio no les sirvió para pasar de semifinales en la pasada Eurocopa 2012.

Ese joven futbolista, que tiene ahora 23 años y juega en el Real Madrid con el dorsal número 10, es Mesut Özil. La selección alemana es hoy un conjunto de jugadores originarios de distintos países que representan a un país con más de 15 millones de habitantes cuyas raíces proceden de la inmigración. Las comunidades de origen turco y curdo suman cerca de 2,5 millones de personas y un millón de ellas, aproximadamente, tienen la nacionalidad alemana.

Esta evolución no gusta a todos. Por ejemplo, algunos grupos racistas alemanes reaccionaron con campañas en contra de los jugadores de origen exranjero con el argumento de que no solo el traje debería ser blanco. Özil fue precisamente uno de los futbolistas amenazados y ofendidos: un candidato del partido neonazi (NPD) se refirió a él como alemán de plástico (en referencia al carné de identidad).

La idea de Töppi de distinguir entre jugadores que cantan el himno y jugadores que no lo hacen sugiere que los que no lo entonen sean excluidos de la selección.

¿Por qué no cantan?

Está claro que la procedencia de los padres supone una diferencia cuando dos turcos, tunecinos o ghaneses se sientan en el estadio o frente al televisor y se oye el himno alemán: Unidad, Justicia y Libertad, vale; para la patria alemana, ya no están tan de acuerdo. ¿Deben Özil, Khedira o Boateng cantar en realidad para la patria germana? ¿No se trata de algo un tanto absurdo?

Los holandeses de Surinam solucionaron el problema que tenían con respecto a la letra de su himno omitiendo el primer verso, que dice: “Somos de sangre germana”. Solo después empiezan a cantar. Cabe preguntarse si dejar un blanco en el texto podría ser, también en Alemania, una solución para los hijos de inmigrantes. El exfutbolista profesional francés, Eric Cantona, quitó hierro al asunto. En una entrevista con la revista Les Inrocks se expresó con sinceridad: “Yo nunca he cantado La Marsellesa y me da exactamente igual que los jugadores no canten el himno nacional. No se trata de ningún problema de integración, el deporte también es provocación. Dejad ya de dar lecciones. Hay demasiada gente aquí que las da”.

“No sois bienvenidos”, ese parece ser el mensaje del periodista deportivo Töppi para los jugadores alemanes que no cantan el himno. Por el contrario, el gesto del exfutbolista alemán, Franz Beckenbauer, quien en 1974 fue campeón del mundo sin cantar el himno, ha recibido el soporte de algunos políticos. La Federación Alemana de Fútbol (DFB) no debería permanecer impasible, sino que tendría que reaccionar contra la discriminación y demostrar así que apoya las campañas de integración. Una posible respuesta de este organismo podría ser la de animar al equipo —incluido el entrenador Löw— a cantar el himno en el próximo partido y luego permitir de nuevo que esté sujeto a la decisión de cada jugador. Alemania solo podrá ganar si, los que cantan y los que no, juegan juntos.

Fotos: portada, (cc) Redfishingboat (Mick O)/Flickr; texto, (cc) dongga BS/Flickr. Vídeo: Vogel956/YouTube.

Translated from Nationalhymne: Sang- und klanglose Debatte nach der EM 2012