Bulgaria: otra valla contra la inmigración
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Diana Rodríguez GonzálezUn año después de que Grecia terminase su valla fronteriza con Turquía, las autoridades búlgaras han anunciado la construcción de un muro de 30 km que intentará frenar la inmigración ilegal desatada tras el conflicto en Siria. Esto causará más sufrimiento y muertes en la periferia de Europa. Para muchos, la tierra prometida se ha convertido en un infierno
Al igual que ciertas rutas marítimas muy conocidas a través del Mediterráneo, la estrecha franja de tierra que separa la UE de Turquía es un hervidero de inmigración ilegal. Las vallas son solo uno entre los muchos intentos de la UE por vigilar la frontera. Estas medidas han sido el blanco de muchas críticas por ser inefectivas y llevar a cabo violaciones de los derechos humanos. En los últimos años, la frontera entre Europa y Turquía se ha convertido en uno de los puntos de entrada más importantes para inmigrantes procedentes de Asia, Oriente próximo y África. Hace una década, las fronteras española e italiana eran prácticamente el único objetivo de los inmigrantes que escapaban de la guerra y la miseria para venir a Europa. Se reforzaron los controles fronterizos marítimos y se aceleraron las repatriaciones: tanto España como Italia firmaron acuerdos de repatriación con los gobiernos del norte de África. Los traficantes se han adaptado al cambio.
Los cientos de miles de inmigrantes que cruzan las fronteras europeas cada año provenientes de países tan lejanos como Afganistán pueden pagar a los traficantes hasta 10 000 dólares por el viaje. Las autoridades lo consideran una industria multimillonaria. Con tanto dinero en juego, los traficantes pueden adaptarse muy rápido a la situación, antes de que las autoridades fronterizas europeas pueden tratar el escenario cambiante de la inmigración ilegal.
100.000 inmigrantes ilegales cada año
Solo en 2011, alrededor de 100.000 inmigrantes ilegales fueron arrestados mientras intentaban entrar en la UE por Grecia, una subida considerable si se compara con los 36.000 de 2010. A medida que se intensificó el flujo migratorio en el sureste de Europa, las autoridades griegas se sintieron como si hubieran sido arrolladas por un autobús. “Simplemente no podemos hacerle frente”, dijo Christos Papoutsis, el secretario griego de protección civil, en 2011. Las autoridades carecían de recursos económicos y no podían acarrear los costes, así que se respaldaron las solicitudes de petición de asilo y los inmigrantes se encontraron apiñados en instalaciones superpobladas, sufriendo en condiciones inhumanas durante meses.
Grecia completó su valla de 3 millones de euros en diciembre de 2009. La alambrada de púas de 4 metros de altura se extiende a lo largo de 10,5 km, protegiendo una estrecha extensión de terreno seco a lo largo de la frontera griega de 125 millas, la mayor parte de la cual discurre a lo largo del río Evros. Las autoridades dicen que la valla ha sido efectiva, pero parece haber forzado a los inmigrantes a intentar vías más arriesgadas, como la travesía marítima o los cruces fluviales.
La policía de frontera griega dijo al periódico local Kathimerini que el proyecto tuvo un gran impacto en el flujo de inmigrantes ilegales a través de la frontera terrestre. Sostienen que las llegadas habían descendido un 95 %, sin embargo, ha habido un agudo repunte en las travesías marítimas a través del mar Egeo. En el primer semestre de 2012, la policía y la guardia costera de la región detuvieron a 102 inmigrantes indocumentados, mientras que en los tres meses que siguieron a la construcción de la valla fueron interceptados 1536.
Bulgaria sigue el ejemplo de Grecia
Las autoridades búlgaras se han encontrado en una situación similar desde el comienzo del conflicto sirio. Unos 10.000 inmigrantes, una cifra siete veces mayor a la de 2012, han llegado en lo que llevamos de año. Dos tercios de estos proceden de Siria. Las autoridades no pueden hacer nada para frenar la oleada ni ofrecer servicios básicos a los que llegan. En una entrevista con The Economist, un refugiado calificó la situación que estaba viviendo en el estado más pobre de Europa de “pesadilla”. La comida y la atención médica para los refugiados de guerra son escasas y las instalaciones para acogerlos, miserables.
Al igual que los griegos, los búlgaros esperan que la valla les proporcione un respiro. La alambrada se extenderá a lo largo de unos 30 km en la frontera con la vecina Turquía, de los 274 km de terreno boscoso con colinas del linde, donde la visibilidad de las patrullas fronterizas es muy limitada. La valla, dicen, forma parte de un esfuerzo más amplio de hacer frente a esta situación, incluyendo nuevas instalaciones de recepción, que actualmente están en construcción, y unos miles de oficiales de policía adicionales para patrullar la frontera.
Grecia también ha empezado a enviar a cientos de inmigrantes de vuelta a Siria, una medida muy criticada por ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. A los oficiales búlgaros les preocupa que la avalancha de inmigrantes vaya a desencadenar una nueva oleada de xenofobia. El pasado 9 de noviembre, unos cabezas rapadas dieron una paliza a un búlgaro musulmán, confundiéndole con un sirio. Miles de personas protestaron en Sofía recientemente después de que un dependiente fuera apuñalado por un inmigrante ilegal argelino.
25.000 inmigrantes ahogados
En Grecia y Bulgaria, las vallas representan un intento desesperado de las autoridades de recobrar el control sobre ciertos acontecimientos que se les han ido de las manos. Mientras que a los funcionarios claramente les preocupa proporcionar a los refugiados unos recursos tan escasos, a los críticos les preocupa que estas vallas sean contraproductivas. Adrian Edwards, de ACNUR, sostiene que la introducción de barreras, como vallas u otras medidas disuasorias, puede llevar a la gente a intentar travesías más peligrosas y a estar más indefensos a merced de los traficantes
Para frenar el flujo creciente de inmigrantes ilegales, la UE, a la que los críticos apodaron “la fortaleza europea”, ha construido un control fronterizo de largo alcance y durante las últimas décadas ha creado medidas políticas para implementarlo. Muchos debaten que la costosa burocracia europea es ineficaz manteniendo a raya a los emigrantes, lo cual lleva a serias violaciones de los derechos humanos en las fronteras de Europa. Además, estas políticas obligan a los traficantes a correr riesgos mayores. En las últimas dos décadas, se han ahogado 25.000 inmigrantes en el mar Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Los activistas dicen que la criminalización de la inmigración irregular es inevitablemente contraproductiva al final y que conduce al abuso, por parte tanto de las autoridades fronterizas como de los crueles traficantes a los que los inmigrantes confían sus vidas. Los grupos que velan por los derechos de los refugiados han pedido más canales para la inmigración legal. Sin embargo, al final la única forma de arrancar el problema de raíz es haciendo frente a las situaciones perjudiciales y las desigualdades económicas, los principales motores de la emigración.
Translated from Bulgarian anti-immigrant fence