Buscar una tercera vía
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cristina de leonLa posición neo-liberal aboga por pensiones estatales irregulares, jubilados con un presente nada justo y privatizar la asistencia social. Por otro lado aquellos que rechazan la reforma no ofrecen otra alternativa coherente. ¿Cómo reformar las pensiones sin acabar con el estado de bienestar?
Es una petición bastante común: que el hecho de aumentar la esperanza de vida y bajar la tasa de natalidad signifique que el sistema de "financiamiento sobre la marcha" de las pensiones estatales de Europa no sea viable. El número de trabajadores activos por jubilado ha disminuido y está a punto de caer por un precipicio. Esto pone en alza una simple ecuación deprimente: si el ratio de Alemania cae del 3-al-1 a la mitad (como sería el caso si continúan las tendencias de fertilidad y envejecimiento actuales), o bien los trabajadores tendrán que pagar el doble o los pensionistas recibirán la mitad como mucho o el balance equivalente de los dos. Y mientras la inmigración pueda taimar la marea y aumentar la edad de jubilación pueda hacer el balance un poco más favorable, los demógrafos afirman que nuestra población continuará envejeciendo.
El intríngulis unido al sistema de financiamiento sobre la marcha de las pensiones estatales es que si hay algún cambio en la composición demográfica de un país, la relación entre lo que cierta generación ha pagado al sistema y lo que reciben de él se altera. Si el número de pensionistas como proporción de población activa aumenta, entonces los pensionistas pueden ver su relativo nivel de vida caer (como proporción de ingresos medios) -lo que ha sido una característica común de tales sistemas ya que la conexión de los ingresos con las pensiones se ha reemplazado por una correlación con los precios- o los actuales trabajadores deben aumentar la proporción de los ingresos para pagar las pensiones y así mantener una buena posición de los pensionistas comparada con el resto de la sociedad. Si los pensionistas de hoy reciben la misma cantidad (en términos de niveles de vida como conjunto) que los jubilados anteriores, entonces el coste para aquellos que trabajan actualmente sería mucho más alto que en una generación anterior. Existe un consenso que afirma que este coste es muy alto. Si el sistema de Austria hubiera permanecido intacto, dentro de 20 años los trabajadores tendrían que destinar casi la mitad de su sueldo a las pensiones estatales. Las reglas han cambiado: no podemos volver a lo que implantamos. La lotería que contó con que la mayoría de nosotros moriría antes de que pudiéramos reclamar el coste de nuestros billetes se ha ido a pique ya que más de los esperados teníamos los números ganadores.
La simple conclusión de los neo-liberales de que todos debemos simplemente pagar todavía ignora la tradición europea de la justicia social. En el sistema de pensiones más orientado a la privatización de Europa, el Reino Unido, un tercio de la población no posee ahorros algunos. Y mientras la etiqueta de irresponsabilidad puede colgarse a muchos de estos, especialmente a aquellos dispuestos a ahorrar para las vacaciones y coches pero no para su futuro a largo plazo, también es cierto que muchas personas, familias que viven una existencia con salarios pobres, no pueden esperar para ahorrar para su jubilación. Ya que el sistema de pensiones estatal acabó con los hogares pobres, el abrazo radical del sistema neo-liberal anunciaría una vuelta a la pobreza masiva entre los mayores. Y los problemas son similares si confiamos en los empleadores para resistir la mole de la carga del servicio de las pensiones. En un mundo del llamado empleo flexible, los que disfrutan de un enorme éxito pueden elegir para quién trabajar o adoptar sus sistemas de pensiones , otros tendrán una vida laboral cómoda en una o varias de las empresas que ofrecen generosas pensiones, pero de nuevo el pobre y el vulnerable revolotearán entre trabajos mal remunerados, serán tendidos para ponerlos a secar. Y dejando esto a un lado, las empresas se enfrentan hoy en día a duras dificultades para cumplir sus obligaciones bajo los esquemas de beneficios definidos, y pelear por convertirlos en esquemas de contribución definida. En otras palabras, la mayor máxima de los sistemas de pensiones no estatales es: obtienes lo que pagas. ¿pero qué pasa con los que no pueden pagar?
En verdad, las pensiones para todos y la igualdad social de los sistemas de pensiones de financiamiento sobre la marcha introducidas en 1889 por Bismarck siempre ha sido un mito. Su fructífero funcionamiento fue un elemento vital para la movilización de la democracia social, pero también una flor de un día. En realidad, cuanto más pobre más joven se moría y por tanto, mientras la crucial red de seguridad existía para aquellos que suponían las excepciones de la tercera edad, las calidades redistributivas de los esquemas de pensiones se exageraron. El baby-boom de la posguerra extendió la viabilidad demográfica de las pensiones estatales, pero las mejoras en los sistemas sanitarios mundiales significó que una vez que las tasas de nacimiento empezaran a venirse abajo, la viabilidad de proveer unos altos niveles de vida mundiales para un creciente grupo de pensionistas se fue a pique. Realmente, pagar por nosotros mismos tiene que formar una mayor ramificación de los sistemas de pensiones, ahora que pagar para todos significa solo un enriquecimiento de los pocos que pueden disfrutar de su jubilación. Y dada la escala de la crisis, existen razones para apoyar el argumento de que se debe aumentar rápidamente las incentivas para ahorrar, forzados aumentos en las contribuciones, ya sean en esquemas privados o a través de una expansión de las pensiones estatales, y vidas laborales más largas.
Pero es vital que a lo largo de todo esto exista una verdadera red de seguridad para los pobres y los vulnerables, con un mínimo de tests denigrantes, pagada en parte para incrementar en toda la sociedad un sentido de responsabilidad personal para el futuro. Al mismo tiempo, la brutal inmediatez de la crisis puede suavizarse compartiendo, ya que las tasa de nacimiento pueden caer indefinidamente, y este problema es algo que se repite en la historia. Esto es sólo un proyecto y los verdaderos retos yacen en el detalle, pero para defender la justicia social las pensiones estatales deben continuar en el corazón de nuestra jubilación. Y aunque todos debemos contribuir más con los fondos de las pensiones sociales en el futuro, esto es consecuencia del feliz hecho de que seremos más para compartirlo.
Translated from Looking for the third way