Cada uno en su casa y Cafébabel en la de todos
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Comenzamos una serie de artículos con un tono más informal que de costumbre para explicaros que estamos en pleno proceso de cambio y que Cafébabel tiene nuevas líneas editoriales, nuevas secciones, nuevos planes, nuevas caras y...¡nuevas ciudades en el mapa babeliano! Madrid, Roma y Bruselas son ya sedes oficiales de esta gran aventura multilingüe. Hagamos que merezca la pena.
Es lunes y son las 9.30 de la mañana. Ya voy con retraso. Pero bueno, no importa, seguro que los demás tampoco están aún conectados. Siempre puedo decir que algún alma maravillosa me ha entretenido por el camino. Echarle la culpa al metro o… mejor, ¡a la descentralización! Desde el pasado enero, Cafébabel no tiene solo una sede, sino cuatro. A París se le suma Madrid, Roma y Bruselas. ¿No es emocionante? -Sí, y también mucho trabajo-. Coordinar los contenidos en español, italiano y alemán desde la parisina rue Saint Denis tiene mucho glamour bohemio, y es algo que se ha hecho desde hace …¡15 años! Pero como las cosas no cambian, sino que cambiamos nosotros, nos hemos dado cuenta de que uno debe estar allá donde más se le necesita. Y para crecer, aprender y no perdernos nada, tenemos que tener presencia en las principales capitales europeas -Madrid es una de ellas, aunque a los madrileños a veces se les olvide. ¿Cómo puede ser que 15 años después de su bendito nacimiento, Cafébabel siga sin conocerse en la mayoría de círculos estudiantiles españoles? -Nosotros que somos de los primeros en soñar con el programa Erasmus- O ¿por qué quienes sí han oído hablar de la revista creen que es únicamente francesa? El sur no es todo corrupción, pobreza, precariedad e incertidumbre. Europa tiene que saber que aquí también se sueña grande y se ponen en pie proyectos muy interesantes. Por eso, hemos pensado que uno no puede seguir la actualidad de un país desde la distancia. Queremos, además, estar más cerca de nuestras sedes locales y animar -de forma local- a todos los jóvenes voluntarios de Cafébabel que escriben, traducen, organizan eventos, realizan vídeos, fotografían historias... Hay que poner bien la oreja en la calle, mercados, universidades, colectivos, bares, bibliotecas, parques, museos, conferencias, baños…¿baños?
Así que cada mañana, al llegar a mi mesa de coworking en Lavapiés, yo no me como un pain au chocolat como los franceses. No, empiezo a abrir ventanas que me conecten a mis compañeros. Slack para compartir ideas, artículos y tareas; Facebook para interactuar con los lectores; mail para los colaboradores; hangout para las reuniones editoriales; instagram para el postureo y Whatsapp… para añadir más pantallas al tema ¿Y cuándo Internet no funciona?
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Cantamos.